Elepé
Un texto de Montserrat Rodríguez Ruelas
EXTRAÑO: ACCIÓN, ADJETIVO. Pablo se las ingenió para habitar en nuestro hogar desde el eco. Estoy extrañándolo; todo es extraño. Hasta la fecha no puedo comprender sus intenciones. Desde acá, tan sólo veo mi silueta rebotar en la ventana, intrusa. Afuera de una casa que no es mía. Lo escucho. Hoy se cumple un mes sin él.
***
Cuando nos dieron la noticia, el ADAhabía comenzado a tener popularidad. El diagnóstico de Pablo, como el de muchas otras personas, se había convertido en un espacio publicitario para el producto. En éste, los clientes estaban representados por actores sanos, tranquilos. Nada más alejado al verdadero aspecto de Pablo: desahuciado. En un intento por recuperar el control de los días que le quedaban, mi esposo cedió.Durante una de las últimas noches que tuvimos a solas, me avisó que había agendado unacita para conocer más sobre el ADA. Me invitó, no quise ir. Pablo se molestó, me dijo que lo estaba rechazando. Ahora que lo pienso, quizás quiso llevarme para confesarme todo en persona. En ese caso… tampoco lo hubiera acompañado. No estaba intentando ser cruel, tenía mis razones: algo del nuevo producto me incomodaba… era muy pronto, quería explorar otras posibilidades, alargar el proceso. En la discusión, antes de haber azotado la puerta para irse a dormir a la sala, me lo dejó muy claro:con o sin ADA, él iba a morir. Cuando regresó de la cita, estaba convencido. Había arreglado todo. ¿Lo habría planeado así desde el principio?Quizás ésta era su manera derevelármelo.
***
—No te puedes negar, era lo que él quería.
—Lo sé, pero no estoy lista para dejarlo ir.
Sólo a Marcela podía confesarle cómo me sentía. Ella nos había ayudado durante todo el proceso, nadie mejor que mi hermana entendía por lo que habíamos pasado, por lo que estaba pasando…me atrevo a decir que la muerte de Pablo le afectó tanto como a mí.
—Tienes que respetar su última voluntad.
Alcanzó a decir eso antes de voltear su rostro hacia la ventana. Antes de que las grietas bajo sus ojos terminaran por absorbernos. Dos acantilados en la noche.
***
“Su última voluntad”, eso me repetí mientras me dirigía a las instalaciones del ADA: sólo tenía que finiquitar los preparativos y firmar unos papeles.Desde el exterior, el edificio no daba cuenta de sus intenciones. No fue hasta que me encontré en la sala de espera que percibí una presencia prefabricada. El pésame artificial rondaba en las pinturas de mal gusto. Éstas, colgadas en las paredes, proyectaban senderos, puestas de sol, colores pasteles. Ese tipo de cuadros se popularizaron hace algunos años; recordé que mis padres exhibían el suyo justo en el vestíbulo de la casa para dar la bienvenida a las visitas. De pronto me sentí extraña, me dieron ganas de llorar… la nostalgia vende.
Cuando el consultor por fin me nombró, estuve tentada a no levantarme de la silla. Después de todo el tiempo de espera, quise escapar del edificio, correr, ocultar mi rostro delator y buscar otra manera. Buscar a mi hermana, refugiarme en ella, pedirle que se hiciera cargo. Luisa Márquez, repitió el consultor y me miró directamente. Él sabía.Así, como cerciorándose de que no fuera a escapar, continuó mirándome todo el trayecto hasta su oficina. Tome asiento. En el interior de ese espacio de catorce metros cuadrados, otra vez las pinturas. Estratégicas, exhibiéndose. Interceptabanmis pensamientos cada treinta centímetros que giraba el cuello. Pablo debió de haberme advertido; quizás ésta era su venganza por no acompañarlo aquella vez.
—Mi más sentido pésame, señora Márquez.
No supe qué responder. ¿Gracias? Sólo quería firmar los papeles e irme. Hundirme unos días en mi cama.
—Bueno, comencemos con lo que nos compete —el consultor parecía aliviado, agradecido de no comenzar una conversación sobre mí o el difunto—. ¿Qué le pareció la propuesta?
—Mire… no estoy de acuerdo con todo esto.
—No se preocupe, su esposo está en las mejores manos. Él mismo me comunicóde su postura con respecto al trámite. Sin embargo, para eso estoy aquí, ¿cómo la puedo ayudar?
No sabía si creerle. Pablo le pudo haber advertido sobre mi comportamiento; o puede que los consultores tengan un entrenamiento para manejar este tipo de crisis. Tuve ganas de llorar otra vez.
—No entiendo esta parte del contrato,¿a qué se refiere conTipo de información a almacenar?
—Son las partes de su esposo que desea conservar. La ventaja que usted tiene es que él dejó estipulado que se guardara todo, es decir, las cinco categorías. Mire, si nos vamos al primer anexo, podemos encontrarlas descritas a detalle —el consultor comenzó a leer sin dejar espacio entre las palabras, como para convencerme de continuar con esta locura—.Número uno:sonidos. Pisadas, gases, risa, llanto, chasquidos de dedos, ronquidos, cantos,etcétera. Número dos: manías. Prender y apagar la luz, lado de la cama, lugar en la mesa, horarios de llegada, desayuno, etcétera. Número tres:conversaciones distintivas (relacionadoa la memoria). Peleas, pláticas, planes, chistes, descubrimientos, etcétera. Número cuatro: síntesis emocionales. Simbolismosconcernientesa la relación que compartían. Número cinco: estímulos sensoriales (relacionado al contacto corporal). Abrazos, besos, penetraciones, golpes, etcétera.
