Italia gana su cuarta Copa del Mundo a puro catenaccio

Italia-Francia juegan en un par de horas la tan esperada Final de Berlín, todos la han soñado pero se les hará realidad a italianos y franceses. La seguridad es extrema en el Estadio Olímpico por lo que no ha sido tarea fácil estar aquí para contarla desde adentro.

Italia sale a la cancha con cuatro candidatos al balón de oro, Gianluigi Buffon, Fabio Cannavaro, Andrea Pirlo y Gianluca Zambrotta, Francia con tres, Patrick Vieira, Zinedine Zidane y Thierry Henry. Pero esta noche ya hubo un triunfador, Horacio Elizondo convoca a los capitanes al círculo central, al fin un árbitro argentino dirigirá la Final de la Copa del Mundo, y esta noche, por primera y última vez, hinchamos por el árbitro.

De entrada nomás nos da motivos para la alegría, Florent Malouda se entromete en el área italiana con gran convicción y el asesino Materazzi se lo lleva puesto. Penal para Francia. El calvito la acomoda en el punto penal y, más allá del bien y del mal, se la pica a Buffon, tanto que sube hasta el travesaño y bota dentro del arco, muy cerca de la línea, es gol de Zidane, gol de Francia. Italia tiene que ir a buscarlo y aunque la empresa se presenta difícil, la suerte del campeón vuelve a sonreírle, un córner exquisitamente ejecutado por Andrea Pirlo lo cabecea Marco Materazzi en las alturas y decreta el empate italiano. Ahora sí íbamos a ver el partido trabado que esperábamos, algún paso de ballet de Zizou, otro córner “azzurro” que va a parar a la madera y muy poco más nos dejó el primer tiempo.

El segundo se presenta con una novedad, Francia ha decidido fidelizarse con su historia y va a buscar el partido. Galopa Henry hasta el fondo y ataja Buffon, otra vez Thierry Henry descomunal contra toda la defensa italiana y la pelota acaba en el córner. Malouda está imparable por la izquierda y Zinedine Zidane reparte sus toques por todo el campo, danza y hace danzar a su equipo. Italia cambia hombres pero el estilo es el mismo, cada vez más atrás, cada vez más “catenaccio”, tal vez le pesen los 120 minutos contra Alemania. Y Buffon vuelve a lucirse, y Malouda a escaparse y atrás surge la figura espeluznante de Fabio Cannavaro para llegar siempre al cruce. Todo lo que hace Italia en este segundo tiempo es que Elizondo le anule un gol a instancias del línea y un tiro libre de Pirlo que pasa cerca. El último minuto nos deja toda una pintura del encuentro, centro francés que atrapa Buffon y cuando levanta la cabeza para sacar lo ve a Luca Toni marcado por ocho franceses, ni siquiera lo intenta, así se mueren los 90 minutos con el 1 a 1.

En el suplementario más de lo mismo, hasta aparece Ribery para hacer una pared con Malouda y disparar al ladito del palo izquierdo de Buffon. Zidane recibe y abre a la izquierda, vuelve a recibir y abre a la derecha, va al área a buscar el centro, cabecea solo y cuando todo el estadio se va poniendo de pie para aplaudirlo, surge la mano salvadora de Gianluigi Buffon para mandarla al córner. Y, de repente, Zidane vuelve a dejar una de esas notas negras a las que nos tiene acostumbrados de vez en cuando en el Madrid, pero esta vez lo perdonamos, porque al que le da un cabezazo ostentoso es al asesino Materazzi. El que no lo perdona es el infalible Horacio Elizondo y lo expulsa al talento francés. En la cancha no se vio el cabezazo de Zidane porque la pelota estaba en otra parte, pero los franceses y alemanes que silbaron la decisión del juez, tendrán que reconocer esta noche que el justo fue Elizondo y los injustos ellos al silbarlo. Con el partido caliente por esta decisión, Italia no se movió un ápice y siguió defendiendo el empate mientras Francia, ya con Trezeguet en el campo, lo seguía intentando. Así se llegó a los penales, con Italia fiel a su “catenaccio” y Francia con sus tres estrellas mirándolo desde afuera, Zidane expulsado, Vieira lesionado y Henry reemplazado.

