David y Goliat: El modelo hegemónico de ficción y la alternativa cultural en internet
“Hoy buscará en internet la manera de conectar otra vez con su cultura y, como parte importante de ella, su idioma”
“El mundo vive una situación contradictoria. Por un lado tenemos toda esta globalización, las novedades técnicas, los mercados, Internet, todas estas cosas que nos acercan los unos a los otros. Pero al mismo tiempo se están produciendo movimientos muy fuertes de descentralización, de regionalismo, de etnonacionalismo, de gente que quiere desarrollar su propio lenguaje, dar alas a su cultura” (Ryszard Kapuscinski) [1]
Empecemos por describir a Goliat: En países europeos, aproximadamente el 70% de la distribución de películas está en manos de las grandes compañías estadounidenses[2]. Es conocida la práctica de dichas distribuidoras de origen norte-americano que obliga a los exhibidores a adquirir los derechos de exhibición en salas de películas menos populares en el mejor de los casos, o de peor calidad en el peor, junto con los “blockbusters”, es decir, las películas que tienden a llevar a grandes cantidades de público al cine. Por tanto, aunque Europa tiene ciertas normas para proteger sus cinematografías, y con variantes dependiendo de los países, vivimos una clara hegemonía de los productos audiovisuales norteamericanos al menos en el mercado occidental.
Junto a esta evidencia, que ya no es una novedad, describamos brevemente hasta dónde llega la honda de David: En Youtube se suben 65,000 nuevos vídeos diarios. Según un estudio de 2008 [3] el 65% de los jóvenes de 16 a 24 años visionan largometrajes a menudo en el ordenador, dejando aparte si se realiza de manera ilegal o no. Aunque la curva es decreciente a medida que vamos aumentando la edad, de 25 a 34 años es aún de un 50%. Otro dato: En el mundo 1,400 millones de personas tienen acceso a internet (aproximadamente un 20%), en países occidentales aproximadamente un 50%, en una tasa que no deja de crecer Los grandes ejecutivos que se plantean estrategias de negocio desde las grandes compañías de audiovisuales leen estos datos y empiezan a temblar en sus sillones. Filmax Entertainment, por ejemplo, importante compañía que se dedica a la distribución y exhibición de contenidos clásica ha entrado ya el mundo de la distribución de contenidos por internet.
¿Por qué? Porque es evidente que el modelo está cambiando. La normativa europea de protección del medio cine ha utilizado mecanismos hoy rudimentarios como la cuota de pantalla (obligatoriedad de exhibir un porcentaje de cine nacional respecto al importado) o la exhibición de las películas en versión original (salvo en España, que merced a una ley franquista la inercia de la industria es proyectarlas dobladas). Aquí de lo que estamos hablando ya no es de David, sino de utilizar medios legales obsoletos para las prácticas de consumo actuales.
Si hoy día un consumidor quiere recibir un contenido cercano a su entorno cultural minoritario, pongamos por ejemplo un joven que ha nacido en Líbano, que acaba de llegar a Francia, siendo su lengua materna el árabe, de religión cristiana. ¿Se dirigirá tal vez a un cine minoritario para ver una película de su país o al menos en su idioma? Quizá hace treinta años hubieras sido posible. Hoy buscará en internet la manera de conectar otra vez con su cultura y, como parte importante de ella, su idioma. Por cierto, el ejemplo que he puesto es real, si bien lo he trasladado en el tiempo, hablo del escritor Amin Maalouf, que cuenta su enrevesado origen en un libro del que extraigo también esta cita:
“Internet (…) visto desde dentro, es una formidable herramienta de libertad, un espacio razonablemente igualitario del que todos podemos servirnos a nuestro antojo y en el que cuatro astutos estudiantes pueden ejercer tanta influencia como un jefe de Estado o una compañía petrolífera. Y aunque en él predomina de manera aplastante el inglés, la diversidad lingüística va ganando terreno día a día (…)”[4]
Sin embargo, teniendo David esa poderosa herramienta, sorprende comprobar que lo más reivindicado en cuanto a derechos en internet es la defensa de un derecho ilimitado de acceso a los contenidos. No es casual que el Partido Pirata haya conseguido un escaño en el Parlamento europeo. Frente a una exhibición y distribución de la estrella de los contenidos audiovisuales (el cine) copada mayoritariamente por generadores de contenidos norteamericanos, la salida no es tanto la libertad de acceso a esos mismos contenidos, sino lo que se ha dado en llamar la revolución 2.0. Es decir, son los mismos usuarios los que pueden generar los contenidos audiovisuales. Sin embargo, si antes he dado un dato aparentemente positivo (el número de vídeos que se suben a youtube), voy a dar otro un tanto más pesimista: sólo el 0,6% de los usuarios de youtube son activos, es decir, suben contenidos. El resto sólo miran o comentan. Mirando este dato benévolamente, hemos de decir que un 0,6% de 350 millones (el número de usuarios únicos de youtube al mes) son aún más de dos millones, un número aún considerable, si tenemos en cuenta que hace unos veinte años este medio de difusión ni siquiera existía. Por otra parte, junto con los instrumentos tecnológicos necesarios (streaming[5] , IPTV[6],…) están empezando a surgir herramientas a nivel financiero y legal para que el avance de los contenidos 2.0 sea más rápido. Actualmente existe el crowdfunding, (literalmente “financiación de multitudes”, un sistema para financiar un contenido que se desea mediante aportaciones voluntarios). Sorprenderá saber que existe un videoblog llamado Alive in Bagdad, que vive de donaciones de gente que quiere que haya una persona en Bagdad relatando lo que ocurre después de la guerra. Desde que surgieron las licencias creative commons [7], los autores que así lo deseen tienen una herramienta si quieren ceder los derechos de sus obras de un modo legal y controlado.
