Italia es Italia, en el 90 perdieron su Mundial y se lo llevó Alemania, vinieron a recuperarlo

Heidelberg con su hermoso castillo sobre el Neckar, el Castillo de Bruchsal y sus jardines, vamos haciendo camino al andar hacia Stuttgart, la casa de Mercedez Benz. La plaza del palacio de la muy industrial capital de Baden-Würtemberg se va llenando de alemanes, entonces reacciono, ya no están Argentina, ni España, ni siquiera México o Brasil, pero el Mundial no ha terminado y esta noche se juega una gran semifinal: Alemania-Italia.

Llego a Ausgburgo, una de las más viejas ciudades alemanes, para apuntarme a la fiesta y mezclarme entre los rubios disfrazados de rojo, negro y amarillo. Descubro muchos italianos, estamos al sur de Alemania, Italia no está lejos.

El partido se le parece al de Cuartos de Final contra la Argentina, Italia tiene la iniciativa, aunque con menos posesión del balón que la albiceleste. Situaciones hay muy poquitas, apenas se prueba a los arqueros. Los italianos encuentran el camino por la izquierda con Fabio Grosso, los alemanes ni siquiera llegan a Klose y Lahm no agrede. Así se van 45 y luego 90 minutos de un partido malísimo, a tono con lo que se está viendo cuando se cruzan dos equipos poderosos.

Pero Marcello Lippi ha visto que Italia es superior, tanto técnica como físicamente, y sale a buscar el partido en el suplementario con Del Piero y Totti en la mediapunta, Gilardino e Iaquinta bien arriba. Alemania apuesta por la velocidad de Odonkor y, fundamentalmente, por el destino, este es su Mundial. Y parece que la suerte vuelve a estar con ellos, Gilardino la estrella en el poste y, un minuto después, Zambrotta rompe el travesaño. Por una sensacional atajada del infalibre Gianluigi Buffon, el alemán Lehmann se revuelca dos o tres veces en una prórroga llena de emotividad.

En el último minuto pasa lo imposible, lo impensado, Andrea Pirlo demuestra toda su jerarquía en el área y le pone un pase como los que esperábamos de Riquelme al lateral izquierdo del Palermo, Fabio Grosso, la revelación del Mundial, le quedó perfecta para su perfil zurdo y se la cruzó a Lehmann al segundo palo. Se desató el delirio italiano, los gritos, banderas y abrazos se confundían en un único gesto de festejo. De yapa, el impecable Fabio Cannavaro cortó el último ataque alemán a la desesperada y Alessandro Del Piero se encontró mano a mano con el arquero para dejar una muestra de su clase y poner el 2 a 0 definitivo.

Italia es semifinalista como en el 94, y va por su cuarto Mundial, ese que le habían arrebatado los alemanes en el 90. Ballack y Lehmann se saludan, han llegado lejos, pero se habían creído que nadie podría quitarles la Copa, y ese alguien fue Italia, la de siempre, la del último minuto, la que entra por la puerta de atrás y se convierte en la dueña de la fiesta.

Augsburgo, 04-07-2006