Así somos

Un texto de Javier Barbera

 

¿PASA ALGO BUENO en el mundo?

Quizás sí, pero va a ser mejor no enterarnos. No vaya a ser que nos demos cuenta que estamos vivos y dejemos de sentir frustración. Y es que en un programa de estos curiosos de teorías de la conspiración escuché que al final de la 2ª guerra mundial se le entregó nuestro pensamiento al Instituto Tavistock, que se encargó prudentemente de ejercer como pastor del rebaño, y que mejor manera de que las ovejas no salgan del redil que el miedo al lobo. Tampoco es que fueran originales, las religiones lo llevan haciendo miles de años, con eso de ser “buenos”, para ellas claro, o vas a ir al infierno para la eternidad. El caso es que el miedo es un buen antídoto del pensamiento positivo, el emprendimiento, y sobre todo la felicidad.

¿No les interesa que seamos felices? Pues claro que no. Si piensas y consideras que tienes lo suficiente para ser feliz, ¿qué motivo tienes para trabajar doce horas?, o callarte ante las humillaciones de tu jefe, ¡o peor! robar tiempo a tus seres queridos para ser productivo. También mirar a otro lado cuando el poder roba tu esfuerzo, y te conformas tan solo con no empeorar.  Ese instituto que inventó la publicidad moderna durante sus más de 70 años de influencia, nos ha convencido que el placer es quitarle el plastiquito de la pantalla a nuestro teléfono nuevo, que la felicidad es comprarte una televisión más grande, que no hay mayor alegría que estrenar una casa por la que serás la oveja del banco la mitad de tu vida. Eso sí, para alimentar esas creencias tienes que sentir que el resto del mundo está peor que tú; es decir nos han convencido de nuestra idiotez, ya lo dice el refrán “mal de muchos consuelo de …”, pues eso, que es lo que somos o por lo menos cómo nos comportamos.

Esta mañana mientras desayunaba miraba con interés las noticias, como todos los días con la curiosidad de “¿Qué está pasando en el mundo?”. Un atentado en África donde murieron 70 personas  en nombre de “Dios”; medio país en llamas por culpa de algunos desalmados que les da por quemar la naturaleza, otra víctima de violencia de género y ya van un montón en lo que llevamos de año, descubren a un político haciéndose dueño de lo ajeno, y después de eso cuando ya estas a punto de vomitar vienen los deportes, y uno se pone contento cuando tu equipo paga por un jugador casi 130 millones de euros.

CIENTO TREINTA MILLONES.

¿Alguno tiene la capacidad de imaginar todo ese dinero? ¿O, la cantidad de cosas que se podrían solucionar?

Con toda esa información te vas a trabajar.

¿Cómo te vas a quejar?

Tú que tienes suerte de tener un trabajo que te permite quitarle el plastiquito a un teléfono nuevo, aunque para ello pierdas dos horas del día en transporte, otra comiendo lejos de tu familia, otras nueve o diez obedeciendo a un “señor” que a veces sabe menos que tú, pero que tiene por encima a otro que sabe menos que él. En resumen, que cuando llegas a casa al anochecer te pones a cenar para ver de nuevo las noticias. Una patera a la deriva es descubierta con 30 cadáveres de mujeres y niños, un brote del Ébola virus amenaza con convertirse en pandemia, otro político amante de lo ajeno (distinto al de por la mañana), disturbios en una ciudad europea terminan con muertos y heridos, pero no pasa nada, tu equipo acaba de fichar a otro por 50 millones de euros. Un besito a tu pareja y a dormir; que hay que madrugar para ir a trabajar.

Mal de muchos, consuelo de tontos, y si, es lo que parecemos, porque seguimos repitiendo nuestra rutina esperando resultados diferentes. Una vez quitado el plastiquito del teléfono la felicidad se esfuma y deja paso al terror porque se ralle la pantalla, que se caiga al suelo nuestro preciado objeto y nos cueste la vida. La televisión nunca es suficientemente grande y tras un par de días ya pasa a ser un mueble mas en nuestro hábitat.

La casa empieza a ser un regalo que al desenvolverlo se va llenando de sorpresas…se rompe la lavadora, se mancha la pared, se fastidia el sofá… Raro es el mes que no hay que cambiar o reparar algo, y por supuesto, para mantener la “suerte” que tenemos hay que madrugar para ser productivos. Seguimos en la rueda, pero no una que hayamos elegido, por eso pienso yo que quizás aquel programa de conspiración donde hablaban del Instituto Tavistock tenía razón, porque no creo que un ser tan inteligente, poderoso, el Rey del planeta, un Dios en ciernes como nos creemos, seamos tan tontos como para vivir así por decisión propia.

