Tengo un perro de dos cabezas y otros poemas
Poemas de Sofía Cham /collage Juan Astianax
Tengo un perro de dos cabezas
nació como nacen cabellos blancos
lunares semillas
polvo de hojas.
Todos los días el perro de dos cabezas abre sus mandíbulas para mí
contiene las rejas amarillas en donde asiento mis cuadernos
contiene una pluma que se balancea como pájaro en el aire
y la tibieza de mi mano para escribir.
Ese perro
dos cabezas y dos mandíbulas abiertas
tan frágil colibrí preñado en nervios
tan dura piel de palazos no ansiados
me mira con la ternura de ver al sol enmagrecido
chasquea sus dientes y lenguas
piensa que merezco el garbo mordisqueado
buche de versos
saliva viscosa que lubrique mis días y pegue el día al día siguiente
para no escabullirme
como ese sol que él mira al mirarme.
Ese perro< costal de piedras echado en mis brazos costal de miedos resguardándose en temblor levanta una pata y pide la palabra es un perro educado si no es una pelota de ideas aventada al abismo si no pesa en su plato el poema lo que pesa mi cuerpo si no es el tiempo que le dedico a cepillar las lecturas de su pelo me voltea las caras me tira la casa que le construí con la madera de mis años./p>
Todos los días el perro de dos cabezas acerca a mi palma una de sus frentes
pero conforme pasa el tiempo ya no sé a cuál de las dos cabezas acaricio
me pierdo entre lo real y lo intangible al llamarle con mis dedos ciegos
mi perro dos cabezas
mi cabeza dos perros
nada es preciso como el núcleo de sus universos que se mueven al ver mi recorrido.
A ese perro le da igual si un día me peino o no
si me equilibro en la escalera de espejos hacia el vacío
si me vacío sin espejos mientras me peino.
A ese perro le importa nada si estallo locura
o me pierdo entre el fiel silencio que se encarna en hipocampo.
Recorro este pedazo de mundo sujeta al listón de sus cuellos
el perro babea el suelo esperando algún verbo para comer
tiene insaciable necesidad de palabras
mal tragadas
con las que apenas puede dormir e incorporarse al día siguiente
Duerme
hasta que yo detengo mis manos en una almohada.
duerme
hasta que yo dejo de abrir los ojos para contar cuántas vueltas da antes de acostarse.
duerme
hasta que yo decido poner el despertador y cargar la pila de mis horas por venir.
Mi perro descansa
después de hurgar dentro de mis bolsas
y cerciorarse de que están ahí los olores que dejan las tareas incompletas
para llenar la hoja de quehaceres interminables
para no pararme de pronto en la cabeza de uno de esos días
romper la hoja y decir terminé
para seguir conmigo
porque él apareció como aparecen los sueños recurrentes
o las estrías en la piel.
Para no perderte
Llené los bolsillos de mi piel con las luciérnagas que emanan tus ojos
y funden tu cien de grietas profundas bajo los pliegues de tu infancia
resalté en el velo casi incomprensible del tiempo la letra de tus parpados
y el misterio grabado de tu cara contra el viento
contra el viento
ese aire que recorre con descaro tu sonrisa y se filtra en el ademán de tu puerta abierta
tu gentil puerta
que da la bienvenida con su luz
morada de savias palabras que nadan contra corriente
nido donde se guarda tu lengua y mi voz juega a perderse para ser encontrada
comisura suave de fruición luminosa
es el borde de un dibujo que se inventó para dar besos de colores
entra el soplo por tu boca hasta la úvula y nace enfurecido para dar batalla
galopa haciendo desorden en una montaña forrada por arboles cenizos
mi ave terca busca anidarse en tu cuerpo
en las ramas donde hojas nacemos y dan punta para el sentir de tu tacto pendular
nuestro viento rejuvenece.
Todo es grácil en mi andar sobre el puente que me conduce hasta ti.
Ciento cincuenta espejos a la altura de tu mirada comienzan a girar
reflejan cómo cepillo mi cabello mientras una melodía hace eco
vuelas aire y yo sigo en plataforma de nube bajo el agua
sube y baja compás de la marea
el reflejo persigue nuestras libélulas sin alcanzarlas
entre espuma
se condensa el calor
y la noche emerge como tentáculo de iris
amenaza con avisarte dónde estoy
amenaza como luz de esqueleto en tus ojos y ese lunar que me mira tan-bien en el galope
caminantes cuadras
cuadras sombras
no hemos dejado rastro estela ni migajas de pan.
Hemos de abrir nuestras bocas para cantar
devorar todo cuanto toquemos
nuestros cuerpos se entumecen en este mar de libélulas
nuestros cuerpos aguardan
con tibieza de infante
en la oscuridad del cuarto mientras duermen.
En el borde de mi labio donde la montaña se curva para dar un beso
tu lengua se balancea abriendo refugio
el caballo del tiovivo no me deja partir
calma la madeja de la noche en tus intranquilos dedos
exhala fragancia de sábanas blancas llamadas mar.
Tu hilo
un susurro de abeja
un arrullo de motor cigarra
un espasmo en el pecho de la ciudad
ya hizo un mapa.~
*collage de Juan Astianax, «Siendo Seis». Tinta, collage, pelo y diamantina sobre papel 22x42cm 2017
Leave a Comment