Ley y verso
Un texto de Lord Enrique
LA CULTURA POP nos ha enseñado a luchar por nuestros más profundos sueños, ser una estrella musical en Roma como Lizzie Mcguire, quizás una leyenda del deporte como Michael Jordan, luchar por encontrar el camino a quienes somos en realidad, en resumen, tomar las riendas de nuestra vida, encontrar un camino y seguirlo, metafóricamente un norte.
Ese norte se vuelve un pensamiento recurrente que nos acompaña a todos desde niños, se hace parte de nuestros juegos, llegar a ser, ese es el quid de todo, solo basta con recordar cuantos rumbos diferentes nos inventamos por aquellos años infantiles, algunos anhelábamos ser valientes astronautas, mi hermana por ejemplo jugaba todo el tiempo a ser una delicada bailarina de ballet; tanto chicos como chicas alguna vez pensamos en que el mejor panorama laboral sería ser un poderoso Power Ranger, en mi caso el ranger blanco siempre fue mi favorito.
Ya con más kilometraje sobre el camino, el tema se pone más serio, llegamos a ese punto crítico, de inflexión sobre qué hacer con nuestras vidas, ¿encaminarse hacia el mismo norte que escogieron nuestros padres?, ¿escoger uno más convencional como ser contador, maestro o abogado?, ¿o escapar sin pensarlo mucho y ser un prosaico Tom Sawyer del siglo XXI o un solitario capitán Nemo en el fondo del océano?
¿Qué puedo decirles?, por mi parte quien les habla, se encuentra ahora mismo en frente del ordenador de la oficina, armado con una infusión aromática de frutos rojos, ignorando la pila de archivos y expedientes que esperan a ser resueltos; soy lo que me gusta llamar un residente de la rosa de los vientos, vivo cada día un poco en el norte, un poco en el sur, a veces más al oriente y otros días ya de plano en occidente. Me gusta pensar que soy una especie de Bruce Wayne, llevando de día una vida en el plano de la realidad, en el sendero favorito de todos los adultos serios, el mundo laboral y el norte que me permite camuflarme con ellos es el Derecho. Así es, estoy a contados meses de ser un Abogado, pero también soy Batman a la hora del almuerzo y después de la oficina, soy un justiciero, un vigilante de la literatura, pues también escogí otro sendero, ser escritor y poeta.
Vivir entre dos mundos tan diferentes para algunos de mis allegados es algo extraño, ¿cómo saltar de una cláusula contractual a un verso surrealista? Es un misterio que no tiene lógica para ellos, aquí he de detenerme un momento y ponerme algo filosófico.
Siempre hemos tenido la concepción de que el hombre vive en función de un norte definido, un camino que ha de ser el que siga religiosamente durante toda su existencia y lo defina entre sus congéneres, le dé un propósito, una identidad; ¿No es esto simplificar demasiado la esencia humana? Pensemos por un instante si Leonardo da Vinci se hubiese decantado por tener un solo norte, con total seguridad nuestro mundo se hubiese perdido de un genio apoteósico que abarcó tantas disciplinas como le fue posible, un desnortado que deambulo por la realidad sin un rumbo aparente, pero sí muchos caminos explorados.
En efecto, ¿qué sería de nuestras vidas si solo estuviéramos destinados a invertir nuestra mortalidad en un solo camino?, la sola analogía de vislumbrar el mundo por la misma ventana hasta la llegada de la inexorable hora de nuestra muerte, es algo tan perturbador que ha sido un tópico de cientos de distopías que reposan en librerías.
Por ello, brindemos juntos todos los desnortados que nos aferramos a cambiar de dirección a diario, que, como Jack Sparrow, nos guiamos por una brújula que apunta a donde el corazón dicta.
Desnortados que jugamos a ser adultos en un mundo de niños confundidos, gitanos que escribimos en vozed desde una oficina, una clínica, un banco o un bar que está por cerrar mientras nos dan las 10, las 11, las 12 y compartimos peces de hielo con Sabina sobre la barra, dando una buena vista a la rubia de la cuarta fila que nos lanza una mirada atrevida.
Vivo pues, entre versos e incisos, entre demandas e historias que toman forma en cada recodo del tiempo que se pliega y se encoge entre el vapor de un té caliente. Un desnortado que piensa a diario en ventanas por conquistar, en qué parte del mundo visitar mediante un personaje intrépido, no me conformo con una realidad cuando puedo habitar en un multiverso de infinitas posibilidades, puedo tomar el expreso a Oriente y resolver un asesinato imposible, coquetear con Ana Karenina en la ópera, comprarle cerillas a una pequeña en Copenhague, aprender modales con Mr. Darcy, pintarle un retrato a Dorian, irme de fiesta con Gastby, volar sobre un águila con Gandalf o besar los labios de Penélope.
Brindemos entonces por ser conquistadores de realidades, a pesar de nuestras obligaciones cotidianas, no tengamos miedo a escapar por un instante y desnortarnos un poco de camino a la oficina.~
Leave a Comment