Los invitados

Un texto de Dán Lee

 

ESTO ES PARA ti que te gustan los niños.

Si visitas Teomextitlán entre diciembre 16 y 25, realiza este truco en algún momento de la madrugada (no te arredres por la oscuridad, la posibilidad de una llovizna traidora, o el chirrido de las criaturas –digamos que son saltamontes- en los cerros que rodean el pueblo):

  1. Cuelga una piñata a media calle, tiene que ser de olla de barro y la figura una estrella de siete picos. Las frutas y dulces deben ser suficientes para una veintena de invitados.
  2. Comienza a golpearla con un palo y entona el “Dale, dale, dale” (En pocos segundos, notarás que un grupo de niños sin zapatos, morenos, de pelo oscuro, las niñas con trenzas de listones negros, habrá formado un círculo a tu alrededor. Verás que la luz de la luna se concentra en la rueda alrededor de la piñata, iluminando las sonrisas fijas de los pequeños).
  3. Entrega el palo a uno de los niños, al más bajito.
  4. Evita hacer preguntas, especialmente “¿De dónde salieron?”. No es algo que ellos deseen contestar o que tú quieras saber.
  5. Canta la canción de romper la piñata. Tú sabes cuál es. No esperes que ellos la coreen contigo. Si alguno de ellos lo hace, no lo mires, no detengas tu cántico y por nada del mundo te tapes los oídos aunque sientas que guijarros ardientes se desgranan hacia el centro de tu cráneo, desbarrancándose desde las orejas.
  6. No es necesario que planees una forma de mover la piñata con fin de evitar los golpes y prolongar la diversión; de entre las bocacalles soplará un viento con la fuerza suficiente para que la estrella gire, flote o se aleje, según sea preciso.
  7. Cuando hayas llegado al verso final de la copla, “Quítenle el palo, porque sigo yo”, justo al articular la última palabra, es momento de arrebatarle el madero al infante en turno (él se resistirá, pero es tu deber recuperar el tronco y entregarlo al siguiente invitado en orden de estatura; si tú no lo haces, o tardas demasiado en conseguir el palo, los otros niños irán por él… ésta no es la mejor forma de terminar el truco, especialmente para ti).
  8. Repite los pasos 3 al 6. Sigue estrictamente el orden de estatura, sin tomar en cuenta a aquellos pequeños que, impacientes, jalen tu ropa o mordisqueen tus piernas para pasar fuera de turno (sólo hay una excepción a esta regla, se trata de una chiquilla de piel blanca salpicada de lunares; la reconocerás porque lleva una sola trenza entretejida con listón plateado. Si se trata de ella, permite que rompa el orden, intenta no contrariarla… de hecho, en cuanto ella tome el palo, huye del lugar sin mirar atrás y con la vista fija hacia el frente; evita observar los charcos de agua, no suceda que te topes con la luna reflejada allí. No habrás llegado al final del truco, pero siempre podrás volver otro año).
  9. Una vez que la niña más alta del grupo esté golpeando la piñata (siempre es una niña, y la piñata resistirá, no tengas duda), es momento de alejarse. No dejes de cantar, camina hacia atrás sin dejar de mirar. El círculo se estrechará; el palo rozará las caras cada vez más cercanas, pero ellos seguirán avanzando hasta que la niña alta reviente la olla con un buen trancazo. Los premios estallarán como chispas de fuegos artificiales, iluminando el rostro de los pequeños, quienes llenos de furor se tirarán a recogerlos. Es normal que haya alaridos, llantos o risotadas que hielen los huesos. En este punto te preguntarás si el contenido alcanza para que cada uno de los invitados obtenga al menos una fruta o un dulce; más te vale que sea así.
  10. Detente a una distancia prudente para observar, de preferencia en un sitio elevado. Cuando los niños se incorporen con el botín en brazos, saldrán a la carrera mientras mastican parte de sus trofeos, especialmente si en la barahúnda pudieron arrancar algún trozo de carne. No intentes seguir a ninguno de ellos, ni permitas que noten tu presencia en su huida hacia lo profundo de las calles.
  11. Una vez que el silencio se apodere del lugar (para este momento los saltamontes también habrán callado), ve hacia los restos de la piñata. Sobre el suelo, entre el revoltijo de papel, barro y sangre, descubrirás a un recién nacido, puede ser niño o niña. Límpialo y arrópalo. Notarás que te mira con calma y que tiene rasgos parecidos a los que encuentras en el espejo. Cuando lo levantes, no llorará (si lo hace, tómalo por los tobillos y estréllalo contra el piso, es un impostor). Ahora es tuyo, el truco ha funcionado.~