Alejé el contrato de mi rostro.Sentía el horror subir por la garganta.
—¿Conservar?—Exhalé, grave—, mi esposo está muerto, ¿cómo es posible que pueda volver a tener todo esto de él?
—Señora Márquez, créame, la entiendo. Todos son incrédulos al principio, pero el ADAes garantía. Como sus iniciales lo indican, el Almacenamiento de Datos Analógicosestá capacitado para preservar la esencia del difunto. El ADA funge como catalizador genético: a través de señales analógicas, archiva y procesa la energía del difunto dentro de un vinil. Cuando la aguja entre en contacto con éste, las pulsaciones permitirán identificar aquello que caracterizaba a su esposo y será como volverlo a tener con usted.
—Lo único que quiero es que descanse en paz —interrumpí.
—De eso no debe de tener duda; él ya está descansado. Este método,más que nada, es para el beneficio de los familiares.Permite sobrellevar de manera óptima las etapas de duelo sin hacerle daño al difunto. Por el contrario, esto es un homenaje a sus años de vida. Además, reitero, su esposo dejó todo listo; lo único que debe de hacer es firmar para autorizar el inicio de la producción de los dos ejemplares.
—¿Dos ejemplares?
—Así es.Bueno, en realidad uno contiene los restos originales, el otroes la copia. Estas son las direcciones que se dejaron establecidas.
No supe cuánto tiempo estuve leyendo la segunda dirección. Apretando el contrato con mis dedos sin poderme mover. Releyendo, cerciorándome de no haberme equivocado. La conocía, sabía a quién pertenecía la segunda dirección.
***
El tiempo de esperapara recibir a Pablo era de una a dos semanas. Llegó antes. Cuando lo tuve en mis manos supe lo que significaba: dos ejemplares de él se habían entregado. Imaginé la copia llegando a su destino; en mi mente tracé la ruta desde el edificio del ADA hasta la otra dirección… pero,¿cómo sabía que la que yo tenía no era la copia? ¿Quién me aseguraba que Pablo no había decidido dejarme su segunda versión, como si nuestro matrimonio hubiera sido el de la farsa? Necesitaba hablar con Marcela. No contestó. Entonces volví a mirar la caja de mi esposo… completamente negra. No quise sacarlo, poner el vinil, escuchar sus excusas. Sobre el mueble que dispuse para él, lo dejé en la sala. Mirándolo, le reproché en silencio. También me sentí culpable de comenzar el duelo de esta manera. Entonces le acerqué unas flores pequeñas que había comprado para la ocasión, y lo dejé solo.
Lloraba. Esa noche fue la primera de muchas. Con insomnio conté los díassin descanso. Eternos, hasta que soñé con él. Estaba haciendo el desayuno, desde abajo me gritaba que bajara mientras yo fingía no tener ganas de levantarme. ¿O estaría recordando? Decidida, abrí los ojos, me dirigí a la sala. Lo vi. A su lado, las flores marchitas. Me hinqué frente a Pablo y comencé a abrirlo, como un regalo. Bizarro. Adentro relucía, nunca se había visto tan guapo: oscuro y marino. Me detuve unos minutos a leer las indicaciones del panfleto que lo acompañaba.Cuando estuve lista, lo saqué con mucho cuidado, depositándolo en el tocadiscos. Tomé un respiro. Esperé unos segundos hasta poder presionar el botón de encendido. Levanté la mano derecha y a manera de saludo, posicioné la aguja. Después hui. Con prisa entré al baño y abrí la llave de la regadera. Nerviosa, me resguardé entre las húmedas paredes a esperara que mi esposo llegara. Hasta sentirlo… era verdad, estaba ahí. Se había escabullido entre el vapor y el jabón que me inundaban. Podía sentir cómo estaba abajo, preparando el desayuno. El sonido de sus manos tomando el sartén. El tarareo de la reverberación de sí mismo… Si cerraba los ojos y me concentraba, podía creer que nada había cambiado. Podía creer que al salir de la regadera, lo encontraría con el desayuno en la mesa. Triunfante, con la sonrisa en el rostro como diciendo: ahora te toca lavar los platos.
Poco a poco me fui acostumbrando al ADA. O quizás ya era adicta a él… a tener a Pablo de regreso. La exploración de las cinco categorías me fue forjando una rutina… un ritual. Por ejemplo, cuando era momento de dormir, buscaba más que nunca sus sonidos, los ronquidos intermitentes. Después descubrí que el ADAtenía la capacidad de adaptarse a cada situación, al ambiente. Percibía cuándo era de noche,cuándo estaba limpiando la casa, cuándo estaba llorando… El paquete funcionaba a la perfección. Sin embargo, lo sabía:nada podría serigual. No después de su muerte, no después de los dos ejemplares. El mismo sonido con el que Pablo se apropiaba de la casa, me lo recordaba. Su rebotaren las paredes me señalaba hacia la otra dirección.
***
Hoy se cumple un mes sin él. Treinta días hasta que pude atreverme a venir aquí. Pararme afuera de esta casa, la segunda dirección… la de mi hermana. Escuchando. Marcela y la otra parte de Pablo, copia o real, encerradas ahí. Sin recibirme, sin contestar mis llamadas. Treinta días de tratar de ignorar lo que pasó. Hoy, la cuenta se ha detenido. Sé que está ahí adentro… ¿Regresando a ella?No sé. Quizás… haciéndole compañía a Marcela, mi hermana. Así como ella, por mucho tiempo, nos acompañó a los dos.~
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