SWE-PER: Que ruede el balón | Rusia 2018

Por Rolando Mendoza

SIEMPRE QUISE CONOCER Suecia. En los últimos tiempos me apetecía poder visitar este país, conocer sus ciudades, perderme por sus calles e ir descubriendo sus pubs y locales para escuchar música porque, curiosamente, en los últimos años casi todos los grupos de música que suelo escuchar son de este país; qué me iba yo a imaginar que iba a conocerlo para ver a la selección peruana de futbol que se enfrentaba a Suecia en Gotemburgo.

Llegué el mismo día del partido y una vez instalado en el hotel, me di cuenta de que la ciudad estaba literalmente invadida por camisetas blanquirrojas, por todos lados se podía ver grupos de personas cantando en las calles o desde los coches, haciendo sonar bocinas y pitos, ¡un ambiente increíble!

Es difícil poder describir todo lo que pasaba a mí alrededor… con el transcurrir del día, el sol calentaba más, y por momentos hacía un calor intenso. El día era especial, suecos y peruanos se mezclaban por las calles enfundados cada uno en sus respectivas camisetas en un ambiente festivo, los bares y restaurantes rebosaban de gente donde muchos se entonaban y refrescaban con unas buenas cervezas.

Hablando con algunos compatriotas veía en todos una enorme ilusión y muchas ganas de ver a nuestra selección, algunos venían directamente desde el Perú y también de otros lugares como: Miami, Nueva Zelanda, Inglaterra, España o de la misma capital sueca. Es increíble la pasión que genera el futbol en el Perú, y si a eso se suma los 36 años de ausencia en mundiales, la respuesta inmediata es justamente lo vivido en Gotemburgo.

El partido iniciaba a las 19:15 por lo que enrumbé al Estadio Ullevi una hora antes, acompañado de mi inseparable “palomita”, mi hermano y un amigo en común, además de miles de peruanos que también quisieron acercarse pronto y disfrutar del ambiente a las afueras del estadio. Lo que pasaba allí es muy difícil de describir, estaban todos los sentimientos a flor de piel, un ambiente de festividad que solamente el futbol puede generar. Dentro del estadio ya sentados en nuestros asientos, noté la numerosa y bulliciosa “barra” peruana, incansable antes, durante y después del partido. No pararon de alentar y cantar ¡impresionante! El estadio se iba llenando y si bien los suecos eran mayoría, la cantidad de peruanos era numerosa, haciéndose sentir en muchos momentos del partido alentando al equipo peruano que por momentos parecía local.

Las dos selecciones estaban en el campo, se anunciaba por megafonía que se van a entonar los himnos nacionales y llegó otro momento muy emocionante: escuchar el himno nacional de Perú después de tanto tiempo, cantarlo a toda voz junto a miles de peruanos fue -sin duda- el momento más mágico de la tarde. Recordaré siempre este partido no por lo que pasó en el campo -que no fue mucho- sino por todo lo que lo rodeó. El partido terminó a cero, habiendo pocas ocasiones de peligro, escasos remates a puerta, donde las defensas controlaron a los delanteros. Suecia empezó mejor, tienen un futbol directo, pasan de defensa a ataque en pocos pases, poca elaboración de juego, muy físicos y tácticos, solamente tuvieron una oportunidad clara que Gallese logró solucionar con una buena atajada  al disparo de Marcus Berg de tijera. Perú recién empezó a sentirse cómodo a partir del primer cuarto de hora, haciendo su estilo clásico de juego, control del balón y asociación, a momentos exagerado si no se tiene la profundidad necesaria. La dupla Guerrero y Farfán no estuvo fina, Farfán fue quien tuvo la opción más clara, al recibir un pase de Advincula que hizo una espectacular carrera desde el propio campo peruano, fue avanzando y dejando atrás a quien salía a su encuentro hasta alcanzar pasar el balón a Farfán que remató con la zurda y que el portero sueco pudo atajar como si se tratara de un portero de balón mano. En el segundo tiempo ambos cuadros hicieron muchos cambios, algo normal en este tipo de partidos, Perú tenía controlado el partido pero sin profundidad, los cambios enfriaron lo que pasaba en el campo, mientras en la tribuna la “barra” peruana era una fiesta.

El final del partido marcó el inicio del post-partido, nuevamente los miles de peruanos se empiezaron a esparcir por toda la ciudad, en busca de comida y fiesta. Había la apariencia de que la noche sería muy larga, sobre todo porque por estas fechas no anochece nunca en Suecia.

Fue muy bonito ver a la selección pero, sobre todo, vivir una experiencia diferente de convivencia en una ciudad completamente diferente a Lima. Con el fin de este partido se acabaron las pruebas y experimentos, lo que sigue es el mundial señores ¡y mañana nos toca! En el campo estarán 11 peruanos y 30 millones de corazones.