GER-MEX: El baño de Heráclito | Rusia 2018

Por Josemaría Camacho

Después de un prodigio hay una sola actitud aceptable: esperar a que suceda de nuevo.

Escuché a muchos amigos y periodistas tirar pestes del técnico nacional, Juan Carlos Osorio, durante varios años. Yo lo hice infinidad de veces —y aún me siento tentado a seguir con el escarnio. La desilusión es tan grande y lleva tanto tiempo a cuestas que me atrevo a decir que no escuché a nadie, fuera de los 23 jugadores que están en Rusia, decir algo bueno sobre él.

En este proceso sucedió lo que pasa cada año con los refuerzos de Cruz Azul: cargan, así de entrada, 20 años de fracasos. No importa si acaban de llegar. Osorio tiene a cuestas, además del histórico 0-7 con Chile en Copa América, el peso de seis mundiales idénticos, decepcionantes. Y la verdad es que, hasta hoy, no había mostrado nada que nos hiciera pensar que la cosa podía ser distinta en Rusia.

Bueno, sí, había mostrado algo, pero no algo bueno: un discurso ingenuo sobre el cambio de mentalidad y una estrategia rebuscada que nadie entiende. 45 alineaciones distintas en 45 partidos al frente del Tri. Osorio se defendió alguna vez ante esta acusación de inconsistencia: “no repito alineación porque ningún partido es igual a otro”, dijo, convirtiéndose ipso facto en un Heráclito contemporáneo, cimarrón.

Pero cuando aquel presocrático dijo que nadie se baña dos veces en el mismo río, pensó solamente en el fluir del río. Su metáfora equiparaba al tiempo con el rumor del agua. El bañista, sin embargo, es también fluir (como hace poco Alejandra Eme me lo hizo ver), y a cada baño él mismo ha cambiado un poco también.

¿Será que no solo han cambiado los rivales? ¿Será que este Tri cambió por dentro?

Periodistas extranjeros (como Mr. Chip), que siempre hablan con el diario del lunes, a toro pasado, hoy se llenan la boca criticando a quienes han criticado a Osorio. Se han subido al tren del triunfo, un convoy que no les corresponde. Quiero leerlos cuando descubran que la alineación que hoy derrotó por primera vez a Alemania en un mundial no va a repetirse en ningún otro partido. Porque así será. Y quizás entonces empiecen a entender el porqué de la falta de fe, el porqué de las críticas.

Por otro lado, qué ganas de que cada nueva combinación que venga, cada alineación distinta, funcione tan pareja como la de hoy. Querer que gane México no es creer que lo hará. Los únicos once imbéciles en todo el país que creían que los verdes ganarían el juego de hoy, por suerte, estaban en la cancha.

¿Nos callaron la boca? Claro. Y ojalá terminemos mudos este mundial.