Primero fue el dolor. Sobre ‘La ciudad del olvido’ | blog vozed

Sobre ‘La ciudad del olvido’, de Hermann Gil Robles, por Sergio Ceyca


 

LA MÁS RECIENTE novela de Hermann Gil Robles inicia con la pérdida. Una noche Diego Ikal se da cuenta que su esposa, María José, no está acostada junto a él. Luego, la encuentran ahogada en un río. Como estaba seguro de que ella no iba a atentar contra su vida, ya que ellos esperaban un niño, Ikal considera que la culpable es una empresa llamada Dreamhost que fabrica drogas sintéticas. Así que decide vengarse. Primero fue el dolor, luego el coraje.

La ciudad del olvido fue escrita con apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en el Programa de Residencias Artísticas en Barcelona, España. Antes, Gil Robles ya había publicado los libros de cuentos No hay buen puerto y Fuera de la memoria; así como la novela Los sueños de los últimos días, primera parte de una trilogía donde el eje principal es la compañía Dreamhost.

A veces parece que esta novela –galardonada con el Premio Binacional de Novela Joven Fronteras de Palabras / Border of Words 2016– gira en torno al olvido del dolor. Ikal se la pasa atragantándose de ron Appleton, de analgésicos, de cocaína y hasta del yeso que trae en el brazo, después de su intento fallido de venganza contra Dreamhost. Como si consumirlas le fuera a ayudar a olvidar el dolor que le provocó la pérdida de María José. Como si cualquier cosa que se metiera en el cuerpo fuera a ayudarle a volverse otra persona.

La intención de Dreamhost es convertir corrientes filosóficas en experiencias recreativas. Una empresa que, asemejándose a las farmacéuticas multinacionales, lucra con el dolor y la voluntad de ausencia ajenos. Pero en lugar de denunciarlos con su oficio, ya que Ikal es periodista, el dolor lo lleva a dispararle a uno de los médicos de la empresa, en Monterrey, asesinando sólo a su acompañante, el Secretario de Salud. Por eso tiene que huir del país. Ya no podrá volver a su vida de periodista. Pero en su fuga hay esperanza: su editor lo contacta con un grupo de rebeldes, en España, que también buscan atacar a la multinacional.

Pareciera que a este grupo lo mueve, también, la voluntad de dejar atrás la pérdida de seres queridos, toda esa destrucción que la empresa no supo evitar que ocurriera porque el producto se les salió de las manos. Pero, ¿cómo podrían detener a Dreamhost? ¿Y cómo podrían comprobar cuál es el problema que lleva a los usuarios a asesinarse tras probar la droga?

Ésta se llama Art Viu. Es capaz de hacer que las personas pasen de lo bello a lo sublime, gracias a que los hace la vivir una experiencia vital de un artista clásico. O, más bien, su suicidio. Es así como Art Viu genera en sus receptores las memorias falsas de artistas como Edgar Allan Poe, Virginia Woolf y Horacio Quiroga; y éstas le susurran sus problemas al consumidor, hasta que los conducen a suicidarse de la misma manera. A la esposa de Ikal, por ejemplo, Virginia Woolf la acompaña hasta que se salta a un río con los bolsillos llenos de piedras.

En la droga parece estar, de igual manera, la voluntad de olvido que da título al libro, ¿para qué una persona querría hundirse en ese poso de desesperación? Para ser otra vida… vidas corroídas, sublimes.

Con un ritmo tenso que nunca pausa a la narración, Herman Gil Robles narra una historia con un estilo más cercano al relato de espías que al de ciencia ficción. Un mundo donde existen compañías que no pagan sus errores y que, cercano al mundo creado por Ian Fleeming, hay personajes que ayudan al protagonista y que, al mismo tiempo, cargan katanas en la parte trasera de su coche. Japonesas que forman parte de la rebelión gracias a sus entrenamientos especializados.

Y todo para evitar que se comercialice una droga que podría cobrar aún más víctimas porque, ¿habría alguien que no la consumiera, a pesar del riesgo, mientras pudiera alcanzar el olvido?~