¿Francia o Croacia? El relato, el relato | Rusia 2018
Por Humberto Bedolla
¡El relato, el relato!, me decía una amiga mientras veíamos a Perú perder contra Dinamarca. Perú lo había tenido, el partido, la victoria, el camino triunfal para pasar a la ronda eliminatoria en el mundial. Finalmente, 3 partidos y para casa. Bebíamos piscos sour y ella, orgullosa de su equipo, seguía su exposición. Pucha, la mierda del relato. Ese que nos hace pensar que somos ganadores, ese que nos hace ir tomar lo que nos corresponde. Ese que Perú no tiene, dijo. Ni México, contesté. Dimos otro trago. Miré el fondo del vaso. ¿Seguimos con el pisco sour o pasamos a las margaritas? Suspiramos. Sentados en un sillón verde veíamos la cancha del estadio por la televisión. Verdes perfectos, hierba al servicio de los relatos triunfadores. Los nórdicos lo tienen, dijo ella. ¿Lo tendrá Croacia, que llega a la final de la Copa del mundo, frente a una Francia que ya tiene una estrella?
Seguimos viendo el partido mientras vaciábamos la botella de pisco. Gritamos gol en un tiro penal que inmediatamente tuvimos que reprimir. Me voy, no sé si me ha mareado el alcohol o el casi casi de revertir el relato. Días después me preguntó: ¿cómo van? Vencimos a Alemania, contesté orgulloso. Cosas chingonas. Luego llegó el relato y México hizo lo normal: tirarlo todo a la mierda; perder con Suecia y aprender a decir kamsahamnida, gracias en coreano. Así no se puede vivir, dije esta vez mirando el fondo del vaso que tenía restos de margarita. Así no se puede vivir. 3 goles nos metió Suecia y nos jugamos el pase a que Alemania –¡Alemania, que siempre gana aunque pierda!– no le metiera un gol a Corea de sur. Pero algo cambió, creo. Algo cambió en el fútbol de México, o no. Le pregunté a mi padre por Whatsapp que pensaba que ahora México pudiera jugar de tú a tú con Brasil cuando ha visto jugar al dios Pelé en el Azteca. Nunca contestó. Recibí una respuesta de mi madre. Dice tu padre que dejes de beber mierda, bebe algo decente. México no jugará de tú a tú a Brasil, le falta mucho… discurso, completé yo. “La mejor generación de futbolistas mexicanos, según los comentaristas y los propios jugadores, venció a la peor selección alemana de la historia. Después alcanzó lo que los últimos seis equipos aztecas: la mediocridad“, escribe Jorge Posada en sus graffitis del Mundial de Rusia.
Yo, sentado en mi sofá verde veo a través el fondo de un vaso, esta vez con cerveza, a Neymar dar vueltas, a Messi deprimirse por jugar con 10 troncos alrededor, a Cristiano huir a la siempre elegante Turín. Jugadores que aún no están en la libreta de campeones del padre de Jorge. De México ya conocemos el diagnostico de sus traumas, bastante se explayó Octavio Paz, pero algo cambió, creo. Algo tuvo que cambiar vencer a Alemania, ¡qué por fin ha llegado la izquierda a un país en el que, en 200 años no ha habido políticas sociales! ¿Y Bélgica? Estoy cansándome de esperarlo, de que hagan algo, dice Philipp Lahm. ¿Y Africa?, ¿y los asiáticos?, ¿y Sudamérica, qué carajo pasó con Sudamérica? ¿Y qué carajo pasó con los que ya tienen otro relato, estrellas en el pecho, Alemania, España, Brasil, Inglaterra…? Italia ni llegó. Los que saben, o los que dicen que saben, dicen que lo importante ahora es el equipo, el orden, el sacrificio. Me suena tanto a furia, yo lo que veo en Francia es calidad. La otra finalista, con una estrella en el pecho; y el dios al que siguen, recluido en una playa de España, tranquilo. Un calvo que ya no da cabezos ni mete ruido. Un dios atípico, tranquilo, elegante, diferente. Como este mundial, una mierda de mundial, por impredecible. Una bendición de mundial, por impredecible.
¿Estarán Modric y Rakitić en la libreta de campeones del padre de Jorge, o serán de esos jugadores, grandísimos jugadores, como El “Platini” Sánchez, Valderrama, José Saturnino Cardozo, que nunca aparecerán? ¿Será Croacia como Uruguay, un éxito sin precedentes, en un país de 4 millones de personas? Un país marcado por una de las guerras más salvajes que la historia. El relato, me dice de nuevo mi amiga, que sabe –y mucho de esto, pasaportes peruano-uruguayo. La nueva Uruguay, a la que el resto miraran con recelo, envidia, amargura y hasta odio. Croatas que sabrán correr, morirse, ser equipo; y que, si tienen que ser el Suarez croata y morder, morderán. Los croatas son 8 millones, 4 en el país, 4 fuera del país, y creo que tienen “el relato”. Salir del país y sobrevivir; quedarse en el país y sobrevivir. Una guerra, –esa guerra que el mundo entero ignoró a conciencia– marca, y modifica el relato. Sobrevivir. Los verdes perfectos en vez de las trincheras lodo marrón. Croacia será campeona del mundo porque sobrevivirá.
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