Saraí
Un poco de Punk: Saraí. Un cuento de Dante Vázquez Maldonado
1.0
Quien controla los medios controla la cultura
Allen Ginsberg
A FINALES DEL año 2057 la Ciudad de México se convirtió en la capital tecnológica del país. En sus calles y avenidas, día y noche, podían verse cybors, androides, autómatas, robots, y humanos de todo tipo. Entre autos, modas, exposiciones, eventos culturales y espectáculos artísticos huían o disfrutaban del tiempo. Los centros de entretenimiento ofrecían a los transeúntes una imagen arquitectónica vanguardista e innovadora, diseñada para mantener el esplendor de los edificios coloniales. Y a pesar de que la condición adquisitiva, de la mayoría de la población, era más baja de lo que había supuesto el nuevo gobierno, el entorno era cordial.
Una de las avenidas, con mayor atractivo y más concurrida, era la de Eje Central Lázaro Cárdenas. En ella, además de las plazas comerciales: Meave, Plaza de la Computación y Plaza Teresa (que años atrás fuera una sala de cine porno), estaba La Torre Latinoamericana. Ésta, por la inversión económica de la corporación Temps, pasó de ser un conjunto de museos y oficinas, a un centro especializado en investigaciones literarias. Y desde ella se controlaba cada publicación que salía al mercado nacional.
Temps vino de menos a más en el sector editorial gracias a la asesoría literaria y de marketing de Saraí; quien, a sus 17 años de edad, abandonó la escuela. Se divertía más aprendiendo en casa: el séptimo piso de La Torre Latinoamericana. Risueña y reservada, Saraí leía novelas, teatro, poesía, ensayo y demás. Y pasaba de un tema a otro con el mismo contento que le provocaba ver un nuevo anime, o ilustrar algún escrito que le agradara. Disfrutaba de su forma de estar a solas como cuando se reunía en la realidad 1.0 con Bambola para charlar acerca de sucesos cotidianos. O como cuando se encontraba en la 2.0, con Geómetra y Carnestolendas, para compartir información relacionada con la literatura.
En fin… Ya fuera en la material (1.0), o en la virtual (2.0); Saraí contaba con amistades a quienes valoraba y respetaba. Pues, como decía Geómetra: «Los contactos son útiles necesarios en cualquier massively multiplayer online role-playing game».
Al terminar de leer el manga Monster, de Naoki Urasawa, Saraí decidió jugar Dragones Espaciales. Un MMORPG que consiste en hacer evolucionar a tu dragón y formar una legión para defender el planeta de invasiones alienígenas. Pronto se encontró con la pantalla de inicio, tecleó su Nickname y en unos minutos sobrevolaba los bosques y valles en busca de invasores. Caían de uno en uno, o de a muchos. Eran fáciles, ya que los niveles de experiencia, defensa y ataque del dragón azul de ojos rojos, de Saraí, Demian III, eran los más altos del juego.
Entre llamaradas heladas y peleas contra gigantescas bestias viscosas, Saraí pasó una hora de repetitiva distracción, mientras escuchaba los poemas de Noelia Palma incluidos en su libro digital Amado en septiembre. Con la vista cansada, antes de salir del juego, Saraí echó un vistazo al chat (el cual mantenía cerrado cuando jugaba sólo un poco). Al instante recibió saludos e invitaciones de otros jugadores para que se uniera a sus legiones. Saraí respondió a unos cuantos y rechazó de inmediato las invitaciones. A ella, desde un principio le desagradó la idea de pertenecer a alguna de éstas, o crear una, ya que le permitía moverse con mayor libertad. Sin embargo, les brindaba ayuda cuando necesitaban derrotar a un enemigo poderoso. Ninguna noticia trascendente leyó hasta que el usuario Voltalux comentó algo acerca de la nueva publicación que haría Temps: Paraíso en tres tiempos, de Alex Mighera.
Vomitando de coraje, Saraí cerró el juego y le envió a su hermana, la presidenta de Temps, un mensaje.
Lully:
El lenguaje es el medio mediante el cual se programa y estructura el ser como humano, y parte del lenguaje es la palabra. Cito a Terance Mckenna para que te quede más claro: «El verdadero secreto de la magia es que el mundo está hecho de palabras. Y cuando sabes las palabras de las que el mundo está hecho, puedes hacer de él lo que quieras… si el mundo está hecho de código, entonces lo podemos hackear». ¡¿Qué te ocurre?! ¿En verdad piensas publicar ese contenido estomacal que lo único que hará es enfermar a las personas y alimentar pequeñas alimañas? Aunque haya renunciado a mi puesto en Temps para cuidar a Bambola después del accidente donde ganó piernas robóticas, tengo presente mi responsabilidad por ascendencia dentro de la corporación. Vomitaré en ti y en los demás socios. ¡Me importa un carajo que todo se vaya a la quiebra! La palabra destruye o crea monstruos, y ustedes posibilitarán lo último. No más reproducción de lo mismo. ¡Se acabó!
Atte.: Saraí.