Nadie cuenta que miles de voluntarios reforestan los árboles quemados, o que el brote de ébola fue controlado por médicos que arriesgaron su vida de forma anónima, o que los maltratadores son el 0,001 de la sociedad aunque 1 ya sea demasiado… ¿Quién conoce el nombre del médico que descubrió la cura del “lo que sea”?  ¿Qué cobertura mediática tuvo el héroe que donó sus órganos y salvó diez vidas con su muerte? ¿Alguien conoce la historia de aquel misionero que llevo agua, cultura y dignidad a un recóndito lugar  de…?  “Al pueblo, pan y circo.” Ya lo decían los romanos, ahora es tecnología y fútbol, una evolución, pero el mismo concepto. Antes se rezaba por fe, ahora por dinero. Se ha convertido en el nuevo “todopoderoso”, capaz de entregar todos los anhelos del corazón de sus acólitos. Repito, buscamos la felicidad, sí, pero seguimos haciendo lo mismo esperando resultados diferentes. Ahora hago una pregunta para que penséis:

¿Cuál fue vuestro último recuerdo feliz?

Seguro que han venido a tu mente muchos, y hasta se haya pintado una sonrisa en tu cara. La verdadera pregunta es porque al poder que nos gobierna no les interesa que lo pensemos. Todos hemos recibido ese Whatsapp de “Como no sabía que ponerme, me puse contento”, un regalo efímero que fue tapado por cientos, miles de catástrofes planetarias. “El mundo está en crisis” pero, ¿qué chorrada es esa? El que parece estar y querer estar así es el ser humano. Para el planeta solo somos un virus; un ser vivo que se extinguirá como lo han hecho el 99 por ciento de las especies que han vivido en él. Somos nosotros los que preferimos regocijarnos en nuestras falencias antes de disfrutar de nuestras virtudes. El tiempo seguirá su curso acompañado del planeta, y dentro de millones de años seremos el petróleo del siguiente ser “inteligente” como son para nosotros los dinosaurios. Le damos tanta importancia a nuestra existencia que no la disfrutamos, quizás por miedo a que se rompa, como la pantalla del móvil al quitarle el condenado plastiquito.

¿Entonces cuál es la solución? Ser humildes y consecuentes con quienes somos, y mirar otra realidad que parece ser molesta para muchos. Gracias a la ciencia hemos triplicado la esperanza de vida en los últimos dos siglos; el primer mundo donde resides está en el periodo más largo de su historia sin guerras. Seguro que no has participado o vivido ninguna, tú que estás leyendo esto estas sentado frente a un ordenador, o tableta, o teléfono con plastiquito,  que te permite tener acceso a toda la información y sabiduría de la humanidad, seguro que tienes la nevera llena de comida, un grifo por el que sale agua corriente y potable, ropa para todas las temperaturas planetarias, un coche aparcado que te lleva a donde quieres, etc.… Cosas que damos por hechas y que no las valoramos, pero sobre todo tienes la oportunidad de tomar las riendas de tu vida, de ver y creer en lo que te hace feliz por mucho que intenten convencerte. Recuerda lo que ha dicho toda madre que se precie: “¿Si tus amigos se tiran por la ventana, también lo vas a hacer tu?”

Somos egoístas que justifican sus acciones mezquinas mirando lo malos que son los demás, pero nadie nos obliga a hacerlo, nadie es responsable de nuestros actos por mucho que intentemos justificarlos con las circunstancias. Somos polvo de estrellas, parte de un todo, donde está y cabe todo, tu aligues que tipo de barro eres: limo, cieno, lodo, légamo… una arcilla capaz de crear las esculturas más bellas, el trabajo del colegio  de un niño que regala a su padre lleno de amor y cariño. En definitiva, estás hecho de lo mismo que la mierda de perro que no hay forma de quitar de la suela de tu zapato, y de la magia que nos entrega la Luna cuando está llena en una noche despejada, del coche que te da libertad e independencia, pero que se puede convertir en una arma de destrucción masiva, del cuchillo que te ayuda a preparar recetas exquisitas o que puede arrebatar la vida a otro ser humano… En el polvo de estrellas cabe todo, esta todo.

¿Qué vas a ser tu? ¿En qué vas a creer?~