Como matar a un programador y que parezca un accidente
A 12 segundos del final, mi sobrina Aurora se levantó de la silla de un salto, y subió las escaleras de dos en dos peldaños, dejando la estela de un grito que no lograba contener. Julia, la mayor, replegada, se tapó la cara con sus piernas zancudas, formando una pizca de mirilla entre ambas, para alojarse un ojo semicerrado. Mi hermana se mordía las uñas mientras hacía que miraba el suelo para reclinarse los nervios de la pantalla…
Hacía ya meses que las camisetas de la selección española y las pinturas de guerra, andaban, ociosas, en el fondo del cajón, la canción de Eurovisión de este año no daba ni para medio entusiasmo y quedaba bastante días para que Nadal removiese tierra y courage en Roland Garos.
No estábamos a domingo, ni a sábado, ni tan siquiera a viernes. Era un día del montón y habíamos almorzado un gazpacho casero y unas lentejas de la misma marca. Las cerezas de postre estaban en calma, sin tocar, de bodegón, mientras Víctor Castro encaraba “El Reto”. Al concursante gallego sólo le faltaban 4 programas más de “Saber y Ganar” para redondearlos en un lustroso 100. En esta emisión se le había despistado el ingenio y, ahora, tenía que demostrar que todo había sido fortuito. “El Reto” era la repesca de los concursantes menos experimentados o sabios, una segunda oportunidad que, por primera vez, el gallego necesitaba para continuar. Víctor, gigante, andaba incómodo, contorsionado, en el escaso minuto, aunque con la atención bien sujeta a las siguientes 7 definiciones.
Para sorpresa e histerismo de la audiencia, y de la mesa, el mero paseillo se estaba deformando en calvario y, a 12 segundos de la meta, a Víctor le quedaban aun 4 términos por superar. Tic-tac, TIC-TAC, ¡TIC-TAC!, 12 segundos, 11, 10, 9, 8 y, al fin, suelta “elástico”… 7,6, y llega “demorar” … 4 y clama “arrogante” … 3, 2 segundos y coloca “hilera” justo en medio del 1…., y no hay gol, ni douze points, ni match ball, pero el protocolo es el mismo: ¡¡¡¡¡ ; – )))) !!!!!… La casa salta sobre el jardín, por encima de los setos y las palmeras, las cuatro gritamos, bailamos, brincamos, sin cortes publicitarios, ni patrocinios de la cuenta naranja, subvencionadas, con un alto interés, por el ente público. No hay manipulación, ni bochornos, ni abochornados, ni insultos, ni difamados.
El mantra de la mala televisión, ”se emite lo que se demanda; nos debemos a nuestro público” es una falsa esplendidez. Mis sobrinas, tan normales como las que más (no para mi, que soy su tía y las pondría las primeras de “las que menos”) se toman la fruta con “Saber y Ganar” (ver video del programa), y se les quita el apetito si alguien se atreve a salirse de La 2 a las 15:38. Así lo hace su madre, y así lo hacía la madre de su madre, y para de contar que con la posguerra hemos topado. Pero no todo el mundo tiene la fortuna de tener a un progenitor sensato o con buen gusto.
Los programadores y su dueños no pueden rellenarnos la vida con “ganar sin saber” y quedar impunes, porque acabamos siendo unos ignorantes y, aunque no lo parezca, unos perdedores. Se demanda lo que se emite. El orden de los factores sí que altera el producto y lo rebaja a outlet televisivo. Mientras no nos garanticen unos seres humanos responsables y buenos, las televisiones públicas son igual de necesarios que la sanidad o la educación gratuita, o acabaré aun más indignada y revindicando el crimen perfecto.~
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