A esto vinimos Argentina, a verte jugar así

Gelsenkirchen es la casa del Schalke 04, por eso tiene un estadio más que acorde con los del Mundial, pero la ciudad no se le parece a ninguna de las otras, no tiene ningún encanto, de hecho, es Essen la principal ciudad de la zona, la zona del Ruhr, famosa por el carbón y el acero. Aquí juega Argentina contra Serbia y Montenegro, nos vienen a la mente las atajadas del Vasco Goycochea en el Mundial 90, cuando todavía se llamaba Yugoslavia. Incluso dentro de cuatro años ya no será Serbia y Montenegro, sino tan solo Serbia porque los montenegrinos han votado su independencia.

Empezó el partido y esta vez sí Argentina se plantó en ofensiva y fue a buscar el gol, y lo encontró rápido, gran taco de Sorín para habilitar a Saviola como puntero izquierdo y el Conejo la pone al medio del área para la aparición fantasma de Maximiliano Rodríguez, que define alto y arriba, 1 a 0. Ahora Argentina controla el partido, Mascherano va sobrado con todo el mediocampo pero se lesiona Lucho y entra el Cuchu Cambiasso. Pero Pekerman no lo manda de doble-cinco sino un poquito más adelantado por la derecha, ha corregido un defecto del primer partido, grande José. La Argentina mueve la pelota por todo el campo, pasa por Riquelme, pasa por Saviola, éste a Cambiasso que toca para Crespo, devolución magnífica de taquito y el Cuchu entra al área para meter el mejor gol del Mundial. Otra vez el partido resuelto en el primer tiempo. Pero esta vez Argentina no se conforma, y el que hace magia es Saviola, les hace un desbarajuste a los serbios por la derecha y el gol que tapa Jevric lo mete, de nuevo, Maximiliano Rodríguez. El estadio es una fiesta, el volveremos, volveremos, se acompaña con las camisetas al viento frío de Gelsenkirchen.

Argentina controla el partido, se gusta Riquelme, entra Tévez y las quiere todas, falta el gol de Crespo, que trabaja como siempre, el loco de Kezman se hace echar y de yapa entre Lionel Messi, el estadio ruge, sabe qué puede esperar del chiquilín. Hay filigranas por cualquier parte del campo, y de repente, Riquelme le juega rápido un tiro libre a Messi y éste se mete hasta la cocina, y cuando centra la empuja Crespo, segundo gol del Campeonato, se pone junto a todos los goleadores, y Maxi, por supuesto. Estamos encantados. Y todavía hay más. El Apache se apunta finalmente a la fiesta, se saca un hombre con una maniobra formidable, entra guapeando al área y define como más le gusta, al segundo palo. Me preguntan cuántos van, minutos no, goles, van cinco. Encima Tévez sigue enganchado, pared con Crespo en la medialuna y gran habilitación para Messi, y el nene que ha burlado a todos ahora mete su golito. 6 a 0.

Un final apoteósico con los jugadores revoleando la camiseta igual que los hinchas, esto también vale, no se ha ganado ningún título pero se ha gustado de lo lindo. Hoy somos un canto a la alegría. Me pongo a pensar en algún 6 a 0, claro, 6 a 0 a Perú en el 78. Aquella vez fuimos campeones. La gente grita por todos, por Saviola, por Messi, por Tévez, por Maradona, y le dice a quién quiera escucharlos que volverán a ser campeones.

En el último partido del que se confirmó como el mejor grupo del Mundial, Holanda le ganó 2 a 1 a Costa de Marfil y se clasificó, junto con Argentina, a falta del partido entre ellos para definir al primero de éste grupo C. Los holandeses se adelantaron con un gran tiro libre de Van Persie, que está haciendo un sorprendente Mundial, y una definición perfecta de Van Nistelrooij, pero los elefantes descontaron rápidamente con un buen gol de Bakary Koné. Los marfileños lo intentaron hasta el último minuto y se despiden con la frente muy alta, esperando volver y encontrarse con rivales más accesibles.

En el último partido de la jornada se produjo una de las pequeñas sorpresas del certamen, la débil Angola consiguió sacarle un empate 0 a 0 a México, resisitiendo incluso con diez hombres los últimos quince minutos. Una tremenda decepción para el equipo de Rafa Márquez que no encontró por ningún lado el camino al gol y una gran alegría para los angoleños.

Ya cayó la noche en Essen, hemos festejado de lo lindo, ahora nos ponemos la camiseta Argentina con orgullo, levantamos la cabeza para que nos señalen con el dedo de los candidatos y en la calle, un grupo de hinchas albicelestes sigue la fiesta sin fin al grito de: “Volveremos, volveremos… volveremos otra vez… volveremos a ser campeones… como en el ochenta y seis…”.

Gelsenkirchen, 15-06-2006