El héroe universal. El ídolo de un país que nunca ha asistido a una copa mundial
Llegamos al punto fronterizo «El Talismán». De 36 personas en el bus solo 2 somos mexicanos. Un hombre de 74 que nunca había salido de México y yo. Él está nervioso. Por la forma en que estruja el pasaporte parece que desconfía de su autenticidad. Cuando llego a la ventanilla la oficial me hace dudar de mis intenciones. Repasa las páginas de mi id, la fotografía, los sellos. Inspecciona. Ese es su trabajo. Hacer que cada persona que intenta cruzar sea un sospechoso. Hay cuatro familias hondureñas. Dos salvodoreñas. Una madre garífona con tres niños. Un colombiano al que le faltan cinco autobuses y treinta y nueve horas de carretera para llegar a Medellín. Andrea responde varias preguntas: ¿por qué tiene pasaporte europeo?, ¿por qué cruza por vía terrestre? ¿es parte de una banda de trata? Cruzamos el puente que separa México de Guatemala. Pienso en el talismán que cada una de las 36 personas usó para no ser detenido en la aduana, en las hijas de la nicaragüense que decían adiós en la estación. Ya en el autobús Andrea y yo dormimos de inmediato. Pasan seis horas. El sonido del altoparlante me despierta: Bienvenidos a la Ciudad de Guatemala. Miro la ventanilla. Un espectacular de Messi. El héroe universal. El ídolo de un país que nunca ha asistido a una copa mundial, que lo más cercano es el cuarto lugar en el hexagonal final de la Concacaf en 2006 que obtuvieron gracias a que la selección mexicana vendió un partido a favor de Trinidad y Tobago. Son las 4 am. Abordamos un taxi. Llegamos a casa de la familia de Andrea. Hablamos con sus papás y hermanos durante dos horas. Volvemos a dormir. A mediodía Andrea me enseña una camiseta con las firmas de los integrantes de la mítica selección guatemalteca que casi logra ir al mundial. «El Loco», «El Pescado». Héroes locales de un pasado casi esplendoroso. Héroes desconocidos en una Latinoamérica acostumbrada a que los rostros de sus jugadores adornen los anuncios de refrescos y ropa deportiva.
Leer a Asturias en su tierra:
Aquí la mujer,
yo el dormido.
Leave a Comment