La creación en el guión cinematográfico: de la idea al cóctel

«En la época actual, en que se ha popularizado bastante los entresijos de la industria cinematográfica, casi cualquiera sabe lo que es un guión. Los cinéfilos saben que los buenos guiones son deseados y cotizados. ¿Pero cómo es el proceso de elaboración de ese mecanismo de relojería perfecta que convencerá al productor para invertir su dinero en él y dejará a los espectadores con la boca abierta?» El autor nos acerca al nacimiento y vida de un guión cinematográfico

En la época actual, en que se ha popularizado bastante los entresijos de la industria cinematográfica, casi cualquiera sabe lo que es un guión. Los cinéfilos saben que los buenos guiones son deseados y cotizados. ¿Pero cómo es el proceso de elaboración de ese mecanismo de relojería perfecta que convencerá al productor para invertir su dinero en él y dejará a los espectadores con la boca abierta?

Un guión es un documento escrito en que se describe con precisión todo aquello que va a ser una película o serie. Los que conocen un poco más, saben que algunos de los mejores guiones llegaron a la persona adecuada en una fiesta y de un modo aparentemente casual. Pero para que se pueda dar ese momento, para que el productor  alargue su mano y coja una sinopsis de dos o tres páginas; o para que facilite su e-mail directo para que se le envíe el guión  mientras se toma un cóctel, debe darse lo que los expertos conocen como un pitching [1].Es decir, la presentación de un idea cuyo desarrollo ocupa un mínimo de 100 páginas en una conversación de unos pocos minutos y rodeados de gente hablando de asuntos más o menos irrelevantes. Esto es posible porque el guión no es en primera instancia una estructura equilibrada que sigue unas normas rígidas que garantizan su éxito. ¿Es posible imaginar la misma situación si lo que se explica al que va a financiar es el mecanismo de un motor hidráulico, por ejemplo? En segundo lugar, un buen guión, sea de aventuras, cine negro o arte y ensayo, sigue siempre la regla de oro defendida por los maestros: no aburrirás. Y una idea brillante siempre se puede narrar y convertir en una buena fábula, aunque quien la escuche esté a punto de ir a emborracharse con su secretaria.

Los manuales al uso establecen que hay unos seis pasos entre la concepción de la idea original y el guión definitivo: log line, story line, sinopsis, argumento, tratamiento y primer borrador. Pero cualquiera que crea que esto se ajusta a la realidad se engaña. Esta secuencia ordenada y clara, si bien es correcta como método de aprendizaje, no refleja del todo la práctica de los maestros. “Los aficionados creen que hacer una película consiste en sentase y empezar a inventar una construcción, una estructura. Pero eso no ocurre así. Se empieza con millones de ideas, que se condensan en un millón, luego en mil, etc.…”[2] El proceso se parece más bien al descubrimiento progresivo de una habitación a oscuras de la que, a medida que se van iluminando sus distintas zonas, nos vamos haciendo a la idea de su forma. Y es fundamental una fase de “incubación” de las ideas, que consiste en dejar reposar la historia sobre la que se ha realizado una exploración inicial muy intensa, antes de retomarla. De este modo surgen nuevos elementos que originalmente no se habían visto.[3] Hay una consecuencia clara de esto: la escritura de un guión es un proceso largo, puede llevar tanto tiempo como una novela. “un guión de calidad consume seis meses, nueve meses, un año o más” [4] Durante ese tiempo nuestro productor  ha engañado a su esposa con dos secretarias diferentes y además ha perdido un importante capital con su película anterior.

¿Cómo se construye esa historia que le dejará con los ojos abiertos y a los espectadores clavados en la butaca? El guión, como cualquier elaboración artística, requiere un equilibrio entre la mente intuitiva, anárquica y creadora que asocia libremente elementos sin aparente relación para dar lugar a algo nuevo (lo que es la creatividad en síntesis); y la mente analítica y lógica que va poco a poco trazando límites y marcando una estructura inteligible y clara que pueda ser contada a cualquiera. La imaginación actúa sin cortapisas de ningún tipo al principio, de manera similar a una tormenta de ideas. Cualquier recurso que ayude al guionista a conectar con la idea original que le hizo vibrar de emoción es válido. Los creativos hablan de estrategias como la documentación, contar una historia a partir de otra, cambiar el proceso mental lógico y rutinario de contarla, elaborar listas de soluciones dramáticas… todas estas técnicas conducirán a un magma del que extraer lo que será la historia. Si hemos convencido a nuestro productor sin tener aún diseñado el mapa completo de la historia es porque la chispa inicial que nos ha llevado hasta ahí es buena, al margen de lo que será la película futura. Es eso o que ha bebido demasiado, claro…

