“La música de concierto debe estar metida en la música popular”: Armando Rosas
«Armando Rosas mira de frente y sonríe todo el tiempo, sus labios delgados están enmarcados por una barba bien rasurada de candado, levanta la cabeza y sus anteojos de pasta parece que se recargan en las mejillas. Armando es fundador de Camerata Rupestre.»
SE ESCUCHAN LOS acordes del piano, uno a uno se van uniendo y van creando acordes. Ensimismado, mira fijamente las notas, mientras sus dedos se mueven con agilidad, el pianista murmura y va anotando en un cuaderno pautado, es de mañana. Una mañana fría y con la resolana de invierno. Armando Rosas mira de frente y sonríe todo el tiempo, sus labios delgados están enmarcados por una barba bien rasurada de candado, levanta la cabeza y sus anteojos de pasta parece que se recargan en las mejillas. Armando es fundador de Camerata Rupestre.
Música de Cámara con rock, instrumentos usados en la interpretación clásica con un toque de música alternativa, canciones con destellos poéticos, acompañados de vals, de boleros e influencia del jazz y de rock, eso es Camerata Rupestre, una banda formada por Javier Platas en el violonchelo, Toño Morales en las percusiones, Francisco Natera en el bajo, Ignacio Alfonso en flauta transversa, Javier Guillen en el violín y Armando Rosas en la guitarra, fundada hacia 1984..
Se ha dicho que infancia es destino, ¿para ti qué es?
Tiene muchas interpretaciones, pero la mía, la mía personal, yo creo que es un cóctel de variables sociales, genéticas y familiares, lo que han determinado mi ruta, tuvo que ver mucho la parte social, el entorno, viví en la colonia Doctores, luego en la colonia Obrera [colonias populares de la Ciudad de México], tuvo que ver toda esta combinación de la parte popular, sumado a que mi papá le gustaban los libros.
Imaginó que Armando Rosas va caminando por una de esas calles ¿qué escucha?
En ese tiempo escuchábamos, o se escuchaba en las calles la Sonora Santanera, Los Panchos, cumbia, las baladas, José José; de pronto con todo ese entorno más la universidad, generan cosas interesantes, tienes otra información, adquieres otra influencia.
El movimiento Rupestre tenía como referencia constante a la ciudad de México de la década de los ochentas. Era un grupo de músicos que manifestaban que como no tenían una linda voz de tenor, ni contaban con instrumentos musicales eléctricos, solo tocaban con instrumentos acústicos, muchas veces solo con la guitarra, pero se distinguían por las canciones refinadas, con letra cuidada, armada de figuras poéticas [i].
Habías mencionado que tenías una visión de la ciudad, pero con los Rupestres había cambiado está visión. ¿Cómo era esa visión antes y después de los Rupestres?
Más que tener una visión de la ciudad, tuve otro concepto de la ciudad. Empecé a muy corta edad mi acercamiento a la música, aprendía a leer música muy joven, y de pronto, por sobre la música que yo escuchaba, encontré una con la que me identifiqué, que sentía que hablaba de mi realidad y era la música latinoamericana, me sentía identificado.
Sin embargo, en mi contacto con los Rupestres, empiezo a notar que donde me desenvuelvo, no se hace mucho trabajo de composición urbana, porque lo que tocábamos en las peñas hablaba de una realidad rural y poco se hacía trabajo autoral, que hablará de la ciudad.
En realidad éramos intérpretes, cantábamos canciones de Violeta Parra, de Víctor Jara, entonces con los Rupestres se genera una vocación autoral, pues empezamos a hablar acerca de lo que teníamos de inmediato, acerca de nuestra realidad.
Ahora imagina a Armando Rosas que interpreta canciones de Violeta Parra, y que empieza a acceder a otra visión de la ciudad. ¿Cómo camina Armando Rosas a la ciudad?
No he reflexionado mucho en ese sentido, pero puedo imaginar que cuando eres joven, te jala más la aventura, meterte a la ciudad es una aventura y además con el contacto con los libros, ves la parte poética.
Hay poetas, autores, músicos que caminan la ciudad en la mañana, en la tarde, o en la noche ¿Armando Rosas cuándo la camina?
En la noche, de hecho muchas de mis canciones hablan de la noche de la ciudad, o por lo menos estoy en ese escenario, o ahí sugirieron esas primeros textos y desde luego siempre con la cercanías de la mujer. Ambas de noche
¿Qué significa la mujer para Armando Rosas?
