Un laboratorio de ideas, una voz multicultural

En un mundo globalizado, donde Internet derriba barreras y permite el intercambio de ideas, es necesario poner la pausa, evitar las prisas –como aquellas en las que entraron muchos medios al especular con un atentado islamista en Oslo– y ordenar las ideas. Integrar, para lo cual es necesario dar voz y conocer. Según lo visto, el multiculturalismo no se puede basar en que todas las culturas son iguales, sino en que es necesaria la diversidad, el conocimiento y aceptación de los otros, y la defensa de los derechos individuales, entre los que esta la libertad de expresión. La propia libertad de expresión fomenta que exista un mejor conocimiento de las culturas que tienen que convivir.

Estamos a 10 años de los atentados del 11-S, y ahora que sigue habiendo guerras abiertas consecuencias del extremismo, del poco entendimiento y del querer imponer que la cultura occidental es la mejor –que aunque no exista otra forma de convivir mejor no quiere decir que no sea mejorable-, se nos llena de horror el corazón con los atentados de Oslo. Unos atentados que, aun sin conocer su naturaleza, hubo quienes lanzaron al aire el fracaso del multiculturalismo.

Con los atentados del 11-S, la reacción del George W. Bush, ex presidente de los EE.UU,  fue ordenar “el bombardeo de Afganistán y la posterior ocupación de ese territorio; emprendió un severo recorte de las libertades individuales y de los derechos humanos en el marco legal estadounidense a través de la llamada Ley Patriota; recurrió a la mentira, la amenaza y el chantaje –quienes no estén con nosotros están con nuestros enemigos– para involucrar a sus aliados en una cruzada contra el terrorismo internacional y, a finales de marzo de 2003, atacó Irak y acabó hundiendo a su propio gobierno y a los de quienes lo respaldaron en una aventura bélica ilegal, colonialista, devastadora y contraproducente”[1] . Aun hoy en día, Condolezza Rice, la entonces Secretaria de Estado escribe [2] que “resulta evidente que el 11-S convirtió en una necesidad el fomento de la democracia y el apoyo a las instituciones políticas”. Sin embargo, ”durante 60 años Estados Unidos buscó la estabilidad en detrimento de la democracia al ayudar a los regímenes autoritarios.” Pasar de buscar la estabilidad al fomento de la democracia, y la búsqueda con “urgencia de las reformas democráticas en todo Oriente Próximo” se ha hecho a costa de los derechos individuales de quienes ahí viven. No solo no fueron perspicaces sino que se han convertido en algo parecido a un estado fallido [3] para sus propios ciudadanos, y sus consecuencias implican a todo el mundo.

En el caso de los atentados de Oslo, si bien no se espera que exista un recorte de los derechos individuales por parte del Estado noruego y si una apuesta aun más fuerte por la integración [4], hay un hecho preocupante en como algunos políticos y medios manejaron los hechos. En el lapso de tiempo entre el que se conocían los detalles de dicho atentado y el origen e ideología de su autor, Breivik, todo o, casi todo el mundo pensó en un atentado islamista.  Cuando el mundo descubrió a un noruego típico (alto y rubio), empresario y con ideas de extrema derecha muchos de los medios y pensadores simpatizantes con la derecha comentaron: “Es un maldito asesino. Punto. Es responsable de sus actos. Él y solo él. No ha habido nada de ideología” [5]. Esta ideología con la que muchos medios simpatizan y que es la base del pensamiento de dicho acto ataca frontalmente al multiculturalismo.

Se puede expresar y defender públicamente las dificultades de integración de los inmigrantes y el fracaso del multiculturalismo “si no hay una incitación concreta y violenta a pasar a la acción” y esto no supone un delito, “como propugnan muchos tribunales especialmente cuidadosos con la libertad de expresión; pero que no sean delito no significa que sea obligatorio aplaudirlas y aceptarlas como honorables, tal como suele demandar (…) los propagandistas camuflados de ideologías extremistas en cuya palabrería anidan fácilmente los instintos criminales de individuos como Breivik.” De hecho hay tanto fanatismo, sin sentido y violencia en el discurso de la extrema derecha  como en el de los fundamentalistas islámicos que, es consecuente pedir que, “a quienes propugnan como el terrorista noruego [por una] Europa blanca y cristiana, liberada de marxistas y multiculturalistas”, la policía los someta “como mínimo a la misma vigilancia y seguimiento que dedica a los imames salafistas que predican la yihad en las mezquitas los viernes” [6].  Así pues, ¿lo multicultural, lo caracterizado por la convivencia de diversas culturas, es un valor para las sociedades o es un ideal inalcanzable? Pero ¿que es y cual es estado, la situación, del multiculturalismo?