No hubo respuesta. Así que sin perder tiempo se puso en contacto con Geómetra y Carnestolendas para explicarles lo que ocurría. Ellas entendieron la situación y se pusieron a crear un virus informático.
Antes de presionar Enter, Saraí recordó una frase que días antes leyó en la red: «Borrar libros es igual a quemarlos». Y pensó en el sentido que puede darse a la existencia de las personas a partir de la significación-interpretación de los libros y las palabras.
—Leer es un crecimiento continuo dentro del conocimiento mismo sin abandonar lo que se encuentra en el exterior de sí, ¿recuerdas? Leer significa conocer, aprender y aprehender parte del mundo desde Otros para comprender, complementar y reinventar el propio.
2.0
El agua lo desnuda todo
MALS
—¿Otra vez vomitó?
—No.
En el cuarto de una vecindad de la Ciudad de México, Saraí sobre un colchón expulsa a intervalos indefinidos, sangre mezclada con fluidos intestinales. Carnestolendas a un costado de Bambola intenta bajarle la fiebre con la poca agua de la que disponen. Geómetra sentada junto a la ventana piensa en la manera de salir de ahí para ayudar Saraí.
—¡Es insoportable el olor a vómito!
—Sí, pero ¿qué podemos hacer? La herida que tiene en el estómago es profunda. Además necesitamos agua, al menos para limpiar todo.
—Lo sé.
Lo primero que se les ocurrió fue sacarla de ese lugar. Luego regresar. La distancia entre Santa María Aztahuacán y Santa María la Ribera era relativamente corta. No podían arriesgarse a llevarla a un hospital. La policía cibernética la buscaba. Su rostro y perfil circulaban por cada pantalla de los hogares y de los edificios de la Ciudad de México. Su situación era complicada. Santa María Malinalco resultaba la opción más adecuada.
—¡Agua, agua!
—Tenemos que hacer algo, ¡ya!
—Espera.
Entre subidas y bajadas, calles oscuras e iluminadas, música y silencio, llegaron a su destino. La clandestinidad es emocionante para jóvenes con ansias de sentirse libres del Sistema. El taxi automatizado estuvo pronto. Sólo unos cuantos conocían este servicio. El Sistema te forma y te deforma en la medida en que lo dejas actuar sobre ti. Máquinas. Zonas marginales que hacen vomitar de tanta miseria. Había que divertirse. La nueva droga sintética: Time Magic. Volar durante el delirio. Sentir que nada pasa aunque a tu alrededor todo esté en declive. Ser más de una persona en un mismo lugar y tiempo. Crear una fantasía única e irrepetible. Efecto garantizado.
—¿Tengo náuseas?
—¡Vomita!
—Te ayudo a lavarla.
Un instante nocturno: el rave, Time Magic y agua suficiente. Más posibilidades de evasión que de contención. Elecciones. Cuerpos moviéndose sin cesar. Recuerdos. La Luna vestida de rojo sangre. El calor del medio ambiente industrializado. Conservar la calma, el sosiego. Un deseo ficticio enredado en la mente de un triángulo escaleno. Lluvia en pleno mes de diciembre.
—Todo va a estar bien.
—Sí.
—Vámonos.
En una habitación del Gran Hotel de la Ciudad de México, Carnestolendas, Geómetra y Bambola esperan sentadas alrededor de la cama a que Saraí salga del baño. Saraí sale empapada. Tambaleándose busca llegar junto a sus amigas. Se recuesta. Al notar que Saraí cierra los ojos, Carnestolendas, Geómetra y Bambola, se van.
En un par de horas amanecerá. Saraí sueña que llueve, que el agua la desnuda y que en su desnudez no es sólo Ella.
3.0
El fin primordial de la ficción es producir la ilusión completa de la realidad
Henry James
Alguien camina afuera todo el tiempo. A través de la ventana Saraí ve el aguacero que cae desde hace una hora. La luz blanca de una lámpara de calle se cuela hasta acurrucarse en la cobija en la que está arropada.
Los músculos de sus brazos y piernas se tensan; su boca pierde humedad. Con movimientos torpes se acerca a la mesita de madera desgastada que está a un costado de la cama. Agarra la botella de agua junto a la caja de chocolates que le enviaron hace días.
—La imaginación y el agua son indispensables para la vida, cuando una de éstas falta o escasea la rebeldía de existir asfixia —dice Lully.
Alguien la mira. Sí. Alguien la mira. Su mirada traspasa el azul deteriorado de las paredes. Temblando destapa la botella, pero cuando está a punto de llevarla a su boca, escucha que Alguien llama a la puerta. Con voz insegura pregunta: «¿Quién es?» Por la abertura entre la puerta gris oscuro y el suelo arlequín, el paso de una sombra. Lully se esconde rápido bajo la cama, le desagrada que la vean.
Alguien abre la puerta. Alguien la asfixia.
—¿Quién eres tú? ¿Bambola? ¿Carnestolendas? ¿Geómetra? ¿Dónde está mi hermana? ¿Por qué me trajiste aquí?~
Comments are closed.