«Versus» o historia (y justificación) del nombre (acaso inexacto) de este dossier
EN LA INVITACIÓN inicial que envié todos los autores que firman en este dossier –nos cuenta Ruy Feben–, la propuesta era la siguiente: «explorar cómo la marginalidad es casi siempre un lugar de confrontación, y ésta un medio propicio para la creación y a la novedad» Mi camino lógico para tal propuesta empezó en este texto del dossier anterior, donde Michelle Pérez-Lobo puso a Ray Bradbury a «pelear» contra Georges Perec en un ámbito que no es formalmente terruño de ninguno de ellos: el uso de los objetos. Al contrastar ese texto con el tema de vozed de este mes («Outsiders»), imaginé que el presente dossier, el segundo [o tercero] de una serie que cada dos meses servirá como una suerte de lado B de la edición principal, podía ser esta vez un campo de batalla. Sugerí a los autores que escribieran ensayos o cuentos sobre escritores que hubiesen trabajado desde los márgenes de algún canon (mencioné, me parece, a Vonnegut como contemporáneo pero no compinche de la generación Beat); propuse también que hablaran directamente de autores de culto; refiriendo a Perec vs. Bradbury, insinué que eligieran dos autores al azar y los pusieran a pelear en un ring que a ninguno de los dos le fuera natural. Les dije, a ellos y a todo mundo, que el dossier se llamaría «Versus», nombre que me parecía (me parece) una descripción corta muy adecuada para el acto de escribir (y, sobre todo, de leer).
[pullquote]Al contrastar ese texto con el tema de vozed de este mes («Outsiders»), imaginé que el presente dossier servirá como una suerte de lado B de la edición principal[/pullquote]
Mi intención se las hice ver a los autores con la frase de arriba, y al editor general de vozed con un parafraseo que incluía las palabras «espacios marginales y tangenciales», «caldo de cultivo» o, en la cima de la retórica innecesaria, «evidenciar que la formación de una postura en muchos casos depende de estar en contra de una postura». Lo cierto es que yo (mi lado inevitablemente sádico) lo que quería era un palenque hacinado de gallos de pelea buscando bronca, de perros de pelea buscando bronca, de animales de figura hecha costra buscando bronca, de escritores de pelea buscando bronca.
Lo que obtuve al final, no sin cierta lógica, fue una colección de textos cuya coincidencia, más que la crueldad o la tirria o el abandono o los padecimientos provocados por la incomprensión o el confinamiento, fue que los ocho textos (además de referir ciertamente todo lo anterior y más), al final hablan de Latinoamérica: lugar (acaso imaginario) de muchos nombres, uno de los cuales, sin duda, es Versus.
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El recorrido comunal de estos autores (que no hablaron entre ellos antes de la manufactura de sus textos) va por todo el continente, pero lleva también una narrativa de pensamientos y posturas que da cuenta (por supuesto, de manera incompleta y tangencial) de una América Latina. Daniella Blejer abre esta colección con el panorama de «lo latinoamericano» en la creación narrativa del Boom (o aledaños), analizando una novela corta de Juan José Saer. A continuación, Alejandro Badillo refiere a Juan Carlos Onetti como el personaje de un cuento que trata sobre hombres muy hechos (es decir: deshechos). Lilián López Camberos entrega luego un análisis conciso sobre una novela de Juan Cárdenas, escritor colombiano joven, que no por serlo escapa de las cuestiones fundamentales de escribir desde acá. En ese mismo tenor, Iliana Vargas pone a dialogar a dos escritoras que, aunque exitosas en parámetros editoriales, siguen siendo outsiders: Guadalupe Nettel y Samanta Schweblin. Pedro J. Acuña entrega el segundo cuento del dossier, «Banca o de la secundaria», donde el personaje es un Sócrates (filósofo que, muy probablemente, fue el primer outsider que demostró que de la marginalidad brota de algún modo el genio) insertado en un barrio de la Ciudad de México. Comparte la mirada latinoamericana sobre un autor de otro sitio el ensayo de Rodolfo JM, a propósito de ser fanático de Philip K Dick en el México de hace década y media. Gabriel Rodríguez Liceaga hace una suerte de apología a la potencia de la voz crítica de Ricardo Garibay, atizando con la misma estocada dos cuestiones marginales: la crítica como ejercicio en México y la propia figura de Garibay. Cierra el dossier Oliver Davidson con un ensayo que trata sobre el papel del editor y del crítico de cara a la formación de un canon.
La América Latina que aquí se describe va de la creación a la crítica, pasando por la posibilidad de publicación y la lucha que es a veces la lectura. En este dossier caminamos sobre esta insistente arena de lucha a la que nos gusta verle forma de escritura y de lectura (del arte que a veces condensa entre ambas); la recorremos, sobre todo, desde uno de sus márgenes, al que nosotros llamamos continente.
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En uno de los pies de página del texto que abre la colección, dice Daniella Blejer: «Si bien Latinoamérica reconoce históricamente su identidad en la continuidad de su herencia cultural, esa identidad también se funda en la heterogeneidad (Antonio Cornejo Polar), la diferencia (Julio Ortega), la hibridez (Néstor García Canclini, Martín Lienhard), el mestizaje (Rafael Gutiérrez Girardot) y la transculturación (Fernando Ortiz, Ángel Rama)». Es decir: en muchas de las palabras que pueden utilizarse como metáfora de la ruptura, de la confrontación, de la duda (o al menos de una duda similar a la que priva en el momento justo de recibir un golpe certero, o de propinarlo).
En la impronta siempre inabarcable de explorar América Latina, este dossier le confiere al continente otros nombres: los de autores que, desde un margen, desde una lucha, son también el núcleo y el punto de equilibrio de esta región (o de esta forma de ser) que identificamos como nuestro lado del mundo. Un lado nunca del todo conocido, para el cual este dossier también sirve como mapa; cuando menos, como señalización de autores que quedan por leer, como guía de compras en la próxima visita a la librería. Y conserva el nombre Versus porque, de los muchos puntos que América Latina y la creación literaria siempre tendrán en común, esa palabra probablemente será la que tarde más en quedar vacía.~
Ruy Feben (antologador),
Hacienda de los Morales, Valle del Anáhuac, Nueva España,
diciembre de 2015, Año del Señor.
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