Intervalos moderados
Llevaba muy mal los huecos. No sabía que hacer con tanta intemperie, fría y desangelada. Había pausas que me ponían tan nerviosa que sólo podía pedalear para dispersarlas, pero, después del esfuerzo, y de alguna rodilla arañada, otra vez estaban ahí, justo donde las había dejado, deseando que las rellenara y coronara con guindas en sus puntas.