Baila Senegal | día 06

“¡Qué lejanía tan resplandeciente y portentosa, que en ningún otro sitio conoce la tierra! ¡Rusia!…”. Nikolái Gógol tiró el manuscrito de su obra maestra Las Almas Muertas a la chimenea de su departamento en el distrito de Arbat, hoy día uno de los más distinguidos de la nueva Moscú.

Caminando por la calle Arbat te vas cruzando con esculturas, grafitis y murales, la casa donde vivió el escritor nacional ruso, Alexandr Pushkin, también está aquí. Te cruzas también con varios argentinos. Van diciendo que contra Croacia tenemos que poner dos líneas de cuatro, y Messi. “Te falta uno”, le chivan de atrás. “Dos arqueros”, remata.

Nos vamos al noroeste de la ciudad, al estadio del Spartak, donde nos espera el gigantesco guerrero espartaco, y una buena cantidad de polacos. Encontrar un senegalés es como buscar una aguja en un pajar. En la radio nos cuentan que hay penal para Japón, contra Colombia. Nos preocupamos.

Más nos preocupamos cuando nos enteramos de que “la roca” Sánchez ha sacado la mano que ya no llegaba de Ospina, y se ha ido expulsado a los tres minutos de juego. Es el primer expulsado del Mundial. Shinji Kagawa no falla el penal y todo se pone cuesta abajo para los sudamericanos.

Con uno menos, Colombia va a por el empate, y lo consigue gracias a un tiro libre del millonario Juan Fernando Quintero, que se encuentra con una triste resistencia del arquero japonés. Pero Japón aprovecha la superioridad numérica, y Yuya Osako gana de cabeza en un córner y le da la victoria por 2 a 1. Los nipones tienen ahora todo de cara para alcanzar los Octavos de Final por tercera vez en su historia.

Los polacos han llenado el nuevo estadio del Spartak, y se ponen de pie cuando los saluda Wladyslaw Zmuda, aquel defensa con cuatro Mundiales en su espalda. Hoy, su gran baza es Robert Lewandowski, el goleador de las Eliminatorias. Vemos el partido desde la primera fila, a escasos cinco metros de Adam Nawalka. Aquel joven flacucho que la gastó en Argentina ’78 es ahora el entrenador de Polonia.

Sin embargo, Senegal es el que juega mejor, hace mucho daño cuando roba en el medio y llega con el criterio de Niang y el desborde impetuoso del pibe Ismaila Sarr, de tan solo 20 años. Mané se tira al medio, y desde ahí lidera a los africanos. La mediocridad polaca la simboliza Milik mejor que ninguno, se la pasa a N’Diaye, se la devuelven, y se la pasa a Sabaly, lo pitan hasta los suyos.

Lukasz Pisczek es una sombra de aquel lateral derecho que dejaba un surco en la banda derecha del Borussia Dortmund, ahora la vuelve a perder con Niang, que se la entrega de cara a Mané, y este a Idrissa Gana Gueye, que saca un tirito cruzado que va a las manos de Szczesny, pero Cionek la toca antes y mete el gol de Senegal. Merecido que sea de Senegal. Merecido que sea en contra.

Polonia cambió el esquema para el segundo tiempo, con tres atrás y dos laterales bien abiertos. En la primera que agarró Lewandowski lo bajaron, y su tiro libre lo rechazó el arquero N’Diaye, que juega en Guinea. Lo mejor de los europeos llegaba por el lateral de Maciej Rybus, pero por el otro lado, lo de Piszczek era lastimoso.

Dentro de ese panorama, Krychowiak la mandó para atrás de mala manera, Bednarek se quedó mirando al banco, y Szczesny salió del arco para ponérselo más fácil a la figura de la cancha, M’Baye Niang pasó por arriba de los tres y se metió con pelota y todo en el arco. Bailecito al canto.

Las 44.000 personas que llenaban el estadio se divertían pitando a Milik, a Zielinski, a los peores del partido. En la cancha, Grzegorz Krychowiak seguía intentando salvar su honor, consiguió una falta, y cabeceó muy bien en el área senegalesa para descontar y ponerle un poco de emoción a los últimos minutos.

Fue victoria de Senegal por 2 a 1. Van a buscar los pupilos de Aliou Cissé a sus pocos hinchas en las tribunas. Los conocen a todos. Bailan con ellos. Bailan con todos. Se crecen en los Mundiales, jugaron uno y llegaron a los Cuartos de Final, empiezan a soñar con repetir. De momento, no paran de bailar.

Volvemos al distrito de Arbat para disfrutar con los rusos de su partido contra el Egipto de Mo Salah, que hoy sí que juega. Los bares tipo americano revientan en un solo grito cuando Ahmed Fathi intenta anticiparse a Dzyuba y manda un rodillazo a la red. Al rato vuelven a levantarse, esta vez para festejar una gran jugada de Fernandes que remata Denis Cheryshev en el área chica para convertirse, junto a Cristiano, en el goleador de este Mundial.

El “¡¡¡Россия, Россия!!!”, que suena “¡¡¡Rossíya, Rossíya!!!”, se desata por tercera vez cuando el gigantesco Artem Dzyuba hace una jugada de pequeñin, él solito, pecho, gambeta y definición. Un penal le permite a Mohamed Salah marcar su golito, y cerrar el marcador con un 3 a 1 que deja virtualmente clasificado a Rusia para los Octavos de Final.

 

Andrés Margolles.  Moscú, 19-06-2018