El parto más grande
Un cuento de Josemaría Camacho. Ilustración de Sonia García
vozed 58, junio-julio 2016
ESTABA EN LA sala del Museo del Prado, una pinacoteca especializada en el arte de los siglos XVi al XiX, y en ella no solo había muchos interesados en las pinturas y turistas –muchas nacionalidades, razas y, en consecuencia, culturas– sino niños jugando a la consola, un grupo de artistas haciendo imitaciones de una obra maestra, jóvenes consultado su Facebook y sacándose selfies, una pareja en mallas y sudando –al parecer decidieron pasar a dar la vuelta nada más terminaron de entrenar en el cercano Parque del Retiro–, varios leyendo silenciosamente, alguno escribiendo,… solo faltaba que alguien se pusiera a bailar y ya no había ninguna otra actividad que, al menos mi estrecha mente, entendiera que se puede hacer en tiempo de ocio. Y todo cultura.
Me causó espacial gracia ver a un joven con una camisa del Joker viendo el cuadro de «Saturno devorando a un hijo», y recordé una conversación con una amiga escritora –fan de los comics y de Batman– en la que dijo que no cree en la división de la alta y baja cultura. Y es que ya no existe. La televisión misma puede tener las mejores historias, directores y guionistas en un canal y, a la misma hora, en el canal de al lado, tener a un grupo de tertulianos televisivos que chillan como guacamayas sobre el Gran Hermano edición tres mil. Ambos en prime time. La cultura se ha homogenizado, no solo por la globalización sino por Internet.
Por otro lado, se ha reducido al tiempo de ocio (letanía por demás repetida en cualquier charla entre profesionales del sector editorial de hace un tiempo para acá).
Y, con todo esto en la cabeza lanzamos la edición 58 (junio-julio 20216) de vozed. Tocaba hablar de muy pocas cosas serias, y por tanto de todo lo importante. Tenemos cuentos, muchos, y muy buenos, que tocan varios palos, como en la galería del Prado. En el relato de Josemaría Camacho hay artistas y marchantes de arte contemporáneo; en el de Bernardo Monroy hay viajes en el tiempo, videojuegos de los 80, vigilantes y pederastas; en el de Jorge Jaramillo Villarruel hay picaros, magos y sacerdotes vudús; un hipter-cultureta con una novia muy celosa, cuento de Rafael Tiburcio García; y ángeles, demonios y muerte en el de Cecilia Oliveros.
Tenemos un ensayo sobre los nuevos líderes de opinión, de Gerardo Sifuentes; un artículo-invitación para descubrir (sub)géneros soslayados en El Gran Lebowski, de Marcos Pico Renteria; un texto sobre cómo uno se puede volver adicto a una programación que explota la muerte como contenido, de Elisa Aceves de Ramery. Hay añoranza (o no) de los 80 en el texto de Cástulo Aceves, y es que, sin duda, los colores pastel y el inicio de la música sintetizada han influido ¡y mucho! en una generación de escritores que lo vivió en la infancia y adolescencia. Hay fútbol, en el texto de José Antonio Lizana, donde un equipo no solo es cultura sino casi un familiar; y tenemos una retrospectiva de la propia obra, que nace del agradecimiento de un poeta, Jorge Posada, a sus editores. Una amalgama tan heterogénea como lo es ahora mismo la cultura. Y sin olvidarnos de nuestros ilustradores y fotógrafos: Sonia García, Carlos Dzul, Luciana Casales,…
Faltan cosas, por supuesto; pero nunca hemos sido académicos, ni nos importa si no cumplimos con lo que el canon dice sobre qué debe ser un monográfico sobre cultura, y es que, en vozed, por naturaleza somos contraculturales, distintos. Somos outsiders, cuestionamos el status quo, nos preguntamos por las imposiciones del mundo moderno, nos gustan los viajes y las vacaciones, queremos otras vidas, buscamos marcianos… nos gusta intervenir lo que hay, y sí, somos un poco punk. Vamos, que nos importa un carajo lo que debe ser. Y, la pequeña comunidad que nos sigue, fiel a nuestras historias, nos ha mirado levantando una ceja cuando lanzamos un manifiesto para que ellos mismos no sean un mero consumidor, lector de historias. Todos somos y hacemos cultura, y todos podemos crear; una forma es a través de la intervención, y así montarse, sin que uno se dé cuenta, en el tren de las #NuevasNarrativas.
Esto de las #intervenciones ya rueda, tenemos varias entregas, la última, una maravilla que –advierto– puede causar adicción y consumir muchas horas: el punto de partida se cuestiona qué es lo cool. Rescatando un texto de un maestro como fue Rafa Saavedra, la intervención de Gerardo Sifuentes es una explosión, «una experiencia de lectura interactiva, enriquecida con las posibilidades del internet y la cultura».
Finalmente, creo que hablamos de Cultura, sin pretensiones, como los muchos que acuden a las historias de vozed, o las salas del Prado.~
Humberto Bedolla (editor),
Con la mirada entre del Museo del Prado y el parque de El Retiro, Madrid,
mayo de 2016.
» vozed 58, junio-julio 2016
Contenido:
Cuento »
» El parto más grande, Josemaría Camacho/ ilustración de Sonia García [ » ♣♥ ]
» Las chicas sólo quieren, por Bernardo Monroy/ ilustración de Carlos Dzul [ » ♠♥ ]
» La reina de las nieves, por Jorge Jaramillo/ ilustración de Luciana Casales [ » ♦♥ ]
» Midori, por Rafael Tiburcio [ » ♥♥ ]
» Las llamas del Olvido, por Cecilia Oliveros [ » ♥♠ ]
Sin pretensiones, cultura »
» Yuya es Max Headroom: Los nuevos Talking Heads, por Gerardo Sifuentes [ » ♠♥ ]
» El gran Lebowski, los hermanos Coen y los (sub)géneros soslayados, por Marcos Pico Renteria [ » ♣♦ ]
» Los otros ochentas, por Cástulo Aceves [ » ♣♣ ]
» Gente muerta, ¡qué gusto!, por Elisa Aceves de Ramery [ » ♠♣ ]
» NAGARA: Habitar un país es llenar de tierra una piscina, por Jorge Posada [ » ♠♠ ]
» Club Deportivo Ferroviarios de Chile: Cien años en el corazón, por José Antonio Lizana [ » ♦♦ ]
» ¿Qué diablos es eso de lo cool?, por Rafa Saavedra, #intervención de Gerardo Sifuentes [ » ♥♠ ]
Un texto-invitación de Marcos Pico Renteria
No es auto-ficción, sino un ejercicio de agradecimiento a sus editores. El propio Jorge Posada en Nagara
El club como de uno más de la familia, sin más. Un texto de José Antonio Lizana
Lo cool, según Rafa Saavedra, con una intervención de Gerardo Sifuentes