Ay, surrealismo: Las máscaras oníricas de Romina
Un texto de Dante Vázquez Maldonado
I
TE ACERCAS A Ella despacio, no quieres que se dé cuenta de tus intenciones y nervios. La seducción y el asesinato son lo mismo: basta un poco de disciplina para aprender lo básico y aplicarlo con maestría.
II
Para mí fue fácil descubrirlo, pero difícil aceptarlo. Quizás debí apartarme por completo del caso, o seguirlo como mera espectadora y esperar, como me recomendó la comandante. Tú, ¿qué decisión hubieras tomado? La experiencia te enseña que aun el más mínimo detalle tiene importancia para resolver un crimen; ser espectador, a tener paciencia y a lidiar de una manera ecuánime contra la duda.
Desde un principio me di cuenta que se trataba de un asesinato que intentaron disfrazar de suicidio. La escena era brutal, conmovedora y familiar: en el suelo de mosaico blanco con pentágonos azul cielo, el cuerpo pálido, húmedo y desnudo, de una niña de trece años de edad, estaba en posición fetal. El agua de la regadera posibilitaba que la sangre fluyera hacia la coladera debajo de ella. Su ropa (un short, una playera y su pantaletita manchada de un tenue color rojo) reposaba sobre el tanque de la taza azul marino del baño. En el lavabo un par de navajas ensangrentadas. Y, hasta el silencio de unas gotas carmesí en una de las esquinas, la luz amarillenta de las lámparas, sollozaba sobre las paredes de mosaico azul plumbago.
¿Puedes imaginártela? ¿Qué emoción te provoca? ¿Te evoca algo? Yo, más que imaginarla, la vivo a diario entre rabia e impotencia, entre tristeza y resignación, en un adiós doméstico. Es doloroso y lamentable, ¿verdad? Ahora piensa en el horror, el terror y el pánico, de Ella en su agonía:
¿Soñarás? La mirarás. Te mirará. Se mirarán. Tú serás ella. Ella serás tú. Estarán a solas. Ella llorará. El horror en su mirada será tuyo. En tu mirada será de ella el horror. Temerán al rechazo sanguíneo. Tú, recordarás su llanto. Ella olvidará tus burlas. Sin embargo… Tú, ¿qué haces?
¿Sueñas? La miras. Te mira. Se miran. Tú eres ella. Ella eres tú. Están a solas. Ella grita. Tú, la asfixias. El terror en su mirada es tuyo. En tu mirada es de ella el terror. Temen al desprecio sanguíneo. Tú, recuerdas sus gritos. Ella olvida tus reproches. Sin embargo… Tú, ¿qué hiciste?
¿Soñaste? La miraste. Te miró. Se miraron. Tú eras ella. Ella eras tú. Estaban a solas. Ella enmudeció. El pánico en su mirada fue tuyo. En tu mirada fue de ella el pánico. Temieron al abandono sanguíneo. Tú, recordaste sus gritos. Ella olvidó tus insultos. Sin embargo… Tú, ¿qué harás?
Tienes que decidir. Yo me acerqué al caso con entereza mientras buscaba e iba encontrado respuestas; respuestas por las que rechacé vivir más en la ciudad, respuestas por las que te desprecio, respuestas por las que te abandono.
Te aconsejo que te des prisa, la comandante ya tiene conocimiento de esto, y es mejor que evites pedir ayuda a familiares y amistades que aún te juzguen inocente. Demasiados errores y a Ella, a diferencia de a mí, le causaba pavor la sangre.
Tienes la atención que deseabas, que deseas: Te felicito.
III
Dices mientras suspiras: Sólo uno mismo puede seducir y asesinar lo que la sangre engendra.
¿Es nada más un sueño?~
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