GER-SWE: Alemania tira de casta para enderezar su camino mundialista | Rusia 2018
Por Por Rok Alcántara
—El hombre esta hecho por sus creencias. Como él cree, así es.
Goethe
Joaquín puso manos a la obra modificando su once para no fallar ante una rocosa Suecia. Después de la derrota ante el equipo Mexicano la selección teutona se jugaba el todo por el todo apenas en su segundo partido mundialista. Gozó Alemania de las mejores ocasiones ya en los primeros instantes mientras los suecos se revolvían en su área.Aguanta Suecia los embates buscando su oportunidad que llega al minuto 31 por medio de Toivonen quien deja clavado en el césped al guardameta Neuer. Tiembla Alemania que queda eliminada con este resultado. Vendría la segunda parte con el arreón de la campeona y el gol de Reus apenas al 48 para igualar el encuentro. Suecia se mete atrás, arremete Alemania encimando al rival que respira al ver la segunda amarilla para el defensor alemán Jerome Boateng, a la calle y con diez la mannshaft. Llega el minuto 90, se añaden 5 minutos que sellarían un empate. Minuto 94, falta en los albores del área para Alemania y…
El orden establecido se está rompiendo . El fútbol luce los resultados de su “globalización” propiciando una férrea competencia desde los primeros partidos mostrando que las favoritas, ya no lo son tanto. A las selecciones mayores, a las campeonas, se les está exigiendo que tiren de épica, de lagrimas, de in-extremis para sacar sus partidos adelante. Esto no ha hecho más que empezar y son Croacia, Bélgica y México quienes amenazan de muerte al status quo futbolero.
El mundial a cara de perro que se mira en octavos llego desde el primer partido; nadie hinca la rodilla sin presentar admirable resistencia aunque fuese poniendo a sufrir indignamente a su afición con el autobús atrás. De ese modo es como Suecia (con un hombre más) decide afrontar los últimos minutos ante una Mannsahft contra las cuerdas. Pero de la noche a la mañana hay un trecho y no será bruscamente que los “pesos pesados” pasen a la historia. Sin embrago, las grietas empiezan a notarse pues apenas en dos jornadas Brasil ya muestra gran drama, de la Albiceleste no se sabe si sus jugadores vuelven a pisar suelo argentino y a la perfecta Alemania se le encontró imperfecta.
Mas son aquellos los que portan las estrellas, los hombres forjados en los infiernos de las finales los que conservan el fuego contagioso y visceral de la victoria.
Todo el locuaz rebote y rodar de un balón, toda la suerte y probabilidad que un partido ofrece , se interrumpe de golpe, se detiene en el tiempo cuando un jugador, él jugador, decide que es “su” momento. No hay campeón sin su hombre santo, es el signo de las bestias mundialistas. Y así, por naturaleza la vieja teutona reclama a “su hijo” para pasar lista y no fallar: es Tony Kroos quien, discreto todo el partido, acomoda la pelota, toma carrera y… ya no es Tony sino todos sus títulos, sus goles, sus gritos, sus copas, sus llantos, su estandarte, su gente y su recuerdo siempre vivo de ¡¡¡Alemania Campeona!!! Gol y más gol, Alemania vence porque el fútbol es noble como un perro que recuerda a todos sus dueños.
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