PERSPECTIVAS: Persiguiendo a las rubias y coloradas

«Yo soy multicultural por instinto. Me explico: me gustan las rubias».


 

En este número de VozEd dedicado al multiculturalismo le pedí a la redacción recuperar mi columna, Perspectivas, y aunque algunos de los artículos que pretenden ser serios no entran en esta columna, los importantes, los que hablan de mujeres, sexo, rock, cervezas y amigos están en ella. El tema de las drogas no me llama nada, me parece una idiotez meterse algo para pasarlo bien, así que mejor no tocarlo. Pero me centro, hablemos de multiculturalismo. Y no se me ocurre nada, así que mejor voy y les cuento de mí: Resulto ser un mexicano que vive en Madrid, y como Europa –dicen–  comienza de Pirineos para arriba, pues vivo en la parte cristiana y blanca de África. Suelo ir a practicar un baile típicamente americano –tap, claque para los españoles–, comer comida india, ver películas francesas, tomar café colombiano y hablar por un móvil coreano. Esto no es multiculturalidad, sino globalización, dirán unos. Pero, ¿y si nos importa un carajo de donde son las cosas (que casi todas son chinas), por qué sí nos importa que venga un marroquí a vivir a España, un musulmán en Alemania o un latinoamericano en EE.UU.? Sin duda, la globalización se da con el libre mercado (el maldito y sobrevalorado libre mercado), y como ya comentamos, no nos importa la multi-nacionalidad de lo que consumimos, ¿por qué si nos importa la multi-cultura de con quienes convivimos?

Dejo las preguntas serias y el análisis profundo a tan buenos artículos que hay en el número de la revista (VozEd 4.03) para pasar a lo evidente: yo soy multicultural por instinto. Me explico: me gustan las rubias. Y la mejor forma de estar con ellas es dando rienda suelta a los instintos multiculturales, que dicho de paso, todos los tenemos.

Desde que me descubrí persiguiendo a rubias y, también, coloradas, me he tenido aprender montón de jerga en ingles y noruego, ver películas asiáticas, beber gin tonics y cambiar de religión (ahora soy no practicante gracias a su dios)… No hay duda que el sexo opuesto es la mejor manera de estar en paz con el resto de las culturas y conocerlas, o ¿alguien se atreve a decirme que no se vestiría de árabe si su contraparte se lo pide con ojitos pizpiretos?

Lo jodido de todo esto es que, si queremos, la convivencia entre culturas sería muy fácil. Evidentemente hacen falta ganas de pasarlo bien, curiosidad por el otro y grandes sumas de tolerancia, ¡lo mismo que cuando voy tras las rubias! Y es que hasta que la blonda en cuestión no me dice que sí, yo voy vestido de árabe, ruso o chino mandarín o lo que sea. Y como quiero causar una buena impresión y hacer un buen disfraz para la fiesta a las que me invitan, pues acabo conociendo a los árabes, rusos y chinos. Esto último no es una exageración, si la gente quiere comer en un restaurante mexicano que se parezca a comida mexicana real, quieren conocerme y preguntarme dónde ir. De igual forma quieren conocer a un chino para comer pato laqueado en vez pollo (por mucho que el menú diga pato todos sabemos que es pollo). Si uno quiere un amigo cervecero busca alemanes, si quiere conocer una carnicería buena busca argentinos, si quiere buenas olivas busca griegos, si quiere tallarines picantes se busca un tailandés, y si quiere waka-waka un sudafricano. La multiculturalidad como estrategia de búsqueda funciona. Sin duda, para tener sexo con gente diferente hay que ser multicultural, si eres moreno vete a Rusia, si eres rubio a México, asiático a España… ser multicultural no sólo es una estrategia para una buena convivencia, ¡también sirve para ligar!~