La segunda fase consiste en encajar este contenido en una estructura y es la parte, según los autores, más dolorosa: “Un movimiento puede ser tan bonito como se quiera, pero si no hace avanzar la historia no sirve para nada, un escena que pueda sacarse de una película sin que pierda su sentido, es una escena incorrecta” [5] Y de modo similar se expresa Mamet: “¿Cuándo, insisto, es superflua una escena? Cuando no hace avanzar la progresión que se ha establecido al principio como objetivo de la película”[6] La parte analítica de la mente del guionista examina su propio material y condensa, estiliza, sintetiza y recorta hasta dar con una estructura más o menos clásica o moderna, que va a ser el contenedor óptimo –idealmente, el único- del magma ficcional. Si sabemos que el guión tiene elementos o ideas que van a sorprender, emocionar, hacer reír o llorar al espectador, habrá que demorarlos casi cruelmente: “la estructura dramática consiste en la creación y la postergación de la esperanza”[7] Para ello se usarán técnicas como “anticipación y cumplimiento”[8], estructurar en torno a los “puntos de giro (plot points [9])”, pero básicamente el guionista debe manejar el arte de dar el espectador la información no antes ni después de cuando la precisa para suscitar su interés por el movimiento siguiente de la historia. Es por eso que, como cualquier guionista sabe, escribir es re-escribir. No sólo porque muchas veces se hagan varias versiones de un mismo guión antes de la definitiva (Luis Buñuel y J.C. Carriere escribieron hasta cinco versiones de El discreto encanto de la burguesía), sino porque cada secuencia se  rescribe obsesivamente hasta lograr la mejor formulación del objetivo de la misma.[10] La progresión dramática, si se quiere una metáfora, se puede comparar a una partida de ajedrez jugada por un maestro: todos los movimientos conducen de una manera lógica e inevitable hacia al jaque mate. Cuando el oponente es bueno – y el público como colectivo siempre lo es- el movimiento final muchas veces es el único posible. El mejor desenlace supone responder a la pregunta inicial que se ha inducido al público “de un modo que sea sorprendente e inevitable a la vez”. [11]

Y a partir de ahí lo mejor que podemos hacer con nuestro productor –ya ebrio e infiel- es seguir el consejo de David Mamet [12]: “escriba dos guiones: uno para atraer a aquellos que ocupan las salas de reuniones del valle [Hollywood]; el otro, una vez obtenido su visto bueno, un documento real apto para ser diseñado, rodado e interpretado”.~

 

Referencias:
[1] Presentación verbal y concisa de la historia de una película o serie de televisión realizada generalmente por un guionista o director con la finalidad de conseguir financiación para llevar a cabo el guión o la realización de la película
[2] CIMENT, Michael: Billy y Joe. Madrid, Plot Ediciones, 1994. p. 62
[3] Así trabajaba por ejemplo Buñuel con sus co-guionistas: “Lo que le interesaba era el trabajo común y después pararnos, volver él a México y yo a París, y dejar que se hiciera el trabajo invisible. Yo trabajaba con otro director, él se quedaba meditando en su cuarto de México con un dry martini, por ejemplo, y mientras se hacía una labor invisible. Y cuando nos encontrábamos otra vez, había otras ideas, otras soluciones, otras luces sobre el guión”  (véase enlace debajo) http://www.abcguionistas.com/noticias/entrevistas/carri-re-como-decia-bunuel-un-buen-guionista-cada-manana-debe-matar-a-su-padre-violentar-a-su-madre-y-traicionar-a-su-patria.html
[4] MCKEE, Robert, El guión. Story. Barcelona, Alba Editorial, 2012 7ª ed., p. 129
[5] WILDER, Billy y KARASEK, Helmut: Nadie es perfecto. Barcelona, Grijalbo, 1993. p. 217
[6] MAMET, David: Bambi contra Godzilla. Barcelona , Alba Editorial, 2008, p. 99
[7] MAMET, David: op. cit., p.146
[8] http://mesadeguion.blogspot.com.es/2011/04/tips-para-la-escritura-de-guiones-de.html
[9] http://abundantproductions.biz/syd-fields-paradigm/
[10] Así trabajaban Billy Wilder y también Rafael Azcona (véase enlace debajo) http://www.cervantesvirtual.com/bib/bib_autor/azcona/truebaTrabajando.shtml
[11] MAMET, David: op. cit., p. 134
[12] MAMET, David: op. cit., p. 83