Cautiverio y libertad. Tormenta y paz. No confío mucho en mi agilidad poética, intento decir lo que más o menos he reflexionado.
¿A qué canción le tienes más aprecio?
Es una respuesta difícil. Me inclinaría por Tocata, fuga y apañón, porque esa canción tiene un verso, que me parece que es muy personal «En el lomo del viento, monta una pesadilla», creo que es un hallazgo poético y a partir de esa canción intenté que todas canciones, sino fueran poéticas, porque el oficio de hacer canciones es muy diferente al del poeta. en la poesía puedes regresar otra vez al texto y un poco reflexionar y un poco analizar, y en la canción no; te atrapan dos o tres palabras de un verso, ya cuando reflexionas ya está terminando la rola, entonces tiene que ser un golpe directo al corazón la canción, pensé a partir de esa rola, por lo menos me lo propuse que cada canción tuviera un verso con una visión personal mía, sino la tenía, entonces muchas veces se quedaban en el cajón esas canciones, son inéditas y ahí están en un cajón de sastre, esperando que llegué esa especie de revelación, que solamente llega en algunos momentos.
¿Has sido muy autocrítico? ¿Cuál crees que una de tus canciones le hizo falta algo más, esa revelación?
Muchas. Es curioso, en su primer momento para escribir, cuando te enfrentas a la escritura cometes muchas aberraciones de las cuales te vas a arrepentir, pero también hay diamantes, lo digo en sentido metafórico, en los que vas a trabajar y que te hacen ser tu voz, por eso hay muchas canciones que podríamos dejar de lado, por eso cuando terminas te podrás quedar con 10 a lo más, con 5, que si podrían contar una historia, que sean buenos trabajos, los otros son como escalones que te permitieron llegar a esas canciones.
Hace rato hablabas de interpretación, ahora hablas de creación y también has hecho composiciones, en esa triada, en ese triángulo ¿por cuál vórtice te inclinas?
Es una combinación, pero casi podría asegurar por la composición, los momentos que más disfruto es cuando compongo, en esos momentos encuentro algo que decir. Sin embargo, esta parte no la puedes disfrutar del todo hasta que no la compartes, que es la parte de la interpretación. La gente dice es el aplauso, pero en realidad es eso, la constatación de que hay un diálogo, que no se compone nada más para uno mismo.
Por ahí menciona Nina Galindo que eres un divo, ¿tú qué opinas?
(Sonríe). Tiene que ver con una posición que mantengo con respecto a las contrataciones, me gusta mucho tocar, disfruto mucho, habría que preguntarle a Nina, que puedo interpretar; pero si sabe que yo soy más especial para las contrataciones, si llego a tocar quiero que las mínimas condiciones que yo pida se den, somos Rupestres, sí, pero que llegues y que no tengan un micrófono, yo no toco.
Hablando los Rupestres, al leer sus historias muchos de ellos se han quedado en el camino, o han decidido como otras opciones, o se mantienen meramente líricos. ¿Por qué optaste por continuar con el estudio?
Ahí se contesta lo de la primera pregunta, es una cuestión familiar. En mi casa se acostumbraba a ir a la Universidad, es una costumbre que me hizo decidir, voy a ser músico, pero me tengo que meter en un Conservatorio.
Antes de eso si anduve vagando, sin hacer nada, tratando de decidir que iba a ser de mi vida, pero en la casa existía esa tradición de ir a la escuela, creo que eso fue lo que determino mi ingreso al Conservatorio, así como la idea de terminar una carrera.
Y ¿cómo conciliaste esa parte festiva, lúdica, con la disciplina escolar?
Mira, es una buena pregunta, pero curiosamente fui indisciplinado en la escuela hasta que me encontré algo que me gusto, cuando encontré la música: No es que diga «me voy a tomar un horario de ocho horas», sino que te puedes pasar ocho horas sin darte cuenta, eso fue lo que hice ahorita, estuve desde muy temprano estudiando, no es un trabajo, es algo que disfruto, creo que la vocación determina la disciplina, haces lo que necesitas hacer.
Siempre pude hacer eso, estar en la fiesta, estar en misa y en procesión, fui uno de esos afortunados, Lo sigo haciendo, ahora cada vez menos, porque tengo poco tiempo, pero no me costó trabajo la música en ese sentido.
