Irreverencias maravillosas: Una pericia condenada

Un texto de Lola Ancira


 

«El arte real siempre debe suponer cierta brujería.»

Karen Blixen

 

LA BRUJERÍA ES tan antigua como las primeras civilizaciones. Multitud de hechos increíbles rodeados de misterio, magia y supersticiones se han registrado desde entonces, lo que permite apreciar que ha sido interpretada como un conjunto de fenómenos extraordinarios que incluían ceremonias o ritos de protección o que brindaban favores a quien los celebraba. A través de la historia ha sido vista como un enigma, como una religión o un culto pagano, y este conjunto muchas veces incomprendido de prácticas y conocimientos ha estado rodeado de acontecimientos brutales y nefastos.

No fue sino hasta el siglo XI que el temor y los prejuicios la condenaron: el cristianismo la consideró como una práctica anticristiana y a todos los involucrados como a herejes, pues se le relacionó con todo lo diabólico y maligno, razón por la que, algunos siglos después, tanto en Europa como en Estado Unidos surgió una inquietud enfermiza respecto al tema, lo que culminó en infinidad de persecuciones, juicios y ejecuciones de supuestas brujas. Éstas eran acusadas, entre varias cosas más, de volar en escobas; de poseer animales para atacar o espiar a los demás, como gatos negros, cuervos o lobos; de realizar aquelarres y pactos con el Diablo e incluso de venderle sus almas a cambio de favores. Las personas sospechosas de brujería generalmente eran quemadas en hogueras, pero también se practicaba la lapidación o el ahogamiento, alternativas sumamente crueles.

En realidad, las brujas eran, generalmente, mujeres con grandes conocimientos, específicamente de herbolaria, aptitudes, como la clarividencia, o capacidades perceptivas sumamente desarrolladas que fueron víctimas de una sociedad ignorante e intolerante que atribuía cualquier comportamiento o situación inexplicable a lo demoniaco, con infinidad de prejuicios y supersticiones. A pesar que desde el siglo XIII el papa Gregorio IX había autorizada la cacería y ejecución de las brujas, no fue sino hasta el siglo XV, tan sólo dos décadas después de iniciar la brutal Inquisición española, que el papa Inocencio VIII confirmó ante la sociedad la existencia de éstas.

Uno de los casos más populares fue el de la reina consorte de Inglaterra Ana Bolena, acusada en 1536, tres años después de su boda con Enrique VIII, de adulterio, traición y brujería. fue la primera reina en ser ejecutada en público. Se especula que fue víctima de una conspiración por parte del rey para que éste pudiera casarse de nuevo, pues buscaba tener su primer hijo varón. Él mismo firmó, en 1542, la primer Witchcraft act, ley que penaba con la muerte la brujería. Veintiún años después se firmaría el estatuto isabelino contra la brujería, similar al que decretaría la reina de Escocia meses después.

Otro fue el de los juicios de las brujas de North Berwick, que se llevaron a cabo a partir de 1590 en el sur de Escocia. En ellos, más de cincuenta mujeres, algunas pertenecientes a la nobleza, fueron acusadas de brujería. Sentenciaron a la mayoría a la hoguera. Tras estos hechos, las acusaciones se esparcieron por todo el continente. Las acusadas, generalmente después de terribles torturas prolongadas, confesaban hechos insólitos como haber realizado algún pacto con el Diablo o haber manipulado los elementos naturales, e incluso daban los nombres de otras personas, creando así una cadena de acusaciones interminable.

El rey James VI de Escocia, decidido a finalizar esta problemática, se pronunció a favor de la cacería de brujas, por lo que ordenó reunir dichas confesiones y procesos para divulgarlo mediante la obra Newes from Scotland, que incluía grabados. Algunas copias de éstos se conservan aún en algunas bibliotecas como la Bodleian de la Universidad de Oxford o la de la Universidad de Glasgow. Siete años después publicó incluso tres tomos titulados Daemonologie, disponibles en línea en la biblioteca digital del proyecto Gutenberg. Posteriormente se volvió el rey de Inglaterra y la cacería se intensificó hasta 1722, cuando tuvo lugar la última ejecución al norte de Escocia. Durante ese periodo, al menos tres mil personas fueron víctimas de la hoguera. El último caso relacionado se registró en 1944, cuando una médium fue encarcelada durante varios meses por una ley establecida más de doscientos años atrás, la cual fue abolida hasta 1951.

