Correspondencia Madrid: Hoy quiero hablar de México
No había podido escribir este artículo, no por flojera o desidia, sino por el coraje que me hizo que México perdiera. Los octavos de final de la copa del mundo están por terminar. Si las cosas salen como la lógica dice, que a estas alturas lo mexicanos sabemos que se impone a las ilusiones, España y Brasil son los equipos que conformaran los últimos partidos de cuartos.
Alemania comienza a carburar, a ratos, pero ha logrado un fútbol fuerte, rápido y de conjunto. Italia como siempre, a su estilo: rácano, tacaño, sin mucho que mostrar pero letal, efectivo y, sobre todo, ganador. Portugal dio más patadas y supo meter un gol en un partido que fue la guerra. Inglaterra, que se colgó de su capitán, un Becks que vomitó el esfuerzo y que solo recibe críticas. Brasil mejorara en su “jugo bonito” y España que seguirá jugando con buen fútbol. Nos queda Argentina, que ganó con un golazo y con un carácter forjado por unos jugadores que están en la elite mundial.
¿Qué pasó con México? No lo sabemos, o sí, y queremos ignorarlo dejándonos llevar por las ilusiones. El partido lo vi en un pueblo perdido del Pirineo aragonés. Sin influencias de la prensa, sin los comentarios de futbolistas, sin voces y cánticos de los aficionados, solo yo y mi gorra verde que dice orgullosa “México, fútbol”.
El partido comenzó vibrante, gol del káiser y capitán mexicano, juega en la defensa o por delante de la defensa y sube al ataque. La línea de tres defensas que ha creado una corriente en México: el lavolpismo. Si, Lavolpe, aquel que “hace que sus defensas salgan jugando, ellos y la pelota” escribe Pep Guardiola en El País. Aquel que ganó una Copa del mundo, aquel que ha dirigido a ocho equipos del fútbol mexicano que, si mal no recuerdo, son la mitad. También estaba un tal Borgueti que lo intentó todo, y un Fonseca que pidió ser titular y cuando lo fue no existió, nunca corrió, nunca cooperó con el equipo, nunca bajó, menos se desmarcó y mucho menos pesó en el resultado. “Una media cancha regular”, pensé. Con un Guardado que estaba como su nombre: guardado, que no lo conocía y que me gustó. Una defensa con un Osorio que puede jugar en el Real Madrid o en el Barza según el propio Guardiola. Un Salcido que igual puede venir a Europa según el campeón de la liga española y de la Copa de Campeones, Rafa Márquez.
Si, la defensa bien, la medía regular y la delantera a menos. “¿Y quién desequilibra?”, me pregunto. ¿Quién la pide (la bola) para ser un insolente, un rebelde?, nadie desborda, ni siquiera lo intentan. Falta un Messi, ¿entre cien millones de mexicanos no lo hay?, y lo confirmo. Lo dijo Lavolpe (el odiado), lo reafirma Marquez y lo dice Cruyff. La prensa en México se enoja, ¿cómo puede decir eso el entrenador de México sobre su propio equipo? Yo creo que simplemente llama a las cosas por su nombre.
Una Televisa que tiene al fútbol mexicano controlado e inflado. Ahora México está en cuarto lugar del ranking de la FIFA y los que vimos a México jugar sabemos que no es cierto. Estamos entre los mejores 16 y no podemos pasar del 8 porque no pasamos de los octavos. Pero Televisa no es la única culpable, están los Pumas, mi equipo, que no utiliza su ventaja para competir: la cantera. Están las Chivas el equipo más popular con sus ciclos exitosos cada vez más cortos y están todos que en absoluto hacen nada y esa nada se llama exportar jugadores.
Se les inflan los precios y los sueldos a los jugadores, y se le permite a un Cuauhtémoc Blanco, que ya hasta es columnista (dudo mucho que en verdad sea el que escribe, pero si es el que habla, el bocazas), hablar pestes de un entrenador que supo imprimir un carácter y un juego. Lo único que México mostró al mundo: el buen toque de balón, una defensa que sale jugando y un conjunto que sube y baja en conjunto (salvo Fonseca que no sabemos que hizo en todo el mundial) es labor del entrenador. Jorge Valdano dice “México ha ganado reconocimiento, ha dejado de ser un desconocido” y esto fue labor de Lavolpe, aprovechando el trabajo de Aguirre que ahora disfruta de momentos dulces en España, y de Lapuente, Mejia Baron y antes, mucho antes, Menotti. Sí, otro argentino, también campeón del mundo.
Hugo Sánchez, el más grande de todos los tiempos para México, aquel que hacía que mi padre dejara todo lo que estaba haciendo, que es lo más difícil del mundo, y prendiera la televisión para verlo jugar los sábados en la tarde, lo único que ha hecho es generar desunión. Si, Hugo, aunque me pese, no ha hecho mucho por ayudar y si por criticar a alguien que ha influido en el fútbol mexicano más que él. Hugo dio fama a México, Lavolpe dio calidad. Es verdad, Lavolpe no se calla, es arrogante. No sé si Lavolpe sea porteño pero seguro es de cerca, pero es campeón del mundo, y es un entrenador que le gusta salir jugando. Hugo no se tiene que preocupar, seguro tendrá su oportunidad de dirigir a la selección. Cuando lo haga, ojala sea para bien.
Hugo, Cuauhtémoc y los que los siguen deben de pensar un poco. Para mejorar cualquier organización, en este caso todo el sistema de fútbol mexicano se debe contratar a los mejores y, si estos son extranjeros, da igual. Olvidemos el nacionalismo estúpido, aprovechemos el libre mercado que ya existe (aunque no sea lo mejor) y sobre todo déjenlos trabajar… y exportemos jugadores. No se hace ni lo uno ni lo otro.
Al final los héroes son los jugadores y el técnico el ogro, pero el director de la orquesta es quien los eligió. Lavolpe no perdió contra Argentina, fueron los jugadores, los clubes y el fútbol mexicano.
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