Aunque eres Rupestre, con Camerata Rupestre, se ha logrado conciliar la música clásica. Tienes una obra Cumbia a Nandayapa. ¿Por qué ese regreso a una raíz más clásica?
Si se hace una mirada en perspectiva, es una consecuencia de mi primera banda Camerata Rupestre, Mi primer banda seria, profesional, fue la Camerata Rupestre; aunque antes hubo bandas estudiantiles, donde aprendí muchas cosas, digamos que donde ya cobrábamos y nos presentábamos de manera profesional era con la Camerata Rupestre. Estoy muy agradecido con esa banda, aprendí a tocar otros instrumentos, tenía la facilidad de que el instrumentista me dijera, eso no se escribe así, o se tiene que hacer así; ese fue mi laboratorio donde aprendí.
Esa Cumbia Zeferino, que es un concierto para marimba y orquesta, es la consecuencia del acercamiento a los instrumentos, una obra plantada en la tierra, porque hay música que se hace más alejada de la música popular. Estoy convencido, o por lo menos donde me siento más a gusto que la música de concierto debe estar metida en la música popular.
No soy un vanguardista en ese aspecto, me gusta que la gente disfrute mi música. Muchas veces la música de vanguardia no llega a la gente, no le interesa. Muchas veces los autores se escuchan a si mismos, se aplauden entre ellos y no hay esa comunicación, que es tan importante.
La Cumbia Zeferino es resultado de un proyecto llamado de The Fast Concert Music, es un poco como la comida rápida, pero música de concierto y es provocadora también este tipo de música. El concepto de cultura se ha estado moviendo en los últimos años. La altura cultura cada vez pierde los referentes, lo que en su momento fue revolucionario ahora es moda, que siempre he evitado, cualquiera de las modas no me interesan. Por ejemplo Marcel Duchapm, que puso un mingitorio en un museo, en su momento fue revolucionario, pero ¡cuántas veces puedes repetir eso? Ahí está Karlhienz Stockhausen, tiene una obra que se llama 44, o 4 43, no me acuerdo, que es un pianista que se sienta al piano y durante cuatro minutos no toca, sino que solo se escucha el tosido del público, su respiración, si, en su momento fue revolucionario, pero cuántas veces puedes repetir esa experiencia, puedes escribir 10 45, es una visión personal; sumado a eso es un pleito por las becas, quien imponga sus criterios en la lucha por las becas de Conaculta es el que las va a disfrutar. Tengo la idea de que la música de concierto debe tener una comunicación con la gente.
Se dice que uno construye e interpreta su propia historia al hacer rememoración de ella, la reconstruye, construye los famosos imaginarios de uno mismo. ¿Qué anécdota podrá decirnos ese soy yo?
Sonríe. Como que siempre he estado, no sé porque razón, donde se generan cosas, donde se hacen cosas, no sé si es suerte, pero hay creación por todos lados. Cuando se hizo el Multiforo Alicia, Nacho Pineda nos pidió a varios compañeros, Rafael Catana, a mí, a hacer conciertos para conseguir dinero para abrirlo. Entonces uno de ellos se hizo en un bar que se llamaba Sepia y era manejado por Lituanos, rusos, hubo ahí una diferencia y, ni modos, como en las películas de Viruta y Capulina, terminó todo a pastelazos. Ahí tuvimos que entrarle a todo, tocamos, nos peleamos.
Luego en Rock Stock, era también en Reforma, lo manejaba Lynn Fainchtein, que es la productora de música más importante en México y Latinoamérica, hizo la música de Amores Perros, ella diseñó todo el trabajo. Ella también se contactó con la Camerata Rupestre y en una ocasión nos invitó a tocar, comenzamos a tocar, y eran puros yupiés, estuvo chistoso, porque nos empezaron a aventar hielazos, entonces estábamos tocando y el escenario comenzó a llenarse de hielos, de tal manera que los recogimos y también se los aventamos. Esas anécdotas me retratan como soy, alguien en lucha constante.
Hacer rato hiciste mención de la relación de música y cine. ¿El cine qué significa para ti?
Han cambiado mis percepciones acerca del cine, de inicio es memoria, recuerdo mucho de chico todas la películas de Pedro Infante verlas en casa. Unos melodramones, que durante mucho tiempo me costó regresar a verlos, porque siempre eran muy trágicos., Pero cuando tuve la oportunidad de salir a tocar fuera de México, me di cuenta que era la referencia de México; para la gente de afuera no somos como somos, somos como nos retrata el cine. En otros lados me preguntaban si iba a cantar rancheras, o si iba a salir de plano con mi sombrero de charro, a fuera son importantes los balazos y los sombrerazos. Después te das cuenta que no hay poder ante eso, te tienes que abandonar y tienes que buscar la manera de que esa fuerza caminé a tu favor.
