Poe-nude

Un poema de  Enrique Andrés Mejía Gómez

 

Siéntate por favor,
trae tu bebida favorita,
disfruta de como estoy a punto
de desnudar mis heridas.

La primera sin duda es la más notoria,
mis pupilas caoba,
al menos ese era el color
que habitaba en ellas
antes de ser desangradas
por el falso resplandor
de tu joyería barata,
aquel día en el que me
dijiste

“Eres el único con quien he hablado así…”

Toma un sorbo cariño, aclara tu garganta,
que ya viene lo bueno
te lo prometo,
recuerda que no suelo decepcionar.

La siguiente marca es quizás tu favorita,
la fisura que dejaste en medio de mis labios
con cada embestida de los tuyos,
con cada mordisco cargado de
una falsa explicación,
con cada tierno beso
que ocultaba un
terrible secreto

“Ya no soy esa mujer”

No desesperes belleza,
ahora empezaré a dejar caer mis ropas,
que te parece si desabotonas
mi camisa blanca de mancuernas,
esa que tantas veces,
con tus esmaltadas uñas me arrancaste sin pudor,
deja al descubierto mi pecho por favor.

Tercera cicatriz es la que mi torso al descubierto
ostenta desde que la verdad
vino de visita aquella fatídica noche,
cuando más de cincuenta fueron las incisiones
con nombre y rostro propio que dejaron libre
el camino para que tomaras mi corazón
y lo arrojases por la ventana
donde alguna vez miramos las estrellas.

“Solo fueron amigos, nunca nada paso”

¿No estás disfrutando del erotismo del momento?
tu misma has dibujado y desdibujado este cuerpo,
¿Por qué cierras la página?
no apagues el teléfono todavía,
no ves que aún queda mucha piel por develar.

Ven, acércate y con tu delicado toque,
libérame del cinturón carcelero que aún tiene
mis pantalones en su sitio, arrójalo lejos,
no lo necesitaré por un buen tiempo,
despunta ahora mi pantalón azul,
no apartes tu mirada de la mía,
hazlo como desde aquella primera vez,
mostrándome lo único honesto
que has tenido por mí,
deseo,
ese fuego consumidor,
que luce amenazante e implacable desde aquí.

Puedes oír como los dientes del cierre
se separan de su permanente comunión,
hasta cesar por completo su grito
pues hasta el último de ellos
se ha separado ante la fuerza de tus dedos
y la presión de mi sexo palpitante y cautivo
esperando a ser liberado de su prisión.

Pero no te precipites aún,
deja que el pantalón caiga por completo,
deja que lo cuelgue en el perchero
que está al lado de la puerta,
sabes como soy con estas cosas,
me gusta que todo esté en su sitio,
¿En que nos quedamos?
cierto, ahora solo un poco de tela gris
evita que quede por completo desnudo ante ti,
pero antes de presentar mi último estigma,
¿No deseas volverme a besar?,
piensa que es ya el último beso que tendrás,
del hombre que era y que asesinaste durante estos
meses con todas tus mentiras.

“Esa fotografía me gusto por el fondo, no por quien la protagoniza”
“Solo hablaba con él para decirle que no a sus invitaciones”
“Conservo sus regalos, pero no significa nada dormir con ellos cada noche”
“Es solo una fotografía, ese día no pasó nada te lo juro”
“Solo bailaba con ellos por aburrimiento”
“Estuvimos en la misma finca, pero no pasó nada esos cinco días”
“No volveré a mentirte, lo prometo”
“Ahora enserio no volveré a mentirte de verdad”
“Sé que ya lo dije, pero enserio no volveré a mentirte.”

¿Qué pasa, ahora no quieres besarme?
entonces porque aún veo un incendio creciente en tus ojos,
mientras tus manos están a tan solo centímetros de dejarme
por completo a tu merced.
¿No sientes la dureza que se levanta tras la tela?
¿No sientes como se agita ante tu cercanía?
Puedo sentir como tu aliento, traspasa el algodón
que tiene prisionero a mi sexo.

¿Por qué lloras?
¿Acaso temes ver la última marca que me has dejado?
Libérame ya de mi tormento por favor,
a eso hemos venido hoy,
a liberar al viento mis demonios,
mira que ya la tela no resiste la presión,
no pienses en la moralidad de este acto,
total, condenados ya estamos.

Así es querida niña,
deja libre lo que alguna vez
fue tuyo,
ves cómo se levanta agitado ante tu presencia,
aún recuerda tus manos,
aún recuerda tus labios.

El ultimo estigma que dejaste en mi cuerpo,
la cicatriz más profunda
la de un recuerdo,
si bien invisible a los ojos resulta
cada día no deja de arder.

Ahora me tienes sin nada ante ti,
desnudo,
expectante,
excitado,
apenado,
tembloroso,
nervioso,
como aquel primer día en que deje a mi cuerpo,
ser peregrino en tu templo.
como en aquel día en que selle mi destino
y me volví un ciego devoto.

Ahora la única diferencia cariño mío,
es que me desnudo en poesía,
en versos y en rimas,
ya no entregaré mi cuerpo tan fácil,
porque este poema termina
cuando nuestros cuerpos,
vuelvan a cubrirse de ropajes
que oculten nuestras cicatrices.~