En 1692 los habitantes de Salem, en Massachusetts, vivieron seis meses de persecución, misma que culminó con la ejecución de diecinueve personas (la mayoría mujeres, al igual que en todos los casos) y poco menos de doscientos encarcelados, esto sin tomar en cuenta a todos los acusados. Además de que los testimonios fueron poco fiables, la tensión política y la histeria religiosa fueron razones de peso para estos fatales sucesos, mismos a los que se les prestó la debida atención hasta que miembros honorables de la sociedad comenzaron a ser acusados. Más de un año después de iniciar esta locura, el gobernador en turno liberó a todos los encarcelados. Inspirado InspiradoIns por los hechos anteriores, Arthur Miller escribió en 1952 la obra Las brujas de Salem. Los juicios de Salem fueron un hecho trascendental en la historia de la cacería de brujas, del fanatismo religioso, de las irregularidades en los procesos jurídicos y de la violación a la libertad de culto, sin dejar de lado el sexismo y la misoginia que impregnó estas cacerías desde sus inicios.

Este reprobable comportamiento de la sociedad deriva de consecuencias similares a las de la histeria o psicosis colectiva, fenómeno sociopsicológico que actúa como mecanismo de defensa ante situaciones desconocidas. A pesar de la barbarie de Salem, en varias ciudades europeas la matanza fue mucho mayor, como en Baviera, Alemania, donde más de quinientas personas fueron ejecutadas y torturadas.

En el ámbito cinematográfico las referencias abundan: The Witch (2016) es una película ubicada en 1630 en Nueva Inglaterra donde se representa al Diablo como a un macho cabrío, como tradicionalmente ha sido representado, al igual que lo hizo Goya en el óleo El aquelarre (1797-1798). Otros ejemplos son Black Sunday (1960), basada en el cuento de terror «Viy» del escritor Nikolái Gógol, Suspiria (1977), una de las películas más famosas del director Dario Argento, The witches of eastwick (1987), inspirado en la novela homónima de John Updike, o la popular The Craft (1996).

Mención especial merece Häxan (1922), el documental sobre brujería más antiguo, una exhibición histórica y cultural que fue censurada en Estados Unidos por contener desnudos y tortura. Está inspirado en el Malleus Maleficarum, el compendio más popular sobre brujería en Europa escrito durante el siglo XV por dos monjes dominicos y que, durante más de tres siglos, se volvió indispensable para realizar los juicios de la cacería de brujas. Tras dos años de investigación de las supersticiones durante el Medioevo, creó este largometraje que recrea los supuestos rituales de las brujas y los suplicios a los que eran sometidas. Bajo el título en inglés de Witchcraft Through the Ages, este documental indaga múltiples detalles sobre las brujas en la época medieval e incluso afirma que su aparición está ligada a ciertas enfermedades mentales hasta entonces desconocidas. Está disponible en línea en el repertorio de la web de Internet Archive.

Existen varias cuentas en Instagram de «brujería moderna» como Bloodmilk, cuya colección incluye sitios singulares y misteriosos, enigmático arte, gatos negros y anillos de diseños únicos a la venta. Nona Limmen también tiene una gran colección de excepcionales fotografías en las que abundan cráneos y mujeres con diversos ornamentos, y Ancient_Hearts publica diversos retratos en la naturaleza, así como hechizos DIY que utilizan diversos símbolos.

Las brujas han formado parte de la mayoría de las culturas mediante la tradición oral y escrita, manteniéndose vigentes en la cultura popular, e incluso su figura se ha vuelto muy famosa en las últimas décadas. Se considera, desde el siglo pasado, dentro del espiritismo, y las religiones neopaganas y sectas esotéricas y ocultistas han incluido a todos los practicantes de la magia, tanto negra como blanca, dentro de la brujería, lo que le ha devuelto cierto estatus. La brujería y el mundo esotérico actualmente ejercen una fuerte fascinación que adquiere cada vez más adeptos que, incluso aunque no la practiquen,  están inmersos en su estética y simbolismo.~