Abrirnos a la divinidad
Un texto de Alecs Montes
TODO LO QUE van a leer a continuación es mi punto de vista, es mi propia verdad, mi propio disparate.
Somos divinidad. La divinidad auto-conociéndose y regocijándose en un nivel “denso” de existencia. Todo lo que existe está hecho de lo mismo, incluyéndonos a los humanos: energía, lo que pasa es que esta energía se encuentra en diferentes densidades, y también diferentes frecuencias vibratorias. Existimos en la dualidad: así como hay luz, hay oscuridad, como existe lo material, existe lo etéreo, como existe lo expandido, existe lo comprimido. Todo es y nada es; todo es uno y todo es mucho; todo es divinidad, y nada es divinidad.
Considero que el ser humano está aquí, en este planeta, para aprender, para evolucionar y regresar al origen; despertar a la divinidad, para experimentar expansión en un mundo comprimido, para sentir el contraste, que nos provoca desear, crear, movernos; para darnos cuenta de que Dios existe e insiste; para probar lo que es la separación, para abrir los ojos a la unidad; para saborear la dulce paradoja: Existimos para regresar a la fuente, siendo que nosotros somos fuente, nunca hemos dejado de serlo, y nunca lo dejaremos de ser.
Saberse divinidad no es fácil, porque desde el punto de vista que tenemos, nos vemos como seres individuales separados unos de otros y eso nos crea duda y nos nubla la vista a la luz. En ningún momento hemos estado separados unos de otros, es la diferencia de densidades que nos da esa ilusión.
Estamos en un plano limitado dentro del vasto universo ilimitado. Tenemos reglas que nos rigen, que nos reafirman la sensación de límites como la impenetrabilidad, la gravedad, la temporalidad, la espacialidad.
A veces sentimos que estamos alejados de Dios, es más, sentimos que no somos nada, que Dios es un invento, o que simplemente hay por ahí un dios que nos ha abandonado a nuestra suerte. La ilusión que percibimos con nuestros sentidos nos lo reafirman.
Hay mucho ruido en este plano. Me refiero a ruido como algo que nos aturde, como algo que no nos deja ver con claridad la divinidad, que es la esencia de todo lo que nos rodea y de todo lo que somos. Nacemos entre reglas y limitaciones, mientras crecemos nos las reafirman o nos son añadidas otras cuántas, y mientras navegamos este plano de existencia, vamos teniendo momentos en los que se devela un poco de verdad, tal vez una chispa de felicidad, tal vez algún chispazo de plenitud, o alguna brisa de expansión, y todo esto está en nosotros el asimilarlos o el descartarlos, el nutrirlos, crecerlos, o dejarlos morir. Todo para que al final de nuestra estancia en este plano, (y esto lo escribo con duda en mi corazón, porque desde el punto de vista que lo percibo, podría asegurar que no me consta) nos demos cuenta de que todo era una ilusión.
Pues bien, para tener estos encuentros cara a cara con la divinidad, lo que hago es suprimir el ruido lo más posible y tener bien presente lo que soy. En ese momento me dejo llevar por la pregunta: ¿Qué soy? Y empiezo a quitarme capas. Soy yo, con mis creencias, mi familia, mi educación, mis cosas, mi país, mi planeta, pero hay más que eso: soy un espíritu viviendo una experiencia carnal en búsqueda de evolución y expansión, pero hay más: soy energía que fluye en un rincón de la eternidad divina, pero hay más: soy divinidad.
Y son sólo momentos, a veces duran unos más que otros, pero cada uno trato de asimilarlo en mi vida cotidiana, porque de pronto regreso al ruido, rápidamente mi cuerpo me recuerda que estoy jugando con ciertas reglas, que por el momento mi punto de vista está reducido, y vuelvo a vivir y vuelvo a caminar entre otros individuos que parecemos separados unos de otros pero somos uno, y a veces hasta se me olvida, y vivo en esta existencia densa y limitada, y en algún momento vuelvo a la pregunta principal y vuelvo a este flujo del: “pero hay más”
Otro método que tengo es Buscar a Dios en todo lo que hago. Hace poco me entendí lo que eso significaba, yo pensaba que era algo religioso que me decían mis papás, y bueno, en cierto modo sí, ya que religión es re-ligar, reunirse de nuevo con Dios, pero en realidad es mucho más esencial que eso: es darnos cuenta de que todo es Dios, de que todos somos Dios, y que como tal, toda la existencia es sagrada. Es vivir con los ojos abiertos y la mente intencionada a desafanarnos de este limitado punto de vista, y ver una piedra, una mosca, un diente, una cuchara, una bicicleta, un camino, un árbol, un lago, una montaña un lo que sea, como lo que es: divinidad.
Y ¡ojo! Eso no significa dejar de vivir en este mundo limitado, pero como dice el dicho náhuatl: los pies en la tierra, las manos en el trabajo y los ojos en el cielo. Obvio se dice fácil, y por supuesto que no he podido dominar ninguna de mis técnicas, pero vale la pena practicarlo, es una sensación muy hermosa la que me viene cuando logro conectarme.
Tengo por seguro que hay más métodos para lograr expandirnos y darnos cuenta de la divinidad que tenemos/somos dentro y la que nos rodea, pero estas dos son las que tengo asimiladas en mi, y son las que sé que son las que logran apretar mi botón de conexión.~
Leave a Comment