Me di cuenta que el cine es la mejor manera de difundir tu música y tu manera de ser, todo eso y la cercanía que he tenido con unos amigos que se dedicaron más a hacer cine, me permitió entrar a ese mundillo. Si quieres decir algo y que la gente se entere tienes que hacer cine, porque se ve en todos lados.
Cuando tuvimos oportunidad de ir con El Violín a la ciudad de Cannes, me metí a una página de internet y El violín estaba en unas 80 páginas de diarios de todo el mundo, diarios en árabe, en inglés, en francés, en español. El cine tiene una penetración impresionante. Hay mucha gente que no le gusta eso, Mario Vargas Llosa tiene un libro que se llama Cultura del espectáculo, se manifiesta con mucho pesar de que la imagen impere sobre el mundo de la palabra, pero es algo con lo que uno no puede luchar, con le mundo de la imagen, ahora si que impera en el mundo y quien gane esa guerra de la imagen, de los contenidos, es quien impone la forma de ver el mundo. Sería importante que México tuviera una presencia importante en esta guerra de los sueños, Estados Unidos genera el 50 % de los contenidos del cine y la televisión, México y Canadá hace un 60% de esta producción, no es malo, lo demás se divide en los países europeos, asiáticos, no es malo. Es importante que México también manifieste su forma de ver el mundo.
«Cumbia Zeferino» (Armando Rosas Almanza / México 1960) para Marimba y orquesta de cuerdas, dedicada a Javier Nandayapa
Armando Rosas se graduó como compositor en la Escuela Superior de Música bajo la dirección del compositor Arturo Márquez, fue miembro del movimiento rupestre y director y compositor de la Camerata Rupestre. Se ha presentado en foros y festivales de Nueva York, Chicago, San Francisco, Los Ángeles, Cannes, Sevilla, Córdoba, Montevideo, Cuba, Buenos Aires y México entre muchas otras ciudades. Ha escrito música para las películas La mitad del Mundo de Jaime Ruiz Ibáñez y El Violín de Francisco Vargas (Seleccionada en el festival de Cannes 2006). En 2006 recibió el premio Pantalla de Cristal por mejor música para documental. Ha grabado 10 discos con música de su autoría. Actualmente es profesor de tiempo completo en el IEMS.~
Su discografía está conformada por:
Tocata fuga y apañón (Pentagrama 1987)
La evolución de las especies (Grabaciones Multimedia 1989)
Habrá tiempo (Pentagrama 1994)
Payola No. (Repertorio de lo obscuro 1997)
3.5 vueltas para Re (El repertorio de lo Obscuro 1999) CD dedicado al célebre compositor S. Revueltas)
La Balada del Pez (El repertorio de lo Obscuro 2001
Notas:
[i] Rokdrigo González
Manifiesto Rupestre.
«No es que los rupestres se hayan escapado del antiguo Museo de Ciencias Naturales ni, mucho menos, del de Antropología; o que hayan llegado de los cerros escondidos en un camión lleno de gallinas y frijoles.
Se trata solamente de un membrete que se cuelgan todos aquellos que no están muy guapos, ni tienen voz de tenor, ni componen como las grandes cimas de la sabiduría estética o (lo peor) no tienen un equipo electrónico sofisticado lleno de sinters y efectos muy locos que apantallen al primer despistado que se les ponga enfrente.
Han tenido que encuevarse en sus propias alcantarillas de concreto y, en muchas ocasiones, quedarse como el chinito ante la cultura: nomás milando.
Los rupestres por lo general son sencillos, no la hacen mucho de tos con tanto chango y faramalla como acostumbran los no rupestres pero tienen tanto que proponer con sus guitarras de palo y sus voces acabadas de salir del ron; son poetas y locochones; rocanroleros y trovadores. Simples y elaborados; gustan de la fantasía, le mientan la madre a lo cotidiano; tocan como carpinteros venusinos y cantan como becerros en un examen final del conservatorio», http://www.rockdrigo.com.mx/textos.html, 18 de enero de 2014.
Me gusto la nota. Siempre hace falta saber un poquito más de ese alguién al que admiras y sigues desde hace mucho tiempo.