Extinction song
Texto de Rodolfo JM /eIntervención por Enrique Urbina
Alejandra pensó que había soñado la melodía.
Porque la escuchó mientras dormía.
Porque tenía ese no sé qué de los recuerdos de infancia
que un día olvidamos sin darnos cuenta.
Llegó suave, la melodía,
como venida desde muy lejos,
como una llovizna de verano
que sin embargo
y pronto se descubre aguacero.
¿Qué nostalgia brincaría de esas notas?
¿Qué había tras aquel posible recuerdo?
Alejandra llevó la melodía a su boca
y descubrió que su cuerpo se hacía pesado,
que le costaba mantener los pensamientos.
¿Y si estaba enferma? ¿Y si mejor no iba al trabajo?
Se miró al espejo y no consiguió reconocerse,
pero no tuvo tiempo para dudas
ni para despedidas.
En su mente sólo quedó la melodía
tomando por completo el escenario.
Incluso si hubiera podido
tomar el teléfono,
intentar desesperada
marcar un número de emergencia,
llamar a casa,
no hubiera tenido éxito,
no habría conseguido nada.
En ese mismo instante,
en miles de otros lugares,
millones de mujeres y de hombres
cantaban a coro.
Olvidaban sus diferencias,
sus promesas y objetivos,
olvidaban sus enojos,
y sus esperanzas,
y sus miedos,
y todo lo que los hacía ser ellos.
Nadie dijo: “se los advertí”.
Nadie salió a explicar que según sus cálculos
la melodía venía del fondo de nuestras propias entrañas,
o de otro mundo, o de otro cielo.
Nadie denunció teorías o conspiraciones.
Nadie tuvo oportunidad siquiera de sorprenderse,
o de indignarse, o de sacar provecho,
Por unos minutos
el mundo fue un concierto con todas las voces.
Un sólo grito ciego.
atorado en la garganta
desde hace siglos.
Y después solamente silencio.~
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