Viaje a Japón
Todos los lugares por descubrir a través de los viajes son bonitos, ninguno sin excepción, pero hasta ahora uno de los lugares que más me ha gustado es Japón. El continente asiático en general tiene ese toque de exótico y desconocido de las culturas orientales que a mí en especial me atraen mucho.
Tokyo es increíble con todos esos edificios llenos de luces, sus cruces tan aglomerados de gente y la cual es muy fashion, la puedes encontrar por todos lados, incluso en el metro. Las chicas son super guapas, y si no, al menos lo intentan poniéndose infinidad de cosas, pestañas postizas, el cabello de colores, el maquillaje es esencial, tacones que ni ellas aguantan, un sinfín de arreglos.
Obviamente otro punto fuerte de Japón son su infinidad de templos. A pesar de estar en una gran ciudad puedes encontrar pequeños templos cuando menos te lo esperas y, al igual que los grandes, todos son realmente fabulosos. Son lugares en los que te sientes llena de paz, de cosas por conocer y de respeto. Algunos de los templos más grandes tienen unas vistas espectaculares a la ciudad, pero cuidado si hay alguna festividad en el día que vas al templo porque estará llenísimo de gente. También tuve oportunidad de visitar el Palacio del Emperador, bueno sólo los jardines porque el Palacio no puede ser visitado por dentro.
Kyoto por su parte es más tradicional, tiene pinta de ser un pequeño pueblito pero nada de eso, es una ciudad grande, aunque no tanto como Tokyo. Y al igual que esta, tiene una infinidad de templos dentro y alrededor de la ciudad. Y si hay suerte por alguna de las calles de Kyoto puedes encontrarte con una Geisha o una Maiko (aprendiz de Geisha), se ven hermosas, absolutamente hermosas, no hay otras palabras para describirlas. Hay espectáculos dónde puedes ver bailar a las maiko, la ceremonia del té y el teatro kabuki. El espectáculo no es malo pero obviamente va dirigido sólo a turistas, para darte una idea está bien pero si quieres realmente ver a las Geishas en acción me parece que en el mes de abril hacen espectáculos de danza en el teatro de la ciudad.
Y como olvidarse de la comida, también es algo que hay que experimentar, hay infinidad de restaurantes, los más tradicionales en los que te puedes sentar en el suelo y los más normalitos, los del hotel, pero todos buenísimos. Incluso hay unos que están debajo de las vías del tren o metro, están fuera de las estaciones y aunque no te entienden, las cartas tienen dibujitos con los que te puedes guiar para pedir lo que quieres comer. En Kyoto hay una comida muy tradicional llamada “kaiseki” la cual está compuesta por varios platos de degustación ligeros y muy tradicionales. Una cosa muy importante del “kaiseki” es la vajilla en la que se sirve. También hay restaurantes dedicados sólo a las cosas a la plancha, “Tepanyaki”, otros de brochetas, “Yakitoris”.
Cabe destacar el transporte, buenísimo, sólo que es algo confuso al principio, sobre todo los mapas de metro, son tantas, tantas estaciones y los mapas son un poco complicados de leer ¡hay una línea que es redonda! El tren bala, inigualable, es toda una experiencia, ni te das cuenta de la velocidad a la que vas, las cosas por la ventana pasan super rápido. Son cómodos y puedes comer dentro, ya sea si tú llevas tu comida o si la compras ahí mismo, pasan unos carritos con la “azafata” para ofrecértelos. Yo compré comida ya preparada para comer en el tren, se llama “Obento”, son unas bandejitas con arroz y demás platillos ligeros, buenísimos, a mí me encantaron.
Otra cosa que me llamó muchísimo la atención y me encantó fueron las máquinas expendedoras de bebidas, siempre estaban frías, frías… había té a borbotones, té del que quisieras, de todos los sabores: té verde, té de jazmín, té negro, bueno de todo, al igual que bebidas isotónicas y café, mucha cafeína. Con ese calor que hacía todo entraba como gloria, yo me hice bastante aficionada al té verde y al té de jazmín.
Y hablando de calor, yo fui en el mes de agosto, mal hecho, si vuelvo a ir a Japón escogeré ir en el mes de abril que es el mes en el que florecen los cerezos, las vistas de los parques son increíbles y además hay una fiesta de los cerezos llamada “Hanami”. El calor y la humedad eran sofocantes y no veía la hora de meterme en cualquier zona de descanso con aire acondicionado.
Otra cosas que nunca olvidaré es el sonido de los grillos a todas horas y en todo lugar, ese sonido algunas veces es ensordecedor y otras tantas hipnótico. Ahora, estando en casa [Barcelona] a veces pongo los dibujos animados de Sin Chan para escuchar ese sonido de los grillos y recordar aquellos días por Japón.
No olvidéis llevar bastante dinero para comprar todos los caprichitos que se les atraviesen en el camino porque son bastantes, yo estuve bastante frenada por mi novio, si no hubiera sido por él hubiera regresado muy endeudada. Las tiendas de abanicos son espectaculares, yo me quedé embobada mirando cada uno de los abanicos, es un arte realizar estos accesorios. Las tiendas de sandalias japonesas, de telas, de postres tradicionales japoneses, de palillos, son tantas cosas y tan poco tiempo. Y qué decir de las tiendas de electrónica, son un mundo, encuentras cada gadget que nunca te hubieras imaginado que existía.
Para finalizar mi “carta de viaje”, espero regresar a Japón en un futuro no muy lejano, siento que ese viaje quedó inconcluso, hay tantas cosas por ver y más regiones por conocer que dos semanas no son suficientes.~
Cecilia Millan (cecilia.millan@gmail.com)
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