ARG-ISL: Frío Polar | Rusia 2018

Por Andrés Margolles

El Spartak Stadium es hermosísimo, decorado con los colores de su club propietario, el Spartak de Moscú, el más grande de los equipos rusos, se asemeja con rombos blancos y rojos a la camiseta croata. Fue construido pensando en la Copa del Mundo, y en que el club local se codeara con los grandes de Europa, algo que todavía no ha conseguido.

La cancha se llena de celeste y blanco, el “Vamos, vamos, Argentina…” acompaña el calentamiento de los jugadores. La sorpresa en Argentina es la presencia del correntino Maximiliano Meza, que dejó buena impresión en la triste goleada sufrida contra España en Madrid. Con Messi y Agüero arriba, estamos listos para enfrentar a los islandeses, esa isla que tiene diez veces menos habitantes que Uruguay, y que ha llegado hasta aquí basada en el orden y la disciplina táctica.

El Pupi Zanetti es el embajador argentino y se gana el “olé, olé, olé, Pupi, Pupiii” como premio al mejor lateral derecho que hemos tenido jamás. No cabe un alfiler, apenas hay unas barritas azules de islandeses, el resto son banderas de Berazategui, Villa Luro, Lugano, Campana… cuando aparece Diego Maradona en la tribuna el estadio se viene abajo, y empieza el partido.

Argentina sale con la idea de tener la pelota, e imponer un ritmo lento, hasta que aparezca Messi. Islandia está de acuerdo, ellos vienen a esperar, y a salir corriendo hacia adelante en cuanto recuperan alguna pelota. Las primeras llegadas son centros al área que peinan Rojo y Tagliafico, e Islandia responde contraatacando con su único delantero: Finnbogasson.

Cuando Messi arranca, hay olor a gol. Y eso que arranca solo, en el medio de la cancha, y que Meza y Di María lo ayudan poco y nada. El “Toto” Salvio, por la derecha, se convierte en la mejor solución ofensiva cuando las paredes entre Messi y Agüero tropiezan con el ejército vikingo.

A los 19 minutos, Marcos Rojo agarró la lanza y se fue para adelante, preparando un zurdazo que no llegó ni al arco, ya que lo agarró el “Kun” Agüero de espaldas al arco, giró hacia su izquierda, y sacó un zurdazo tremendo que hizo vibrar el estadio del Spartak. Ese Agüero es el que necesita la Argentina para ser Campeona del Mundo.

Pero la alegría nos duró muy poquito en un partido que se estaba convirtiendo en un correcalles, dos centros cruzados al área argentina no acierta a despejarlos nadie, Tagliafico se queda mirando, Caballero vuela abajo para evitar el gol pero se la deja servida al rapidísimo Alfred Finnbogasson que pone el partido 1 a 1 a los 23 minutos. Y vuelta a empezar…

Argentina llega poco y sin claridad; Biglia, que está jugando muy por debajo de su nivel, le pega desde lejos. Salvio vuelve a desbordar y pide penal, pero Islandia cierra el primer tiempo con una llegada peligrosísima de su mejor jugador, Gylfi Sigurdsson, que hace que nos vayamos aliviados a los vestuarios.

La segunda mitad empieza igual, con el “10” islandés creándonos problemas y el “10” argentino tirando del equipo. La cancha empieza a inclinarse, la tribuna se levanta, Messi la centra para la entrada del pibe Meza y Magnusson lo arrolla. Ahora sí, penal!

Lo patea el mejor jugador del mundo. Lo ataja volando hacia su derecha un cineasta: Hannes Halldorsson. El arquero de los Randers de Dinamarca se convierte en héroe y deja a Messi apesadumbrado. Y por más que se enoja Lio, la pelota ya ha decidido no entrar. Por más que ahora se hable con Banega, los vikingos se han hecho fuertes en su área.

El ingreso de “Kichán” Pavón le da desequilibrio a la Argentina por izquierda, pero el árbitro polaco ya no está por la labor de cobrar más penales, aunque lo toquen abajo, claramente, y lo pida toda la tribuna. Messi también lo sigue intentando, pero parece que no es su día, le saca astillas al palo derecho del volador Halldorsson.

El partido se nos va con el empate, igual que en la Final del Mundial de Brasil, la última es un tiro libre lejano, muy lejano, que Messi no consigue convertir en épico. Épico ha sido lo de los islandeses, que todavía no se lo creen. Se van a festejar con ese puñado de vikingos azules que no se van nunca del estadio, para ellos, jugar el Mundial es una fiesta, empatarle a la Argentina de Messi es como ganar el Mundial.

Argentina se queda helada, con un solo punto. Todavía no es grave. El equipo sigue sin aparecer. Pero Messi está bien, aunque sigan negándosele los grandes momentos. Pavón tiene que ser la alternativa, para darle más verticalidad al equipo, más desequilibrio. Ya no hay tiempo, con Croacia no se puede fallar.

Se acaba una jornada negativa para los sudamericanos. Los vikingos han triunfado en dos duelos que, en principio, no les eran muy favorables. Parece que la tierra helada de Rusia les favorece. Messi tiene cinco días para aclimatarse.