Correo 17

«Esta es la carta 17 que te envío, hasta ahora van 16 que no respondes. Entiendo que estás terriblemente ocupada»… Correo 17, un cuento de Textos de Miguel Aguilar Dorado.

 

Te escribí una carta y no me contestaste, fui a buscarte ya cambiaste dirección.
—Ramón Ayala

 

buzonesEstimada C.

Esta es la carta 17 que te envío, hasta ahora van 16 que no respondes. Entiendo que estás terriblemente ocupada y que las cosas toman su propio ritmo. Seguro el trabajo de campo y la vida en general te han llevado a lugares sin internet, ni teléfono. Estoy convencido, que las misivas que te he enviado las recibes, sé de buena fuente que las lees y sueltas un cansino «bah» antes de apagar la computadora o cambiar de página. De todas formas me concedo la duda y te hago un resumen para ponerte al tanto de lo que he hecho en tres momentos: en tierras lejanas sin ti, en tierras lejanas contigo y de regreso a casa.

I

Se logró lo que quería, por fin salí de ese lugar, te cuento que lo que dicen es todo cierto, acá los edificios son más altos y tienen enormes ventanales pero siempre están cerrados. No entiendo la lógica de una ventana cerrada, me parece un oxímoron, lo mismo me pasa con las puertas de cristal ¿para que alguien querría una puerta que deja al descubierto todo lo que protege? Pero así es aquí. Son apenas unos días de que llegué, hace un frio terrible, no conozco a nadie, tampoco he aprendido el idioma y aunque logro comunicarme no he podido hacer un solo amigo.

Creo, C, que amarías las calles que piso todos los días cuando voy a mi lugar en la biblioteca, son amplias y limpias, también hay gente en bicicleta y el ruido que hace tranvía es como terso, eso sí, es necesario estar pendientes de que el checador no te encuentre sin un boleto, si eso pasa, lo mejor es correr. Cuentan que antes podías fingir demencia con el idioma y hacer señas que muestren tu desconcierto, pero ahora, con este renacimiento del racismo que por lustros estuvo penalizado, si no hablas el idioma, no sólo eres un delincuente del transporte público, seguramente eres un criminal en potencia. En resumen, aunque le boleto es carísimo, lo mejor es pagar.

Han pasado varios días desde que te escribí por primera vez y aún no recibo respuesta, por mi parte me levanto y me acuesto pensando en lo que estarás haciendo. Existen lugares que tienes obligación der ver, por ejemplo, una casa inmensa, que ahora es museo, donde se obró un milagro. Leí en la descripción, que cierto día, uno de los habitantes, alguien de rancio abolengo, decidió terminar con su propia vida en una de las habitaciones. El santo, amigo de la familia, le pidió a Dios que lo regresara de la muerte. Dios le concedió el milagro y el suicida se despertó sólo para decir «gracias, pero prefiero estar muerto». Dicen, que este mismo santo le pidió a Dios que le diera un corazón inmenso para poder amar a todos, cuentan, que su petición se hizo real y su pecho se infló y se infló hasta explotar. Sí, yo también me pregunté qué clase de relación tiene Dios con sus amigos.

Ahora leo bien el idioma, casi que me puedo comunicar. El querido JP, me contactó con Diego, un tipo que habla mi lengua y comparte mis ideas. El día que nos encontramos, fuera de la estación central, nos abrazamos largo rato y nunca antes nos habíamos visto. Ese día fuimos a una marcha para conmemorar el asesinato de un comunista por parte de los fascias, la marcha salió de la casa que habitaba el entonces estudiante.

Antier, Diego me invitó a la mejor pizza que he probado aunque te confieso me resulta insólita, tenía huevo frito y cebolla. Luego caminamos hasta encontrar una iglesia inmensa dedicada a Santa María, al salir hicimos un recorrido en motoneta. Te extraño mucho y me encantaría que observaras las cosas que veo, cada paso es un coqueteo con la historia, existen momentos en que siento que todo esto es una novela y los edificios son descripciones barrocas de un escritor amateur.

