La Cultura
En un mundo cada vez más rico, como es el Primer Mundo, la cultura debería ser un estandarte, una bandera por la que luchar. Y esa misma bandera debería exportarse al resto del mundo. Llevar la cultura, las ideas, la mezcla de conceptos a todo rincón del mundo, inspirando, creando y llenando este mundo, este cosmos nuestro de riqueza.
Desde luego, llevar la cultura a África, por ejemplo, choca con un pequeño obstáculo como el que el continente se esté muriendo, por lo que además de proporcionarles medios de expresión cultural la izquierda debe ofrecer soluciones a un continente olvidado por el mercado.
Como decía, la Cultura es algo vital, que nos enriquece, que nos engrandece como creadores y como espectadores. Con ella se produce una sinergia entre ambos, emisor y receptor, que forma una pequeña obra de arte en sí misma. Como la lectura de un libro, o la contemplación de un lienzo, donde el espectador interpreta de una forma única lo que el artista ha querido plasmar.
Hemos entrado en un mundo global, digital, que convive rozándose, confundiéndose a veces, con el mundo llamado analógico. Y la Cultura no es una excepción a este cambio. El Arte ha encontrado nuevas formas de expresión, y la cultura nuevas formas de difusión en Internet.
Nunca tantos han tenido la oportunidad de disfrutar de una obra artística. Los libros llegan a cualquier parte del mundo, gracias a la difusión que Internet puede hacer de ellos, de sus autores, de su argumento. Las redes de intercambio [situándonos en las legales] permiten compartir archivos de tal forma que cualquier cosa está disponible en todo momento, o casi. Las empresas, sabedoras de la imparable revolución que esta herramienta nos da a los hombres, se han apresurado a adaptarse. Ofrecen sus contenidos, previo pago, para ser descargados desde sus propios servidores.
Igual ocurre con libros, películas, series, música…toda la cultura disponible al alcance de quienes dispongan de conexión a Internet, móvil 3G, o cualquier dispositivo que permita acceder a ella.
De la misma forma, fenómenos como los blogs, los wiki, los foros, las listas de correo, las herramientas de diseño sencillo de webs, han posibilitado que gente con conocimientos mínimos, y recursos escasos puedan publicar sus libros, sus obras de arte, sus pensamientos, sus ideas para que quien quiera y sepa buscarlas las disfrute. Internet ha democratizado la Cultura, y la ha expandido.
Pero para lograr le llevar ese fenómeno a la dimensión universal que le corresponde, se debe luchar contra un serie de obstáculos.
El primero, la falta de medios del Tercer Mundo para acceder a ella. Iniciativas como los portátiles a 100 dólares, o las de Intel y Microsoft pueden paliar esta situación, pero debemos realizar un esfuerzo mayor en educación y formación si queremos legar a todos los rincones. Y no sólo en países en vías de desarrollo. También en nuestros países tenemos segmentos de oblación que todavía no conocen ni saben usar esta increíble herramienta. La televisión digital, los ordenadores integrados con el hogar,… pueden ser el arma que necesitamos para llegar a ellos.
Segundo, los monopolios que pretenden restringir el acceso a la Cultura. La protección de derechos no está reñida con la difusión cultural, y la izquierda y la sociedad deben encontrar caminos para que ambas vayan de la mano. Los sistemas de descarga-pago pueden ser una solución, pues si algo hemos aprendido los ciudadanos es que, una vez creada una obra su difusión mundial posee unos costes tendentes a cero si se hace por los canales adecuados.
Tercero, el caos de Internet y la destrucción de contenidos. Empresas como Google, e iniciativas como la Web 2.0 pretenden organizar la información del mundo, y lo hacen con una eficacia creciente. Pero organizar no lo es todo en la lucha por conservar y difundir la Cultura. Las organizaciones culturales y los movimientos sociales deberían propiciar el surgimiento de iniciativas empresariales o sociales dedicadas a la conservación cultural.
Si Internet, sus millones de webs, y sus blogs, foros, listas, etc. son una expresión del alma cultural e intelectual de la humanidad, la pérdida de webs y contenidos supone una verdadera sangría de cultura, conocimientos y, simplemente, expresiones preciosas y únicas.
Quizás con el tiempo surjan empresas u organizaciones que se dediquen a conservar esa información que otros se esfuerzan por organizar, y muchos más por crear.
En definitiva, nos queda mucho camino por llegar a una Cultura Universal, por conseguir que todos y cada uno de nosotros podamos ser a la vez espectadores de excepción y artistas creadores de nuevos conceptos.
Pero en esto coinciden prácticamente todas las posturas ideológicas. En lo que no estamos tan de acuerdo es en los medios para hacerlo, pero desde luego, nadie discutirá que el resultado merece la pena.
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