¿Católica? ¡Tururú!
El adjetivo “católico”, que deriva del griego y sigue significando “universal” según la primera acepción del D.R.A.E. (menos fiable, si cabe, que la Biblia), empezó a utilizarse por la Iglesia a principios del siglo segundo del cristianismo.
El ordinario Martínez Camino, portavoz de la Conferencia Episcopal Española, el mismo que hace un par de meses rechazara el uso del preservativo como medio para combatir el sida por ser inmoral, además de gravemente falso que evitase su transmisión, ahora se ha retractado (bueno, eso fue ayer – menos mal que dejé el artículo aquí – porque hoy, para ofrecer una muestra más de la universalidad de criterios que impera en la Santa Madre, El Vaticano lo ha traído a camino y vuelven a ser nones).
El ánimo católico de la Iglesia, definido en el cuatrocientos y pico por el teólogo San Vicente de Lérins como “aquello que se ha creído en todas partes siempre y por todos”, como vemos, es consustancial a su idiosincrasia, hasta el punto de querer estar, como Dios, en todas partes. Así lo encontramos en el Consejo General del Poder Judicial, que con la iluminación de los merinos recubiertos de lana popular ha aprobado un informe que compara la boda gay con la unión de “un hombre con un animal” y que será utilizado por el P.P. para su enmienda al proyecto de ley sobre la materia.
Ya desde los primeros concilios, en los que se enfrentaron numerosas facciones que acabaron siendo tachadas de herejías (arrianismo, maniqueísmo…), la megalomanía ha sido la pasión de los obispos de Roma, aunque sin mucho éxito, me parece a mí, porque las disensiones trajeron los cismas (primero el de Oriente y luego el de Occidente) que consolidaron la multitud de taifas en las que, en realidad, siempre ha estado desintegrada a la Iglesia Católica.
Aunque, si denominaciones hablamos, la que desde luego clama al cielo es la de la U.C.A.M., que quiere decir “Universidad Universal de Murcia”, la rehostia, vamos.
Yo creo que debieran de rebautizarse.~
Con autorización del diario “El Faro”
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