NAGARA: No hay historia: Patricio Grinberg

Jorge Posada comienza la columna sobre poesía: Nagara, en la que hablará sobre diversas obras de poetas contemporáneos (aquellos creadores en activo nacidos a partir de 1970) con la idea de crear un diálogo entre dichas creaciones y sus posibles lectores, y trazar el contexto en que las obras aparecen destacando el esfuerzo de ciertas editoriales españolas y latinoamericanas.

Nagara será un pequeño ensayo en la edición de la revista, y publicaremos una muestra del poeta referido en el (también, nuevo) blog de poesía. Comenzamos con Patricio Grinberg, poeta argentino.

«Sin embargo», sol a media noche

«Sin embargo», sol a media noche

1.
«PRIMER PRINCIPIO, ASUSTARSE, segundo principio, adivinar
un vestido rosa, el pianito de juguete que nunca le compraron, la cara desencajada de su madre rodeada de policías, en la primera versión hay cubos de plástico, un abecedario con dibujos de animales, todo visto mal
después de kilómetros
hay un principio, hay un yo diciendo yo, todavía me acuerdo, a la mañana llovía, el viento nos daba miedo»

Este es el inicio de VHS (Zindo & Gafuri, Argentina. 2012). Tercer libro de Patricio Grinberg.

 

2.
Cada lectura una versión posible, una combinación distinta. La facultad de añadir texturas a una imagen al borrarla. El cambio de forma de un puzzle de acuerdo a la manera con que se arme.

 

3.
Obsesiones de Grinberg: Cómo representar lo simultáneo. El registro sonoro del contacto entre los objetos. Construir una narración desdibujándola.

 

4.
Regreso a las palabras de Grinberg.

Un diálogo que tenga como principio el miedo y luego la adivinanza.
Una conversación de preguntas: ¿Al principio de qué? De la percepción, de la memoria, de las maneras en que construimos la identidad.
Al despertar, al buscar en los recuerdos: el desconcierto.
El aire del cuarto, las sábanas: evitar los subtítulos que los definan.
¿Qué es lo que sabemos al bajar de la cama y tocar el piso? ¿Qué es lo que extraviamos al saberlo?
Aquí inicia la ficción.
¿Soy los yo que pierdo? ¿Los objetos y su ruido me obligan a cambiar mi nombre, los matices de la voz?

 

5.
Luego del miedo, observar que las certezas son un tablero con miles de televisores encendidos. Cada versión crea otras versiones. Un puzzle. Una imagen que tardaremos meses en aprehender. Un mapa con las mismas dimensiones del territorio que representa, pero con sitios, fronteras y distancias borradas.

 

6.
Grinberg descubre «un yo diciendo yo». Narra una historia carente de primeros planos. Una trama construida con astillas. Un personaje cuya memoria consiste en horas de películas caseras.

«el recuerdo más o menos trabajado de unas vacaciones en la playa, de la primera versión queda muy poco: panorámicas aburridas de un balneario y en subtítulos algunas frases desarticuladas

—el conejo que me habían regalado
—una frente a la otra, 30 cm y mi cartera
—lo sacaron de la caja y se murió de miedo
—Minnie Moore, si fuera rubia
—igual que ese conejo»

 

7.
¿Qué se oculta en la obsesión por documentar? ¿Qué está presente en la manía por registrar los primeros pasos de los hijos, sus primeras palabras? ¿Cuánto de voyerista hay en el padre que graba a su familia en ropa interior, al entrar al sanitario o mientras duerme?

Existe el gesto de sorpresa de los niños ante la cámara que luego se convierte en algo distinto conforme se sienten vigilados. Existe, también, el momento en que el padre obliga a realizar ciertas rutinas, a repetir ciertas frases. Los niños se transforman en personajes de cintas que definen su infancia.

¿Qué sucede con estos personajes al encontrarse frente a esta ficción instantánea?

 

8.
«una pregunta que se responde con otra y las manos abiertas sobre la cara, con ese gesto de miedo que se filtra entre las manos

—esa versión zombie de mí
—yo tres días en un traje de astronauta

saltar el principio y quedarse, hacer distintas versiones de lo mismo: hay una versión más o menos cómica, y otra con juguetes, una vez hicieron una versión completamente blanca (sábanas, paredes, papel higiénico, harina y jabón en polvo, pasta de dientes)»

La contradicción entre los múltiples indicios que dibujan el yo, en Grinberg, no solo está presente en el discurso sino en su forma. La desintegración de los personajes y de su historia constituida por deshechos de otras historias posibles, se presenta por medio de una voz quebrada que se mantiene. La cesura y lo discontinuo establecen un bloque, son el tablero con miles de televisores y el orden que crean al alternar sus imágenes, al variar su ritmo. La continuidad, la dicción llena de apéndices y detalles, sirve para que el lector a cada instante encuentre que los acontecimientos y la manera de enunciarlos, resultan solo una posibilidad. Un puzzle cuya figura se modifica y no por ello pierde su carácter.

 

9.
Grinberg adopta en su escritura el tono y el ritmo de las cintas caseras. El sonido, la disposición textual, la constante interrupción recuerdan la movilidad de la cámara, el inseguro punto de vista. Close-ups a «una pelota, una piedra, la cáscara de una naranja». La descripción de un lugar «algo parecido a un lugar», de las partes y «la forma que tienen esas partes, el ruido que hacen».

La inseguridad del cineasta amateur en Grinberg se combina con la mirada de ciertos filmes de Derek Jarman.

 

10.
Al principio el miedo. Luego adivinar a través de lo simultáneo. Una poesía que se resuelve en un tablero de combinaciones.~

 

Patricio Grinberg nació en Buenos Aires en 1970. Publicó La Jabalina (2002), Manila (trilogía compuesta por Fedra, Huye y Drop) (2010) y VHS (2012). Recientemente ha traducido obras de Mary Jo bang y John Cage, y está preparando otras de Ted Berrigan y Rae Armantrout. Es director de la editorial de poesía Zindo & Gafuri. Parte de su trabajo como editor, traductor y poeta puede verse en http://zindoygafuri.blogspot.mx