¿La vieja Europa multicultural es realmente tolerante? ¿Cómo se afrontan la convivencia de culturas en la sociedad, la inmigración, las ideas políticas, la aplicación de los servicios sociales? El Consejo para el Futuro de Europa, un grupo de exlíderes políticos europeos y destacadas personalidades del mundo económico, académico y cultural concluye que “Europa necesita más integración basada en el método comunitario” como una de las soluciones para salir de crisis por la que está pasando el proyecto europeo [7], mientras los grupos de extrema derecha se hacen más visibles y vuelven a ocupar puestos de gobierno en la mitad de ella. ¿Y en América Latina cual es la situación para el multiculturalismo?, ¿realmente existe? Los problemas de convivencia no sólo son problemas entre musulmanes que han emigrado a Europa o entre latinoamericanos que lo hacen a EE.UU., sino que, sin el aparente choque de trenes de culturas muy diferentes, en una sociedad mucho más homogénea como puede ser cualquier país de América Latina, existen “relaciones de desigualdad de las minorías respecto a las culturas mayoritarias o hegemónicas”. Tampoco olvidemos las desigualdades que pueden ser más o menos evidentes en la convivencia entre hombres y mujeres.[8]

¿La sociedad realmente es multicultural?, ¿lo desea ser? ¿Qué papel juegan los viajes, la globalización, Internet, los medios en la tolerancia y aceptación de las distintas culturas dentro de un mismo espacio social? ¿En otros aspectos de la sociedad como la empresa privada, las universidades o el deporte existe el multiculturalismo? Es evidente que al momento de poner en práctica el multiculturalismo existen problemas prácticos y sociales que resolver, el primero llega al momento de poner dinero en buscar la integración de unos con otros. El multiculturalismo como corriente política está en horas bajas, “no es una estrategia para tiempos de crisis” [9]; el segundo significa hacer concesiones para el otro: sin importar el grupo al que pertenezcan, priman los derechos individuales sobre los colectivos.

Por su definición, multiculturalismo es lo “caracterizado por la convivencia de diversas culturas” [10] y hasta hace muy poco existían argumentos de defensa del multiculturalismo que complicaban su entendimiento y aceptación. La base del multiculturalismo es la aceptación de la diversidad, anteponiendo los derechos individuales y permitiendo que una sociedad sea plural. Se blinda al individuo “contra el asalto, el abuso o la prevaricación de un poder extremo”. Estos derechos individuales -que la sociedad ha aceptado como pilar de la cultura occidental a fuerza repetírselo y metérselo en la cabeza- establecen el punto de partida que se requiere para el entendimiento, desechando así los argumentos iniciales del multiculturalismo de que: todas las culturas son iguales y que todos los argumentos y los puntos de vista son validos dado que las culturas “no se pueden comparar”. Y lo hace con un gran y delicado esfuerzo de “disciplina de la libertad”. El ejemplo más claro es la propia libertad de expresión, que sólo prospera cuando la sociedad “se abstiene de prejuzgar lo que es bueno o es malo. O para ser más exactos experimenta o tolera grandes vacilaciones sobre lo que es bueno y lo que es malo”. Todo esto mientras no se pase un limite, el que supone la acción de forma violenta, es decir, mientras se mantenga ese delicado equilibrio donde los derechos individuales permitan justicia cuando el “poder extremo” actúa [11]. Prima la libertad de expresión sobre la censura, pero sólo hasta el momento mismo en que no vayan contra el individuo mismo.

Dando prioridad a los derechos individuales, y siendo responsables de sus consecuencias, como es el caso de la libertad de expresión, se priorizan unas culturas sobre otras, pues por mucho que sea parte de una cultura, la ablación del clítoris o un papel deliberadamente menor de la mujer, se vulneran los derechos de los individuos. La clave no está en aceptar la diversidad sin más, aunque existan otras culturas no todas son iguales, y es un error llorar la pérdida de algunas; hay un ejemplo muy claro: El fascismo era una cultura y no merece la pena rescatarla [12].