El primer penal lo pateó Italia, Andrea Pirlo definió perfectamente al centro. Sylvain Wiltord engaña a Buffon y empata la definición. Marco Materazzi no falla, ejecuta fuerte y abajo. Entonces le llega el turno a David Trezeguet, el héroe de la Eurocopa 2000, va caminando hacia la pelota sin la confianza de Domenech, que recién lo puso en el alargue, y como si la historia estuviera escrita, pasó lo que todos sabían que iba a pasar, el disparo se estrelló contra el travesaño y botó cerquita de la línea, pero esta vez del lado de afuera, a Trezeguet todavía le quedaron fuerzas para mirar al línea con un gesto de súplica, pero sería su condena. La responsabilidad de consolidar la ventaja le tocó a Daniele De Rossi, golazo al ángulo de aquel que no tendría que haber jugado esta final. Eric Abidal evita a Buffon y mantiene a Francia con vida. Alessandro Del Piero, con toda la presión encima, no falla. Willy Sagnol, con toda la furia, dice que no, que Francia todavía no se rinde y le deja toda la presión a Fabio Grosso, el encargado del último penal de la serie italiana. Lippi no ha dudado en darle la responsabilidad del quinto penal al hombre clave en este Mundial, fue a quien le cometieron el penal en el último minuto contra Australia con el partido cero a cero, fue quien anotó contra Alemania en el último minuto del alargue, también con el partido empatado a cero, ahora tiene toda la gloria a doce pasos, y su zurdazo decreta la locura en el Olympiastadion. 5 a 3 en los penales. Italia Campeón del Mundo!!!!!

Buffon aletea por todo el campo, Grosso corre para ser alcanzado, Cannavaro desata su furia contenida y le muestra la Copa al Mundo entero, Gattuso la quiere para él, Toni se lo dedica a los “tifosi”, Totti se siente más feliz que nunca, Camoranesi se acuerda de sus tiempos en Banfield, Zambrotta toca el cielo con las manos, Perrotta salta y baila, Pirlo se abraza con todos, Materazzi no se lo cree, Zaccardo es uno más en la fiesta, De Rossi se olvida del codazo, Barzagli la quiere tocar, Del Piero brinca sin control, Gilardino la besa, Peruzzi festeja sabiéndose partícipe, Nesta sufre, Amelia baila, Iaquinta corea a Nannini, Barone se suma a la vuelta olímpica, Inzaghi está en la gloria, Oddo sonríe y Marcello Lippi es levantado en andas por todos sus jugadores. El estadio es todo fiesta, fuegos artificiales, de repente suena la canción del Mundial de Italia 90, no hay quién no se emocione, ahora sí, aquella Copa por esta parecen decirles los alemanes, ya nada importa, porque a quien quiera escucharlos los italianos les van cantando por las calles de Berlín, de Roma y de toda Italia: “Siamo i Campioni del Mondo”.

A nosotros nos entra la nostalgia, hay que hacer las maletas, ir hasta Hamburgo y tomar el vuelo de regreso a casa, el Mundial ha terminado, Sudáfrica 2010 queda muy lejos, entonces me acuerdo de lo que alguna vez leí, tal vez de Herman Hesse: “La luna de Berlín se abría de piernas ante la seguridad de la humillación de los presentes, una sensación opípara rejuvenecía en el alma de la mayoría. Estar o no estar, permanecer sin sentido o buscar un sentido inexistente, la sensación de que nada y todo cambian permanentemente, el no saber si la verdad nos vale, nos sirve, nos representa. Y a todo esto buscar tu propio juego, un camino ficticio por el que caminar más o menos seguro; dibujar una estrategia y cumplirla a pesar de que el objetivo final no te sea válido, no te alcance. Jugar el juego y divertirte a expensas de él, y con él, es necesario divertirse con él para poder seguir jugando, sino te quedas afuera del camino, y sin camino no hay metas, y sin metas no hay evolución, y entonces está la nada, la muerte. Fin.

Berlín, 09-07-2006