En la semana decidí que haría un poema y caminaría en línea recta hasta donde topara, luego vuelta a la derecha hasta donde topara, luego una cuadra a la derecha, dos a la izquierda, una a la derecha, tres a la izquierda. Mi intención era perderme, pero no pasó eso, mi viaje terminó en la fuente que en tantas películas hemos visto, es blanca y limpia, está llena de gente, pero igual que a Mastroianni, en cuanto me puse frente a ella, el ruido y la gente que la rodeaba dejaron de existir. Esto es imperdible, ahora que vengas será una de las primeras cosas que veas.

La fecha de tu llegada se acerca y aunque no vienes a esta ciudad, en este continente las distancias son cortas. No sé si debo ir por ti, en el mensaje al celular dices que no porque no sabes con quién te quedarás y tampoco si en ese lugar hay espacio para mí. Bueno, tienes razón, acomódate, y luego, en cuanto pueda voy a verte o vienes. Existen tantas cosas por ver, por oler, probar, sentir.

El museo ese tan famoso y al que todos quieren venir superó mis expectativas. ¿Conoces la frase non plus ultra? Claro que la conoces, está escrita en la biblioteca de la universidad. Bueno, aquí aplica perfectamente. No se puede superar lo visto, el mármol con el que tallaron dioses, animales, filósofos y vírgenes, es una caricia. No son esas esculturas rígidas a las que estamos acostumbrados, se mueven, el mármol da la impresión de ser tela, de ser piel, pelos de animal. El mármol está vivo y te cuenta historias, es cálido a la vista pero frio al tacto. De la pintura no te cuento, tienes que verla, sólo te comento que ahora tengo otro personaje que me fascina: las sibilas. Mujeres con la capacidad de desentrañar el futuro.

Te advierto que el día que vengamos a este museo debe ser temprano y bien descansados, te mando además la liga de un par de películas que te van a ayudar a entender muchas cosas sobre el museo y la ciudad en general. Pon atención al castillo que lleva mi nombre, y a los puentes que llevan a una ciudad-isla. Esas cosas son las que hasta ahora me tienen impactado. Recuerda que llegas en temporada de carnaval, que emoción.

II

Ya estás aquí, ahora mismo estoy esperando el avión que me llevará a verte. Tengo mucha ilusión, pero también miedo, de plano tu silencio me tiene asustado. Han pasado semanas y lo que sé de ti son emoticones de Whatsapp, antes me parecían graciosos pero ahora me da grima no saber cómo interpretarlos. Entiendo que la distancia física es terrible, pero si a eso le sumas el silencio estamos condenados a priori al fracaso. Voy con grandes expectativas pero también mentalizado para un golpe. Llego en dos horas, de ahí tomaré el autobús y nos vemos justo en las escaleras de la estación principal de trenes. Busqué en internet y la escalinata principal es de una belleza, por favor, sí lees esto, ahí espérame.

Contrario a lo pensado al verte me sentí aliviado, me hubiera gustado que cuándo te pregunté si me extrañabas respondieras que sí y no levantado los hombros, esas cosas llegan a lastimar, y aunque acepto que te pude fastidiar mucho antes, todo fue de forma inconsciente y por omisión. Palabra, obra y omisión.

Nunca antes estuve en un Starbucks tan lindo como este, ahora tú estás metida en la Tablet hablando, te mando este correo para ver si sonríes.

Definitivamente no logré que rieras. Por eso me salí, que lindo es este mar, tan plácido. Me gusta estar en estas fronteras que son amables, ni se ven, ni se sienten. Ahora que estás acá me doy la oportunidad de platicar las historias que sé, sería interesante que dejaras de lado la Tablet y hablaras más, me da una curiosidad que se acerca al coraje ¿por qué tienes tanto tiempo para hablar con Iván, Anita y Don Roberto, pero conmigo siempre estabas ocupada?

