Tres textos

Tres textos de Théo Robine-Langlois / traducción Benjamin Lévy

 

 

(-)

 

 

(-) SALE DE SU EXODIUM.

(-) respira el aire exterior que agrede sus fosas nasales.

(-) mira el cielo.

(-) contempla el rosa púrpura, el violeta y el azul marino.

(-) camina sobre el cemento resquebrajado.

(-) piensa en la mermelada de brócoli que distribuyen en misa.

(-) le gusta la mermelada.

(-) piensa en el cura que debe honrarlo.

(-) se alegra igual de poder escuchar las grabaciones recuperadas.

(-) siente miedo.

(-) siente miedo de terminar como /-/.

(-) le gustaría pasar la noche con +-+.

(-) sabe que está prohibido.

(-) sabe que forma parte de los contagiados, el nuevo grupo de privilegiados.

(-) piensa en .avi, quien lo ayuda a razonar.

(-) se solidariza con la comunidad.

(-) es feliz.

 

 

 

* * * 

 

 

 

Otra vez, Carajo

  

¡Otra vez, Carajo! En plena masturbación, el brazo de L-one deja de funcionar. Intenta seguir con el otro brazo, pero como su mano derecha es torpe termina perdiendo la erección. Averigua el saldo que le queda a través del chip implantado en su ojo izquierdo, pero éste le recuerda que no tiene crédito. L-one se acomoda en la cama e intenta superar la frustración. Todo empezó cuando le ofrecieron implantes a la gente, gratis al principio, y que luego podrían pagarse con el tiempo. Todos se entusiasmaron, y a L-one, después de su accidente en la carretera, no le quedó otra que recurrir a esta nueva generación de implantes (teniendo en cuenta el estado de ebriedad en el que se encontraba al momento del accidente, y que seguramente le impediría conseguir moral-financiamiento para su operación). La primera vez que algo le falló fue camino al trabajo. Caminaba como siempre por el costado de la autopista cuando la rodilla izquierda se le trabó. Pasado el primer momento de angustia, recordó que esa parte de su cuerpo ya no era natural. Entonces se arrastró como pudo hasta llegar finalmente al service más cercano, donde el mecánico de precisión le informó que no se trataba de una falla sino que no tenía fondos suficientes en su cuenta bancaria para pagar su implante. Para zafar del apuro, le pusieron cuatro ruedas en su pie de metal hasta que encontrase el dinero. Iba a tener que manguearle a su media hermana. ¡Pero esto ya es demasiado! ¡Ahora resulta que ya no puede ni pajearse! Entonces se pone su mejor traje. “¡Ya van a ver… esos tipos del departamento de implantes!”

 

 

 

* * *

 

 

 

Yoki like it

 

 

Yoki deambula por las calles repletas de gente de la megalópolis Tchikitchiki. Arrastra de calle en calle su débil cuerpo, tratando de esquivar a los transeúntes ya que cualquier toquecito, aun ligero, lo propulsaría hacia el cosmos.

 

Mamacitta, viéndolo luchar, lo llama, pero eso termina asustándolo. Sale corriendo, tratando de esquivar los charcos de agua para no resbalar.

 

Mamacitta, desde su butaca de levitación instantánea, no tiene ningún problema en seguirle el paso a aquel caminante desgarbado.

 

Yoki consigue refugiarse en una tienda, de donde saldrá luego, justo a tiempo para su cita súper importante.

Una entrevista laboral para un puesto de piloto de nave mercantil.

Yoki siempre ha soñado con viajar en el espacio.

 

Pero he aquí que cada vez que Yoki tiene una cita importante pasa un ventarrón que lo arrastra y lo deposita a kilómetros de su objetivo.

En otro barrio de Tchikitchiki.

Un día, Yoki intentó zafar usando pesos.

Pero era tan lento que igualmente perdió su cita.

 

Mamacitta no encuentra a Yoki desde la última ráfaga. Ella quisiera tanto ayudarlo, pero Yoki le tiene pavor.

Le dice, vení acá, vení acá, te voy a dar una mano.

Pero Yoki teme terminar roto en dos pedazos entre sus poderosos brazos.

Morir levitando, en una butaca, en los brazos de Mamacitta.

 

Yoki se refugia en un hydrostore, en donde consume vapor de agua mezclado con diversos sabores.

Es el único lugar donde Yoki se siente bien.

Allí todo es ligero, todo flota, el humo, la gente. Igual que él.

 

Yoki like it

 

 

 

Benjamin Lévy nació en Toulouse (Francia). Creció en los suburbios de Marsella, donde la palabra tiene valor de contrato. Actualmente respira en Buenos Aires. Docente, traductor, editor de imágenes. Pronto a egresarse en traducción literaria-científica (Instituto Lenguas Vivas Juan Ramón Fernández, Buenos Aires). Trabajó como traductor para la Compañía Nacional de Danza Contemporánea de Buenos Aires, los Juegos Olímpicos de la Juventud, y para el Gobierno de la Ciudad de B.A. Editó un tráiler para el festival Internacional de Cine de Berlín (Elefante Blanco, Pablo Trapero, 2012). Obtuvo una mención especial del jurado, compuesto únicamente por su hijo Félix, por sus magníficos oeufs à la coque.