En definitiva, estamos pasando –como siempre desde que yo estudio este tipo de cosas- de un modelo unidireccional, de unos emisores de contenidos homogéneos (culturalmente hablando) localizados geográficamente y hegemónicos, a un modelo multidireccional, con generadores de contenidos (user generated content) diversos y heterogéneos, no localizados geográficamente y, si se me permite usar un término que quizá quede un poco grande, democrático. Lo importante de todo esto es que si bien hay usuarios que sintonizan ampliamente con el estilo de vida que propugna el modelo hegemónico, y esto es muy respetable (la estética norteamericana, casi convertida en ética, aporta importantes valores de superación, libertad y una especie de moral del éxito), hay cada vez más, debido al avance imparable de la multiculturalidad en nuestras sociedades, una importante masa de usuarios que ni aspiran a dicho modelo, ni tienen puntos culturales de conexión con él. Y ahí es donde un medio ágil, no lastrado por estructuras complejas de producción, de fácil acceso y difusión mundial en tiempo real, como es internet, entra en juego. Quiero terminar respondiendo a la cita con que he abierto este artículo: a mi modo de ver no hay contradicción entre internet como medio de comunicación y la necesidad de dar cauce a una identidad cultural minoritaria. Nadie impide a un colectivo del tipo que sea expresarse en él. Aunque David está aún lejos de derivar a Goliat a nivel profesional (EE.UU. ha aumentado un 10% su facturación anual en cine los último años), sin excesivas mediaciones ni aparato tecnológico en él se puede dar libremente forma a manifestaciones culturales diversas.~
Referencias
[1] Kapuscinski, Ryszard: El mundo de hoy. Autorretrato de un reportero. Barcelona, Anagrama, 2004
[2] http://www.mcu.es/cine/MC/CDC/Anio2010/CineCuota.html
[3] El estudio corresponde a The Cocktail Analisis , citado por Aguilera Moyano en Contenidos Audiovisuales 2.0. Sevilla, Fundación Audiovisual de Andalucía, 2010
[4] En Maalaouf, Amin: Identidades asesinas. Madrid, Alianza Editorial, 2008, pág 136. (Edición original en Éditions Grasset & Frasquelle, de 1998)
[5] Streaming: Distribuición de audio o vídeo por internet, almacenando en un búfer lo que se va escuchando o viendo
[6] IPTV: Internet Protocol Television. Sistemas de distribución por suscripción de TV o vídeo usando conexiones de banda ancha sobre protocolo IP
[7] http://es.wikipedia.org/wiki/Licencias_Creative_Commons
Pedro, es verdad que Internet esta cambiando la forma de hacer negocio en la distribución de contenidos, sin embargo me parece que la producción está aun muy lejos de poder competir: no es lo mismo una película de un gran estudio, independientemente del argumento, que un video casero de 5 minutos. Lo mismo pasa en el mundo editorial, uno puede leer un cuento pero para que exista calidad en los textos debe haber producción.
Internet 2.0 facilita los contenidos creados por usuarios pero para que sean útiles alguien los ha tenido que clasificar, procesar y dar coherencia. Ahora, es verdad que el 2.0 facilita la producción -ese 0,6 % activo en youtuve que antes no tenia forma alguna- facilitando la diversidad, y es Internet quien facilita que esa diversidad no se pierda, favoreciendo el multiculturalismo.
Buen texto, saludos.
Gracias, Humberto.
Estoy de acuerdo en que aún está lejos de suponer una alternativa real. En la última línea (en la que por cierto hay una errata), digo que “David está aún lejos de derribar a Goliat”. Sin embargo, es tan abusiva la política comercial de la distribución norteamericana que cualquier alternativa es un soplo de aire fresco. Sobre todo porque su fórmula no es única y dominante no es sinónimo de mejor. Cada público debe encontrar su propio cine.Si sólo hay uno, esto es bastante difícil.