El museo fue genial, te lo dije, te dije que no te ibas a arrepentir, de no ser por la estúpida pelea de antes de entrar te hubiera contado un cuento que leí sobre las sibilas. Será para la próxima, prometiste que regresaríamos.

No hay plazo que no se cumpla, regreso a casa. Tú te quedas unos meses más, te voy a extrañar mucho, no dejes de pasearte. Me dicen que P te puede recibir en su casa, también S que vivió con mis papás, dijo, que de querer, él podría pasar por ti para llevarte a pasear y ver las atracciones que no son para los turistas. El caso es que a donde te muevas me avisas para buscarte gente. Ahora estoy en el transborde, me quedan unas horas en el aeropuerto. No dejo de pensar en que pudimos no pelear, o en que pude quedarme más o disfrutar más, o viajar más, más países. En realidad, me detiene el dinero, pero también, debo confesar, esa maldita incapacidad para dialogar.

Ya casi llega el avión, una tormenta lo retrasó, vengo cargado hasta el tope porque se me olvidó comprar cosas y me metí al duty free, vino para mi padre. Blusas y sudaderas para mis hermanas. A mi mamá, le llevo postales, unos dulces maravillosos que acabo de conocer y unos conejos de chocolate. Me encantó viajar, me siento diferente, un poco cansado por las noches en las estaciones de trenes, pero satisfecho. Creo que el mundo es más pequeño de lo que pensamos, creo que es un invento ridículo eso de la inmensidad, considero que podemos conocer todo rincón de este planeta. En todos lados somos iguales, vimos gente pelear, gente amarse, vimos hambre, riqueza, soledad y amistad. Según tú ¿en que es diferente esos lugares a los nuestros?

III

Ya regresé a casa, llegué en la madrugada, estaba tu padre esperando en el aeropuerto. Muchas gracias.

Mi madre vino a recibirme a casa de mi hermana, me abrazó y dijo que me extrañaba, me invitó a comer a la pagoda y pedimos lo mismo.

Han pasado algunos días, luego del jet lag y las millones de explicaciones a familiares llegó el momento de enfrentarse a la realidad, es terrible ver que a nadie le interesan tus historias, siento que en el fondo, la gente espera que le digas que la pasaste mal. Te recomiendo que te quedes allá, busca la forma de extender el apoyo y haz más larga la estancia.

¿Hola? estoy harto de tu silencio, ¿lees mis mensajes?, ¿me puedes decir que carajos hice para que no te dignes a responder un correo?

Mi padre y yo salimos a pasear, recordé mucho a Reinaldo Arenas porque vimos la misma imagen, él en cuba yo acá. Vi gente comer tierra, pero no porque fueran real maravillosos y buscaran la poesía, comían tierra porque había tierra para comer y eso se come.

¿Nada?, ¿no dirás nada? Bueno, te veo en las fotos de whatsapp, que lindo que andes tan lejos, tráeme de perdido monedas para verlas y un día si hace falta cambiarlas. Te ves bien, que contenta. Acá las cosas se pusieron feas, el gobierno no ha cambiado nada y la represión es terrible, parece que está todo en venta. Las calles se llenan de gente gritando, no quisiera estar en ningún otro lado.

Querida C, este es el breve resumen que te prometí, no hay mucho más que decir. En estas páginas encontrarás todo el viaje y todo el silencio. Seguro si hago una búsqueda en google descubriré que el 17 es cabalístico por alguna razón, pero la verdad, es que este 17 sólo me representa hastío. He decidido, que si te gusta tanto el silencio, silencio tendrás. Suena a venganza, pero no lo es, recurro a lo que Kierkegaard denominó la «catarsis del silencio» cuya función es restaurar todo valor de la palabra ha perdido luego de tantas letras leídas e ignoradas.

Espero tu amable respuesta.~