Volviendo a los hechos y las palabras expresadas durante los atentados de Oslo, los medios y las personas no pueden ser irresponsables con sus comentarios, y no se puede permitir que, en aras de la libertad de expresión, se ataque a las culturas y sociedades para defender el provisionalismo y los nacionalismos. La libertad de expresión tiene límites, y ejercerla tiene consecuencias que se tienen que asumir. Más aun, no se puede permitir que se vulnere ningún derecho básico del individuo. En el caso de las consecuencias del 11-S, “tras el ajusticiamiento de Osama Bin Laden y con el inicio del retiro de tropas en Irak y Afganistán, da la impresión de que el gobierno [de Obama] pretende cerrar un ciclo iniciado con los atentados (…) y dar por superado ese oscuro periodo de la historia mundial. Tal propósito es improcedente, habida cuenta de que persisten, bajo su administración  algunas de las atrocidades que caracterizaron la cruzada de su antecesor (…) tras los ataques del 11-S: la operación del campo de concentración de Guantánamo –en lo que constituye un incumplimiento de una de las principales promesas de campaña del hoy mandatario–, la continuación de las medidas emanadas de la Ley Patriota, los juicios militares de sospechosos de terrorismo y la detención indefinida de éstos, por citar algunos de los elementos más ominosos” [1]. Siguen sin respetarse los derechos individuales de un gran número de personas por lo que, hasta entonces, no se puede pasar página.

En un mundo globalizado, donde Internet derriba barreras y permite el intercambio de ideas, es necesario poner la pausa, evitar las prisas –como aquellas en las que entraron muchos medios al especular con un atentado islamista en Oslo– y ordenar las ideas. Integrar, para lo cual es necesario dar voz y conocer. Según lo visto, el multiculturalismo no se puede basar en que todas las culturas son iguales, sino en que es necesaria la diversidad, el conocimiento y aceptación de los otros, y la defensa de los derechos individuales, entre los que esta la libertad de expresión. La propia libertad de expresión fomenta que exista un mejor conocimiento de las culturas que tienen que convivir.

Entender las distintas realidades que existen en este mundo es un esfuerzo por ejercer la libertad de expresión con responsabilidad.  Así pues, Vozed es y será “un laboratorio de ideas, una voz crítica”, donde analizamos  “los asuntos que ocurren el mundo para crear conciencia social”  acercando  “las experiencias, conocimientos y opiniones en un mundo global, donde los problemas locales se den a conocer a todos en la búsqueda de nuevas soluciones”. En ese sentido, nada mejor que aplicarnos con rigor la magnífica sugerencia de Octavio Paz cuando afirma que “la cultura es las culturas”. En Vozed somos y seremos “una voz que ayude a generar cambios sociales” y para lograr esto apostamos por una voz multicultural.~

Referencias
[1] Editorial “El 11-S, a 10 años”, 2011-09-12. La Jornada, http://www.jornada.unam.mx/2011/09/11/edito
[2] Por qué prevalece la democracia, Condoleezza Rice, 09/09/2011, El País,http://www.elpais.com/articulo/internacional/prevalece/democracia/elpepuint/20110909elpepuint_10/Tes
[3] Noam Chomsky, Estados Fallidos, Edición Diario Publico, 2010. http://www.elpais.com/articulo/primer/plano/precio/septiembre/elpepueconeg/20110911elpneglse_3/Tes
[4]”Breivik no destruirá la convivencia”, Juan Gómez, 26/07/2011, El País,  http://www.elpais.com/articulo/internacional/Breivik/destruira/convivencia/elpepiint/20110726elpepiint_3/Tes
[5] Pamela Geller (bloguera antiislámica estadounidense) citada por  Timothy Garton Ash “Tribuna: El horror de Noruega y la libertad de expresión”, 01/08/2011, El País.
[6] ideas, palabras, acciones, Lluís Bassets, 2011-07, Blogs El País, http://blogs.elpais.com/lluis_bassets/2011/07/ideas-palabras-acciones.html
[7]  El Consejo para el Futuro de Europa pide más integración frente a la crisis, Andreu Missé, 05/09/2011, El País, http://www.elpais.com/articulo/internacional/Consejo/Futuro/Europa/pide/integracion/frente/crisis/elpepuint/20110905elpepuint_11/Tes
[8] Sandra Astete, “Mujeres indígenas, interculturalidad y género”, oct-nov 2011, Vozed – Voz Editorial 2.0
[9] David Rieff, Una fórmula ingenua, marzo 2006, Letras Libres
[10] Definición de la RAE
[11] Álvaro Delgado-Gal, La disciplina de la libertad, noviembre 2004, Letra Libres
[12] Félix Ovejero Lucas, Cómo no se debe defender la Multiculturalidad, octubre 2002, LetrasLibres
[*] Joseph E. Stiglitz, El precio del 11 de septiembre, 11/09/2011, El País.