Manifestaciones culturales y usos sociales en la era digital
Es curioso observar cómo siendo parte esencial de la identidad de todo ser humano, la cultura nunca se libra de las mediaciones sociales. Hablar de cultura supone siempre hablar de quien la produce: en todas las épocas han existido individuos o grupos capacitados para la expresión artística o la producción cultural, en los que la sociedad ha delegado la tarea de producir las manifestaciones culturales de su tiempo. Sin embargo, como afirma Eco “en una época como la de Leonardo, la sociedad estaba dividida en hombres en posesión de los instrumentos culturales y hombres excluidos de dicha posesión”[1].Con la llegada de la etapa industrial, la cultura cambió de dueño. Donde antes era una élite diferenciada del resto la que atesoraba (en el peor de los casos) o difundía (en el mejor), pero casi siempre la preservaba en determinados soportes, actualmente esta se populariza y la forma dominante es la cultura de masas, lo que ha tenido importantes consecuencias.
Primeramente, han facilitado el acceso a las manifestaciones culturales a masas de población que antes estaban excluidas de ellas. En segundo lugar, como el público que recibe la obra es potencialmente universal, los generadores de contenidos culturales, -excluyendo el arte de vanguardia- han concebido en muchos casos sus mensajes con un lenguaje que puede ser complejo en su elaboración pero sencillo en su recepción. Por último, los medios típicos de nuestra época como el cine, la televisión o Internet[2] donde el aparato tecnológico necesario para producir una obra es considerable, hacen que no se pueda concebir para un público minoritario. El lema “A la inmensa minoría” de Juan Ramón Jiménez no es aplicable para los medios de comunicación actual. Si bien hay ciertas manifestaciones culturales como el arte abstracto, que sigue exigiendo una preparación previa, cada vez son más aquellas cuya aspiración es llegar a un público universal. Por otro lado, manifestaciones culturales más complejas o vanguardistas aparecen también encapsuladas en los medios de difusión masiva.
Sin embargo, el hecho de que el destino de las obras culturales sea mayoritario no necesariamente implica una menor calidad. Las tiras de cómic de la prensa diaria o la música rock son sólo algunas de las expresiones culturales merecedoras de estudio desde hace unas décadas, pero en su surgimiento despreciadas o ignoradas por los guardianes de la Alta Cultura (la música rock, por ejemplo, fue considerada cosa del diablo en sus orígenes[3]). De hecho conceptos como alto, medio o bajo aplicados a la cultura han quedado desfasados. Como han demostrado los estudios de Umberto Eco o Pierre Bordieu, la frontera entre la Alta Cultura y la Baja Cultura ha quedado difuminada[4]; en medios supuestamente de “baja cultura” han surgido obras de gran calidad.
La llegada de Internet ha acelerado inmensamente este fenómeno, produciendo un acceso universal e instantáneo a la información y por tanto a la cultura. Esto no quiere decir que la cultura no siga requiriendo preparación para ser asimilada ni que los artefactos culturales no sean complejos, simplemente todo depende de la apropiación que de ella hace el receptor. La revolución 2.0, por ejemplo, supone un movimiento de péndulo desde el énfasis en la industria cultural que produce el contenido hasta el receptor del mismo. La diferencia en la actualidad estriba en las competencias que el receptor (o ciudadano) debe desarrollar:
- Es preciso utilizar cada medio como lo que es: Internet es un medio en que converge la información, la cultura, la comunicación y la investigación. Como tal es un contenedor en que caben manifestaciones culturales, pero no supone -al menos de momento- un lenguaje diferenciado, como el cine, por ejemplo. Su misma naturaleza es más “pull media” (el consumidor “tira” de la información hacia él) que “push media” (el productor de contenidos empuja la información hacia el consumidor).[5] Los contenidos de calidad están ahí al igual que los simplificados y banales. No se puede acusar a Internet de privilegiar los segundos.
- El concepto de alta cultura o baja cultura puede mantener su validez si se desplaza los niveles de lectura Si bien hay manifestaciones culturales con un único nivel, la mayoría tienen diversos niveles de lectura, por lo tanto distintos niveles de asimilación. Cualquiera puede reconocer la melodía de la cabalgata de las valkirias, pero sólo un melómano distinguirá con acierto cada instrumento. Cuantos más niveles de lectura maneje un receptor, mayor será su experiencia cultural.
- Los contenidos de ficción en la actualidad pasan por entender el concepto de transmedia[6], definido como la construcción de contenidos de forma complementaria en distintos medios o plataformas. El receptor desarrollará la capacidad para acceder al contenido al mismo tiempo que se convierte en prosumidor al participar en su construcción. Esta forma de manejar contenidos en paralelo es de hecho un rasgo de nuestra época (Internet posibilita manejar varias unidades de información simultáneamente)
En conclusión, el individuo que quiere ser competente culturalmente en nuestra sociedad lo tiene si cabe más difícil que el de otras épocas. El acceso a la cultura se ha democratizado y lejos de precisarse un rango limitado de competencias, actualmente es necesario el manejo de diferentes niveles e itinerarios de lectura en medios de difusión diversos. Nunca fue tan fácil el acceso a la cultura pero en igual medida nunca se han precisado de tantas competencias para comprenderla en su conjunto.~
Referencias:
[1] Eco, Umberto. Apocalípticos e integrados. Barcelona, Debolsillo, 2004, pág 83 (edición original de en italiano de 1965)
[2] No debe engañarnos su transparencia, la web también requiere herramientas tecnológicas complejas. El denominado “Hipersector” mueve además cifras apabullantes: http://aui.es/IMG/pdf_Capitulo_3.pdf
[3] http://www.entrelineas.org/articulo.asp?id=118
[4] http://www.ucm.es/BUCM/revistas/inf/11357991/articulos/CIYC0404110189A.PDF
[5] http://dictionary.reference.com/browse/each
[6] http://dospuntualizando.wordpress.com/2011/05/11/el-transmedia-de-henry-jenkins-y-carlos-scolari/
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