Una victoria argentina inolvidable
El destino era Leipzig, nos esperaba un largo camino desde Rothenburg, en el corazón de la Ruta Romántica. Rothenburg es fácil de imaginar en un cuento de hadas, con sus casitas de chocolate, sus callejuelas medievales, los luteranos celebrando la misa en la plaza del Ayuntamiento. Y en el camino nos detenemos a contemplar Bamberg, llena de turistas alemanes ajenos al Mundial, extasiados con estos pueblos donde reina la paz de la historia.
Llegar a Leipzig es llegar a la Alemania del Este, la Democrática, la que perdió pero fue integrada y lo aceptó con gusto. La arquitectura de Sajonia ya no es la misma que en Baviera, los espacios son más abiertas, la construcción más monumental. Alemania enfrenta a Suecia por los Octavos de Final y la ciudad se paraliza. Pero ese estado solo dura quince minutos, dos goles de Lukas Podolski tras sendas intervenciones del fantástico Miroslav Klose sentencian el partido apenas empezado. Suecia no tiene respuestas, es Isaksson el que para una y otra vez los intentos de Ballack, Klose, Frings, Schneider por volver a marcar. La expulsión de Lucic por segunda falta y segunda amarilla a Klose no hace más que certificar lo que todos damos por seguro, la victoria alemana. De yapa, en el segundo tiempo Larsson tira un penal a las nubes. Solo quedaba la emoción de ver si el mejor jugador y goleador del Mundial, Miroslav Klose, metía su quinto gol. Pero no llegó. De todos modos, la celebración alemana me dejó sorprendido, autos abanderados, y gente, mucha gente, con ganas de festejar, de saltar, de sentirse alemanes, este país, en este Mundial, realmente asusta, parece imbatible.
El camino al Zentralstadion es complicado, hay que atravesar miles de alemanes orgullosos de serlo. No quedan entradas para periodistas, me toca ir al campo, ni siquiera me atrevo a sacar mi cámara de fotos aunque tenga al Rafa Márquez a escasos dos metros. La sorpresa es que juega Scaloni, sí, el que jugaba en el Depor, por el sector derecho de la defensa, el único punto flojo que ha tenido la selección en este Mundial. El himno argentino, la mano en el corazón, lo siento latir. Luego el mexicano es coreado por una multitud, suena hermoso.
México empieza jugando a lo único que sabe, sale hacia delante, a buscar el gol. Y lo encuentra pronto en un centro desde la derecha que peinan para la entrada en el segundo palo de Rafa Márquez, se cae el estadio, gana México. Por primera vez la Argentina se encuentra en desventaja, la incógnita de la reacción no dura mucho, pared entre Cuchu y Maxi que termina con tiro libre, Riquelme la estrella contra la barrera y en el córner Hernán Jorge Crespo entra al primer palo guapeando y la pelota termina dentro del arco. 1 a 1. Trago saliva. Pero nada cambia, el partido tiene una intensidad propia de los Octavos de Final de un Mundial, Crespo lo intenta, lo para Rafa y luego entra solo y toca por encima de Sánchez escapándose el gol por milímetros. Pero los mexicanos responden con buena circulación de balón y la peligrosidad de Borgetti, el Pato Abbondanzieri tiene que enviar al córner a mano cambiada, encima Heinze regala un tiro libre en la puerta del área y es amonestado. Así termina el primer tiempo, se escucha el “cielito lindo”, las vivas por la gran actuación de Salcido que está anulando a Saviola. Pero Argentina transmite confianza, no es normal, no está jugando bien, Riquelme no desequilibra, solo Ayala y Mascherano mantienen el nivel y, sin embargo, yo pienso en Alemania, así somos, pienso que con esto, contra Alemania, no nos va a alcanzar, que no podemos jugar otro tiempo así si queremos ganar el Mundial.
En el segundo tiempo no se mejora mucho, casi nada. Comienza anodino, la primera la tiene Borgetti entrando solo por el segundo palo pero no define. Riquelme pasa para Maxi, habilita perfectamente a Saviola pero Oswaldo Sánchez resuelve bien. El tiempo corre, se me pone la piel de gallina, la Argentina se empieza a estrellar contra la defensa mexicana. Pekerman los manda a Tévez y a Aimar por Crespo y Cambiasso. Los veo a Riquelme-Aimar-Saviola y se me aparece la imagen del Preolímpico que fracasó bajo la dirección técnica de José. Y nos pasa lo mismo, no sabemos cómo ni por dónde ni por qué. Es cierto que a esta altura Argentina es el que está buscando el partido, por historia, por nombres, pero no se llega demasiado, encima Riquelme desespera, comete errores, ralentiza los ataques, quiero que Messi entre por él. Messi entra, sale Saviola. El técnico sucumbe a los encantos del chiquilín, aunque sabe que ahora estamos en sus pies. Pero México lo tiene más claro y Fonseca cabecea afuera tras una estupenda internada de Pineda con caño a Scaloni incluido. El partido se muere 1 a 1 con un gol anulado que el Pato corre a festejar con nadie.
Ya no sé ni lo que pasa, espero el gol argentino, como sea, no hay razones en el campo, las busco en la camiseta. Empieza el primer alargue del Mundial, vamos a buscarlo con Messi, Tévez, Riquelme, Aimar, por suerte siguen Ayala y Mascherano impolutos, podemos ir para adelante bastante tranquilos. Y, de repente, aparece el hombre fantasma. Entra Sorín y cambia de frente en la puerta del área. Aparece por la derecha y patea con la izquierda. Juro que no estaba ahí, que apareció, que la pelota se elevó desde no sabemos donde y la vimos venir y volar y Sánchez y nosotros y todo el estadio la vio entrar, quedarse reposando en la red mientras él, Maximiliano Ariel Rodríguez, corría a festejarlo seguido del resto de los mortales. Fue un golazo. Argentina 2, México 1. Falta mucho pero Argentina ya lo controla y México tiene un grave problema, para intentar empatar necesita la pelota, y la pelota la tiene Messi, lo suyo se torna alevoso, no lo pueden parar. La imagen final fue de solidez, no se sufrió. Cuando el suizo marcó el final hubo que avisarle a Mascherano que no siguiera corriendo detrás de los de verde, todos a revolear las camisetas y a festejar con la tribuna. México se va aplaudido, repite la historia de siempre, un torneo correcto, pero no consiguen dar el salto de calidad. Juan Pablo Sorín los saluda uno por uno. Las calles de Leipzig se van llenando de argentinos que les cantan al primer alemán que se les cruza: “tomala vos… dámela a mi… los esperamos en Berlín”.
Leipzig, 24-06-2006
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