El castillo de If: ¡Viva la reina!

Un texto de Édgar Adrián Mora

 

QUINCE AÑOS DESPUÉS de la muerte de su madre, una treintañera vaga por Venice Beach, en Los Ángeles, en búsqueda de la casa y el paradero de Don McLean, el autor de “American Pie”, sin duda uno de los standard del folk y el pop norteamericano. La sospecha que anima ese viaje y su investigación, un particular viaje desde la memoria y hacia sí misma, es que su progenitora ayudó a McLean en la escritura de la famosa canción. O le borroneó una línea, que a veces es lo único que se necesita para elevar una obra a alturas insospechadas.

Ese viaje está aderezado por los retornos en el tiempo que nos cuentan la historia de la protagonista entre eventos y escenas que la significan como la mujer que es: la muerte del padre, la agonía prolongada de la madre, la tensión/complicidad con la hermana compañera de vida, el despertar sexual en esa adolescencia dolorosa, el papel de la música como fuga y acompañamiento, la búsqueda del origen.

Eso es, a grandes rasgos, lo que Ira Franco (Ciudad de México, 1973) relata en su primera novela La reina está muerta (Paraíso Perdido, 2018). La idea central que anima la historia remite a cómo la memoria es selectiva y un producto de la imaginación. Los recuerdos son fotografías de un pasado que son modificados con el photoshop del tiempo y la ficción. Al final nos queda claro que la protagonista de la historia ha construido su biografía, la de su madre, la de su hermana, a partir de fragmentos de lo que le hubiera gustado que ocurriera y de aquello que realmente ocurrió.

Una de las cuestiones a resaltar del volumen es su vocación lírica. Franco construye imágenes poderosísimas que fluyen a la par de la historia, sin estorbarlas, sino añadiéndoles un ambiente de evanescencia, de espíritu etéreo, como si lo leído ocurriera en un un sueño o, claro, en un recuerdo. Líneas como: “Si no quieres ver a alguien (vivo) o no quieres oírlo, sólo tienes que ponerte los audífonos y, en lugar de las voces, se oyen tus propios ojos por dentro, tu panza por dentro, tu sangre por dentro” (p. 10); “En mi pueblo las personas son más bonitas. Las flores gritan mejor, el viento trae tierra y no bolsas de plástico” (p. 15); “Maquinitas de matar uno dos, dos uno. Los nazis fueron las primeras máquinas diseñadas para resistir el óxido. ¿Qué pensaban mientras abrían las llaves del gas? Quizá se concentraban en no pensar, pero no todos lograban tener la mente en blanco, al menos no por mucho tiempo” (p. 51); “Solía parir niños ya entrados en la orfandad” (p. 58); “El que conoce los sueños de los otros conoce la materia de la que está hecha la verdad” (p. 62); “Él mismo me ha imaginado saltando en su cama mientras me enseña a coger despacito, como pienso que coge la gente grande” (p. 81); et caetera. El texto está lleno de líneas que nos hacen parar de improviso, regresar, releer, respirar hondo y, sólo entonces, seguir.

Algo que se agradece es el hecho de que la historia, a pesar de echar mano de un personaje de la cultura pop, no se centre en éste. Don McLean aparece en la novela, habla, bromea, toma café, cuenta una historia, pero la novela no es sobre él. Es, quizás, uno más de los personajes construidos mitad con memoria, mitad con ficción, mitad con deseo. Ey, en los sueños las cuentas son así.

La reina está muerta es, a final de cuentas, una alegoría de esa sensación que nos queda después de escuchar canciones de los Smiths. Esa especie de tristeza iluminada que encuentra en los detalles en apariencia insignificantes razones para seguir viviendo. La sensación que se repite en personas como las que se describen en este párrafo: “Se me caen los vasos llenos de líquido en las mesas, cuando los demás están pasándosela bien. Tengo eso. También siento que cada vez que no encesto un kleenex en el basurero algo muy malo va a ocurrir. Ya he leído esto del kleenex, no es exclusivo, lo siente todo el mundo. Si suena el teléfono en la próxima media hora es señal de que puedo ganarme la lotería. Les pasa sobre todo a las personas solas”.

And so, I checked all the registered historical facts…~