Espectacular revancha

Dos amigos. Dos luchadores. Una mujer y una espectacular revancha.

 

Íralo, hasta te tiemblan las patitas, Centella. Ya no pienses en eso; el Rafa es un profesional. No te va a dejar caer. Él sabe que el «tope centella» es demasiado peligroso, que puedes quedar paralítico… o hasta matarte.

No le saques; el Rafa aguanta. Una cosa es la vida de allá afuera y otra es la del ring; aquí en la Arena no te debe fallar, no te puede fallar… aunque tú sí le hayas fallado. ¿Pero a güevo tenías que chingarte a la Martita?, vales madre… Ya; no te desconcentres. Agárrate chido a la cuerda y bríncale al tercer esquinero. Que no te dé frío, ¿cómo rebién que le brincaste encima a la Martita?, hasta tres veces, cabrón.

Ira al Rafa allá abajo. Todavía no se levanta chido del látigo, se ve medio apendejado, como cuando te lo encontraste al salir del Jardines de Tlalpan de la mano de la Martita, todavía iban tú y ella con el cabello mojado y oliendo a Rosa Venus. ¡La cara de pendejo que puso el Rafa! Bien que sabías que él quería a la buena a la Martita, pero ahí vas, cabrón, nomás a chingar la amistad con tus calenturas. Y luego la Martita que aistá en la primera fila, quesque para aplaudirte, como si fueras héroe; pinche vieja, namás va a hacer emputar más al Rafa, que es el único que sabe recibir el «tope centella» como diosito manda; el único que sabe cacharte bien… ya te vio, Centella; ya se puso firme. Ora sí, bríncale al poste y que Dios te bendiga.

Teo Magallán: ¿Pero qué le pasa a Centella Azul, Doctor?, se ve indeciso, a mí se me hace que ya le dio miedo hacer enojar a Valaguez, un rudazo de siete suelas, cinco estrellas y gran turismo.

Dr. Linares: ¿Cómo crees, Magallán?, ¿cómo crees?, lo que pasa es que está tomándose su tiempo para no fallar el lance suicida que lo ha hecho famoso en todo el orbe: El tope centella.

Teo Magallán: ¿Famoso dónde, Doctor?, si no sale de su colonia; todo lo contrario de Rafa «el Ráfaga» Valaguez, figura internacional, que ya se incorpora en la tarima de protección.

Dr. Linares: No va a tener tiempo ni de apuntar las placas cuando Centella Azul le caiga encima, Magallán; míralo, ya prepara su lance en la cima del poste; parece clavadista olímpico.

Teo Magallán: Pero si hasta acá se ve cómo le tiemblan las rodillas a tu Centella, Doctor, ¿me vas a decir que es de frío?

No tengas miedo, Centella. No veas al Rafa. Nomás calcúlale y ya estuvo. Verás cómo no se quita. Es un profesional, es el mejor compañero que has tenido, es fuerte, sí aguanta. ¿Cuántas veces han hecho «el tope centella»?, ¿cuántas? Y siempre te ha recibido bien, ni una lesión, ni una torcedura. El Rafa es de fiar, no como tú… Y después de todo lo que han hecho juntos. La neta es que no tuviste madre con lo de la Martita. Siquiera te la hubieras ido a coger más lejos del gimnasio, no que ahí a dos cuadras, ¿cómo no te iba a cachar?… ojalá y así de chingón te cache orita.

Dr. Linares: Señoras y señores, amigos nuestros; estamos a punto de presenciar el tope centella en la catedral de la lucha libre mundial, allí va Centella Azul.

Ni siquiera te puedes persignar en frente de la gente; la neta, si tú fueras el Rafa te quitabas, ¿a poco no? Pero ni pedo, quieres ser estelar, hay que arriesgarse. Jala aire y aviéntate. Primero hacia arriba, pa agarrar la postura; sepárate del poste y siente el sudor en el pecho; echa las piernas abiertas hacia atrás; acuéstate, suspéndete un instante antes de empezar a bajar con la choya por delante y los brazos extendidos como santocristo.

Dr. Linares: ¡Qué clase de vuelo nos está regalando Centella Azul!, ¡es un misil, un ave de presa, una verdadera bala humana!

En un instante, la subida se te vuelve bajada. Seguro el Rafa sigue ahí, aguantador como siempre. Imploras que por favor no se vaya a quitar mientras las tripas se te pegan al espinazo y cierras la boca apretando el abdomen. Desde el suelo sube un airecito frío, la piel se va enchinando como si fuera la primera vez que te lanzaras, con el suelo esperándote y una burbujota que se infla desde tu panza hasta la boca y los güevos; Rafa no te quites por tu mamacita. No quieres abrir los ojos, en el pecho el golpe de viento que rastrilla el sudor y en los oídos la velocidad susurra un madrazo. Es eso, la rapidez del bajón, de la caída, escuchar los ecos de gritos rebotados en la madera de la tarima, entreabrir los ojos. ¿Pa qué chingados vuelas con los ojotes cerrados?, ¿pa qué chingados te cogiste a la Martita?, ¿pa qué chingados traicionaste al Rafa si sabías que es el único que te puede cachar? A tu amigo el Rafa…

¿Rafa?, ¡Rafaaaa!

Teo Magallán: ¡Vaya encontronazo, Doctor!, parece que el médico de ring tendrá que entrar en acción.

Dr. Linares: Efectivamente, Magallán, pero así es la lucha libre, ¿quién diría que ese malandrín de Valaguez iba a salir huyendo en el último instante?

Teo Magallán: Nadie se lo esperaba, Doctor; aunque más sorpresiva fue la intromisión de Marta «Panterita» Loyo, que salió de quién sabe dónde para salvar a Centella Azul capturándolo al vuelo.~