KOR-MEX: Cosas chingonas | Rusia 2018

Por Josemaría Camacho

Ya entendí por qué no entiendo nada.

Por qué no entiendo las rotaciones, la manera de plantear los partidos mirando más al rival que al propio equipo, la forma en que los psicólogos preparan a los seleccionados para visualizarse como campeones, los experimentos en zona defensiva durante todos los partidos previos al mundial.

Ya entendí por qué no entiendo que se haya dejado fuera de la convocatoria a Rodolfo Pizarro, por qué llevar a Edson Álvarez y ponerlo de titular con apenas 20 años, ni que fuera un crack. Ya entendí por qué no entiendo que Osorio mantenga a Herrera como titular después de todo lo que sucedió con él antes del mundial, por qué está Márquez ahí, jugando su quinto torneo, con el gafete de capitán.

Tengo un poco más claro por qué no entiendo que los jugadores hablen del séptimo partido cuando nosotros, penosamente y sin fe, hablamos apenas del quinto. También por qué Jonathan no está en el campo y Layún sí.

No entiendo nada, reitero. Lo importante es que ya estoy vislumbrando por qué no tengo idea de lo que pasa.

Nunca entendí una palabra de Juan Carlos Osorio. Estoy, como Fáitelson, con los pies en la tierra, siendo realista, burlándome de los ojitos soñadores de Javier Hernández. Por eso pronostiqué una temporada de huracanes para este mundial. Soy de los que creía que a estas alturas ya estaríamos eliminados, como Panamá, con 9 goles en la canasta. Soy de los que sigue dudando que podamos eliminar a Suecia y sacar más de 6 puntos.

Pero ahora entiendo por qué no entiendo. Anoche, cuando me fui a la cama con un dolor de cabeza infame, me sentí viejo. Y entendí: la revolución que está montando este equipo tricolor es precisamente contra mí, contra mi generación, una camada perdida, mediocre, con los pies en la tierra. No entiendo qué pasa porque no soy parte de este cambio, porque la nueva mentalidad me supera, supera a mi generación, nos deja atrás.

Por eso nuestra generación nunca pudo llegar al quinto partido y quizás por eso, esta vez, la nueva generación lo logrará.

Imaginémonos… no, imagínense cosas chingonas. Bienvenida la nueva generación. Hagámonos a un lado los viejos.

Muy buena suerte, compañeros.