Allez les bleus! | día 32

Llegó el día, la Gran Final del Mundial. El Estadio Central Lenin, ahora llamado Olímpico de Luzhnikí, amanece temprano para la gran cita. No es un buen día para pasearte en metro por aquí si no eres de raza caucásica o vistes ropas caras, la policía te parará y te pedirá tu documentación durante un buen rato. Lo ideal para esquivarlos, vestir una camiseta de Francia o, mejor, el mantel a cuadritos rojos y blancos que luce Croacia.

Nos despedimos de Moscú, y de Rusia, visitando los rascacielos de la moderna Moskva-City. Más que una ciudad, es un gran Centro Comercial rodeado de los edificios más altos de la capital. La nueva Rusia se eleva aquí al cielo, como queriendo imitar los logros de su héroe nacional, Yuri Gagarin, la primera persona en viajar al espacio.

Muy cerca, la gran estatua de Lenin que preside el Estadio de la Final, se despereza. El otrora líder de la Revolución Rusa se encuentra rodeado, a sus pies está la Tienda Oficial de la FIFA, y a su alrededor, decenas de stands de Coca Cola. Todavía, entre él y el Estadio que llevaba su nombre, hay que atravesar varios puestos de Budweiser.

La Final será todo un espectáculo. Incluso más que un partido de fútbol. Los alrededores están llenos de hinchas, pero son mexicanos, argentinos, chinos, rusos, brasileños, colombianos, cuesta encontrar un grupo de franceses gritando “Allez les Bleus!” y los “Hrvati” solo se distinguen por el colorido de su camiseta.

Francia ha eliminado a Perú, Argentina, Uruguay, y Bélgica, es la clara favorita. Croacia ha tenido que jugar tres prórrogas consecutivas para llegar hasta aquí, pero es sorprendente la cantidad de gente que ha traído a la final un país con solo cuatro millones de habitantes, me atrevería a decir que son mayoría entre los 78.000 espectadores que llenan el Luzhnikí. El que ya ha ganado esta final es el Atlético de Madrid. Con tres jugadores, es el equipo más representado en el campo, así como la Liga Española la que más titulares aporta.

Como era de esperarse, los dos equipos salen con sus titulares, que ya los recitamos de memoria. Francia con tres arriba: Mbappé, Giroud, y Griezmann. Croacia con ese triángulo perfecto en el medio: Brozovic, Rakitic, y Modric. El partido lo dirige Néstor Pitana, un predestinado, que toma el relevo de Horacio Elizondo, que dirigió el Italia-Francia en el 2006.

La canción de Nicky Jam, Era Istrefi, y Will Smith, que levanta el estadio cuando aparece, en medio de un espectáculo de fuegos y pantallas, sirve como preludio al movimiento del balón. Los voluntarios corren a retirar el escenario para que vuelva a brillar el verde césped donde rodará la pelota, cuando aparece Ronaldinho tocando el timbal. Philipp Lahm devuelve la Copa del Mundo que tenía justamente Alemania, suena “La Marsellesa”, y empieza el partido.

Croacia maneja la pelota y a Francia le trae sin cuidado, a pesar de que Rakitic hace de todo y lo hace todo bien, hace un cambio de frente de 50 metros al pie del compañero y un caño elegante con la misma facilidad. Habilita de cabeza a Perisic y es la primera llegada croata. Francia se limita a defender bien con Varane y Umtiti metidos en el área, y esperar que pase lo que tiene que pasar.

Y pasa. Porque Antoine Griezmann no necesita nada, mueve la pelotita para que le hagan una falta, y luego la tira magistralmente. El que la peina es Mandzukic, y ya está. Va ganando Francia. El partido vuelve a sus cauces, Croacia lo sigue intentando, pero ahora hay más espacio para la velocidad de Mbappé.

Sin embargo, Kanté, que no está bien en el día de hoy, hace una falta innecesaria que le cuesta una amarilla y un tiro libre al área francesa. Los croatas, siempre comandados por Rakitic, hacen una jugada preparada, lanza Modric para que cabecee Vrsaljko en el segundo palo. La mete adentro, la pelea Mandzukic, la toca Vida, le queda a Iván Perisic que consigue acomodarla para su zurda y fusilar a Lloris. Es el rápido empate que vuelve a poner a Croacia en el partido.

Francia sigue jugando a lo mismo, a que Croacia se equivoque. Un pelotazo largo de Lloris lo agarra a Vida retrocediendo y la tiene que peinar al córner, es el primero para Francia. Lo tira el “Principito” Griezmann con esa zurda que es una delicia, la peina Matuidi y la mano de Perisic la manda al córner. Pitana no la vio, pero lo llaman del VAR. Se para el partido para que el argentino vaya a ver el video. Con él, lo ven millones por televisión. Es mano, aunque no sea para tanto. A Pitana no le queda otra opción que cobrar penal para Francia. Antoine Griezmann la acaricia a la derecha de Subasic, y hace su bailecito para festejar que ya ganan de nuevo.

Los croatas siguen en lo suyo, va Perisic, Rakitic tira un córner para que vuele el caudillo Vida y cabecee muy cerquita del arco, Vrsaljko mete el enésimo centro envenenado que despeja Umtiti. El primer tiempo lo ha tenido todo. ¿Tendrá fuerza Croacia para seguir intentándolo en el segundo?

