NGA-ISL: frío contra calor | Rusia 2018
Por Iván Farías
Antes de iniciar las hostilidades entre Islandia y Nigeria en la Arena de Volgogrado, el partido ya había iniciado. Por un lado, el quipo vikingo había dado, una vez más, muestras del fairplay mostrando en las redes sociales de la selección una camiseta con el número uno y el nombre de Carl Ikeme, el portero nigeriano que no pudo ir a Rusia debido a que tiene leucemia. Su entrenador, Gernot Rohr, en otro gesto de nobleza futbolística, lo convocó de manera simbólica como el jugador número 24, aunque no pudiera viajar.
El partido empezó muy amarrado, con ambas escuadras muy bien replegadas cuando el contrario iba al ataque y buscando espacios cuando iba hacia adelante. Islandia ya había demostrado que sabían defender bien, pero sus delanteros no tienen la genialidad de los nigerianos, ni siquiera Rúrik Gíslason, volante del SV Sandhausen, de la liga de ascenso alemana, que este mundial se ha ganado los piropos de las espectadoras que poco a poco van ganando espacios entre el público.
Nigeria se notaba temeroso, tal vez por los islandeses y sus cánticos vikingos, o por la posible eliminación si empataban este partido, ya que luego enfrentarían contra la otrora poderosa escuadra Argentina. Los islandeses apostaban por sacar otro empate y luego jugarse todo frente a sus rivales croatas.
Luego de la derrota contra Croacia Tommy Yisa Aika, un autoproclamado santón, pidió 2.000 dólares para recesar por la selección nigeriana y así pagar la deuda con Dios por contratar un entrenador blanco como el alemán Gernot Rohr. No sabemos si alguien le dio ese dinero, o simplemente las llamadas águilas verdes se sintieron más en confianza porque pronto romperían el empate. Ambas escuadras habían tenido acercamientos, como el de Gylfi Sigurdsson, que en una jugada a balón estuvo a punto de anotar. Así, empatados, se irían a la pausa.
Renovados, los nigerianos anotarían gracias a Ahmed Musa, quien en un recibiendo de pase magistral logra vencer las férreas defensas islandesas y acaba por anotar al cineasta y guardameta Hannes Halldórsson. Ese fue el principio del fin, no porque los islandeses dejaran de atacar o porque la tribuna perdiera el fuelle y abandonaran el apoyo, sino porque los africanos entraron en plena confianza.
Y como al uno sigue el dos Musa repite la dosis ahora con una serie de gambetas, con quiebre de cadera y dejando fijo el marcador final. Pese a eso, los islandeses no decaen, siguen yendo al frente, buscando la oportunidad, filtrándose entre los nigerianos, que ya con casi todo el equipo atrás no dan espacio para los nórdicos pudieran filtrar un par de goles. En una jugada confirmada por el VAR, en la que Tyronne Ebuehi golpea al delantero islandés en área de meta, logran sacar un penal. El ejecutante es Sigurdsson, quien desperdiciando esa gran oportunidad vuela el balón y desfondando, ahora sí, el ánimo de Drakkar vikingo.
Los islandeses lo siguen intentando pero ya no con la misma audacia de antes. Los africanos, por el contrario, adquieren confianza y poco a poco revelan que tiene un nivel sorprendente, un nivel que no habían mostrado con Croacia y que sufrirán los argentinos. Por su parte, Islandia demuestra que son un grupo ordenado, que tiene idea futbolística pero que les faltan jugadores que desequilibren.
Con el penalti a la tribuna se va también la posibilidad islandesa de pasar de la fase de grupos. Croacia está a la vuelta de la esquina y se ve difícil poderlos vencer.
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