Patricio Betteo: «La hoja en blanco. Hace muchos años que dejó de aterrarme»

«Betteo no solo va en camino de ser uno de los artistas visuales más destacados de México, sino es coherente. Sus «verdaderas ambiciones» no pasan por «enriquecer, embellecer, incluso completar con imágenes» textos y encargos.» Una charla con Humberto Bedolla.


 

SI UNO MIRA la «línea de tiempo» de sus contactos en cualquiera de las redes sociales puede descubrir muchas cosas, pero lo cierto es que desde hace tiempo solo nos sorprenden los de siempre. Y sobreponerse a los gatitos, los vídeos de policías corruptos (hay un par de vídeos nuevos al día), la absurda dialéctica y manejos sucios de los políticos (de estos hay tres o cuatros asuntos nuevos diarios) es difícil. Todo se vuelve gris. Hasta que entre bostezo y bostezo paras en una ilustración. «Qué chula», piensas. Miras el autor y sigues. Bajas, bajas y «anda, otra ilustración chula» que te llama la atención. Miras, es el mismo autor: Patricio Betteo. Buscas; y encuentras una ventana que devuelve color a ese monótono gesto de ir bajando la pantalla con el ratón.

Patricio Betteo Lagomarsino (Ciudad de México, 1978) estudió Diseño Gráfico en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM. Y para este texto y saber más sobre esa ventana de colores tuvimos una charla vía email. De alguien creativo, es relevante para mí saber la capacidad de aguante. Conocer cuánto tiempo lleva en el mundo del arte y la cultura da idea de la fortaleza y hasta resiliencia de alguien. Sí, resiliencia, esa «capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas».  O talvez podríamos hablar del grado de masoquismo que se tiene para aguantar en un mundo y un sector poco valorado y agradecido como es el mundo creativo y cultural.

¿Cuánto tiempo llevas en el sector? «Quince años.»

¿Cómo iniciaste?, ¿cuál es tu historia hasta el día de hoy? «No creo que mi historia sea particularmente original; tan solo demuestra –una vez más– que la perseverancia nos lleva a la punta de cualquier montaña, y que tonto sería creer que hay sólo hay una montaña por escalar y que el viaje tiene un final definitivo. Básicamente, terminé en la ilustración después de una breve pero intensa búsqueda por encontrar un oficio suficientemente creativo, viendo que el diseño gráfico nunca cumpliría con mis verdaderas «ambiciones». A mis 21 años armé un interesante portafolio de dibujos y me apersoné en algunas editoriales buscando cualquier encargo que se ofreciera. Y para mi sorpresa, funcionó. Tanto en las editoriales de libros infantiles como en los emporios de revistas. Hoy día sigo en eso mismo y no me puedo quejar.»

Betteo tiene 4 libros: Cinco (2014), Tinta (2014), Colección Inc_mple_a (2014) y Mundo invisible (2011), todos con editorial Subsuelo. Y desde esa búsqueda de trabajos para cubrir sus «verdaderas ambiciones» se ha dedicado a tiempo completo a la historieta y a la ilustración, siendo hoy día uno de los artistas visuales más destacados de México.

¿Qué te mueve en tus ilustraciones, es decir, qué quieres contar? «Por un lado, está lo que se «necesita contar». La mayoría de las veces, un ilustrador está prestando un servicio. Somos artistas a la orden de un contenido que nos antecede, normalmente hecho por un escritor o redactor. Así que, primeramente debo «ilustrar» el texto, valga la redundancia. Aportar una reflexión, un complemento o incluso una llana decoración. Y por otro lado, como un acto inconsciente, vuelco en el papel lo que soy yo y tal vez alguna idea satélite, gratuita, pero mi sello al fin. Mi propia estética, mi cordura o tal vez, mi falta de ella.»

Una escritora amiga mía, en una charla comentó que la «literatura [y el arte y la cultura en general] eran rendijas». Algo que comparto. Esos espacios entre clase y clase, los trayectos en transporte público, las madrugadas previas al horario laboral, las fiestas a las que has renunciado a ir… ¿cómo logras pagar las facturas? «Más que introducir mi arte «entre» proyectos, lo coloco directamente «dentro» de ellos. Corro con la suerte de ser contratado para ilustrar textos ajenos pero con la consigna –no dicha– de poner toda mi personalidad en ello. Es responsabilidad del ilustrador enriquecer, embellecer, incluso completar con imágenes la media naranja del escritor. Y es nuestro deber hacerlo como «autores» también.»

Betteo escribe en Mundo invisible (Subsuelo, 2011): «¿Soy cuentista, poeta o tan solo un idiota? La diferencia no importa. Prefiero estar vacío, como mis botellas.» Y  para mí es inevitable ver ese impulso por atender a las «verdaderas ambiciones». Toman peso aquellas palabras de dos respuestas antes: En «un acto inconsciente, vuelco en el papel lo que soy yo y tal vez alguna idea satélite, gratuita, pero mi sello al fin». Betteo no presta un servicio al texto ilustrándolo, sino utiliza los textos para desahogarse, para vaciarse.

¿Qué es lo más difícil para ti en el mundo de la ilustración? «No basta retratar cabalmente lo que un escritor ofrece en su texto. Incluso, hay veces que no se puede retratar, pues los temas pueden ser abstractos, herméticos, evasivos. El mayor reto es dar con la imagen exacta, el concepto preciso. Que sea tan disfrutable de dibujar para el dibujante como lo es transparente de descifrar para su lector. Ese es el mayor reto.»

¿Quiénes son tus referencias? «La lista es larguísima y totalmente interdisciplinaria. Desde Paul Klee hasta David Fincher. En este oficio, comencé con la imitación como una suerte de inspiración. Ahora, más que modelos a imitar, busco «motivantes». Escuchar el traqueteo del motor artístico de los otros a veces es suficiente para poner en marcha mi propia maquinaria, sean músicos, creadores de videojuegos o escritores.»

¿Cuáles son los momentos más significativos? «La hoja en blanco. Hace muchos años que dejó de aterrarme. Ahora es el signo más perfecto de la libertad, del infinito de posibilidades.»

Betteo no solo va en camino de ser uno de los artistas visuales más destacados de México, sino es coherente. Sus «verdaderas ambiciones» no pasan por «enriquecer, embellecer, incluso completar con imágenes» textos y encargos. No. Betteo ve continentes, hojas en blanco o textos ajenos en las cuales vaciarse. Ilustra, narra o es poeta para llenar de color, con «cordura, o [a] falta de ella».

Les dejamos algunas muestras de ello.~

Patricio Betteo: http://betteo.blogspot.mx/