Luka Modric le gana a Kanté, y Rakitic sigue brillando, ahora lo habilita a Rebic que obliga a Hugo Lloris a sacar una buena mano. Pero empiezan a aparecer los espacios para Mbappé, y cuando corre no lo para nadie. Encima, reacciona Didier Deschamps, que viendo que hoy no es el día de Kanté, lo cambia por Steven Nzonzi, con lo que corta definitivamente el fútbol croata.

El partido lo van a rematar los tres mosqueteros: Paul Pogba agarra la pelota en su campo y le pega fuerte, con el empeine, sensacional, al hueco para que corra Kylian Mbappé; el pibe se mide a Strinic y la mete en el área, para que controle de espaldas Antoine Griezman; el “Principito” la lustra y se la presenta a Pogba, que viene de frente. Después de un rebote, le pega de zurda, sobrado, como quien ya está aburrido de hacer esto tantas veces, de colocarla lejos del inmóvil Subasic.

Croacia ya no está. Lucas Hernández se lleva a todo el mundo a rastras por la izquierda, y lo encuentra a Kylian Mbappé por el centro. De los pies del joven de 19 años sale un remate seco, abajo, que hace más veterano que nunca a Danijel Subasic. Ya es una goleada y queda media hora de partido.

Pero Hugo Lloris está aburrido. El hasta ahora impoluto arquero francés recibe un pase atrás de Umtiti, la acomoda para su zurda ante la presión de Mandzukic y, ante la sorpresa de todos, intenta pasársela de nuevo a Umtiti con el exterior. Pero ahí estaba Mario Mandzukic, le rebota en la bota derecha, y es el imprevisto descuento croata. 4 a 2.

Lo que queda es un intento tímido de Croacia, siempre con Iván Rakitic a la cabeza, la figura croata en el día de hoy. Mbappé y Pogba quieren otro gol de Francia, pero Griezmann la tiene, se la lleva al córner, busca una falta, sabe que el partido está terminado. Que ya son Campeones del Mundo.

Francia gana la Copa del Mundo porque tiene al mejor jugador del Mundial, al mejor jugador del Mundo. Juega en el Atlético de Madrid, y se llama Antoine Griezmann, el “Principito”. Que no, que a usted no le gusta. Que disfruta más con la gambeta de Messi, con las bicicletas de Neymar, con la pelotita atada al pie de Hazard, con las cabalgadas y diabluras de Mbappé. Deje que le cuente. Griezmann, en la Real Sociedad, gambeteaba, hacía bicicletas, no la soltaba nunca, y hacía maravillas que nunca habían visto los vascos. Pero llegó al Atlético, y el “Cholo” Simeone lo convirtió en el jugador perfecto. Griezmann siempre sabe lo que la jugada necesita, y siempre lo hace de la manera más sencilla posible. Si tiene que gambetear, no lo dude, la punteará y le harán falta en la puerta del área. Las bicicletas ha decidido reemplazarlas por un toque rápido y sutil con la zurda. La pelota solo la conduce lo justo y necesario. Las maravillas las disimula el príncipe disfrazado de mendigo. Antoine Griezmann es el jugador del Siglo XXI, pero tienes que verlo en la cancha, no en la tele, y te tiene que gustar el fútbol.

Mientras el resto de los jugadores franceses dan la vuelta olímpica con las banderas al viento que les han tirado los hinchas, y cosechan aplausos al pasar por la grada croata, Didier Deschamps y Antoine Griezmann se abrazan, son el símbolo de este segundo Mundial francés. El “Principito” recoge el premio al jugador del partido. La Copa la tendrá que levantar, vaya paradoja, el capitán Hugo Lloris.

Croacia ha sido una digna subcampeona pero, como todos en este Mundial, ha estado lejos de competir con Francia. Aquellos cinco minutos mágicos de la Argentina fue el único momento en que los franceses pudieron temer por esta Copa del Mundo. Es suya de principio a fin. Allez les bleus!

De repente, cae una lluvia impresionante, una tormenta de verano, cuando Vladímir Putin, el presidente francés Macron, y la presidenta croata con la camiseta puesta, entregan las medallas a los jugadores empapados. Solo se mojan ellos, porque el resto del estadio está techado. La Copa la levanta Lloris, la levantan todos, envueltos en una nube de papelitos dorados. Esa Copa ya es suya. Los nombres de Griezmann, Mbappé, Pogba, Varane, Lucas Hernández, Umtiti, quedarán grabados para siempre. Han sido, de lejos, los mejores de este Mundial. Allez les bleus!

La gran fiesta del Mundial ha terminado. En el Aeropuerto de Sheremetyevo nos espera el avión que nos llevará de vuelta a Madrid. Miramos Rusia por últimas vez, y recordamos unas palabras que quizás haya escrito Fiódor Dostoyevski: “Doy mis últimos pasos hacia el río, rodeado de la fría bruma nocturna. Las respuestas a las preguntas se me aparecen entre la niebla, en cada esquina del camino. Me detengo en un banco, en el puente, busco la libreta y el lápiz. Las respuestas ya no están. Se habrán ido con el río.”

Andrés Margolles. Moscú, 15-07-2018