“Mother”, la pedrada al intelecto del espectador | El rincon del celuloide
‘El rincón del celuloide’, #columna sobre cine, con Daniel Arellano en los mandos
HOY FUI AL cine, un pequeño cine comercial a unos diez minutos de mi casa. Como es costumbre compré una pequeña bolsita de pistaches que metí de contrabando, en un acto de rebeldía cutre contra los elevados precios de las grandes corporaciones. Fui sabiendo exactamente lo que quería ver, pues era el segundo día de estreno de la nueva película de Darren Aronowsky: Mother. Como soy una persona bastante solitaria, procuro buscar un momento del día (que se ajuste a mis actividades) en el que no haya mucha gente que arruine mis momentos en el cine, recuerdo muy tristemente aquella ocasión en la que fui a ver la última del Planeta de los simios y una abuela insensata, sentada atrás de mí con su malcriado nieto, se la pasó leyéndole los subtítulos que, aunque no tenía muchos, el susurro de su voz de anciana no dejaba de romperme las pelotas.
Una fila, no interminable, pero sí bastante considerable, esperaba a ser atendida en las dos únicas taquillas abiertas, esperé mi turno y me vi fuertemente sorprendido cuando me cobraron únicamente treinta pesos para una sala que se supone era Premium, la última vez que me metí a una de esas, pagué por lo menos el doble. Llegó la hora de la función y al entrar, pensé encontrarme con adolescentes fajando, parejas discutiendo pendejadas y al menos un par de niños que se sentaran atrás de mí para cumplir el único propósito por el cual fueron engendrados, patearme el asiento durante dos horas. Pero me sorprendí bastante cuando me di cuenta de que yo era el único en esa sala, estaba completamente vacía, por primera vez en mis veinte años de asistir al cine, tenía la sala para mí solo. A pesar de que me dio mucho gusto, no dejó de intrigarme tal soledad, intuí entonces, que todos los que vi haciendo fila hace un rato y los que llegaron después de que yo compré mi boleto, venían a ver el éxito del momento, la película de It.
¿Por qué la gente prefiere ver un remake de terror de una historia que ya todos conocen en vez de la nueva película de un aclamado director? Pregunta que me hice mientras veía los nuevos avances de cine y los patéticos comerciales de quien gobierna en la CDMX. Preferí disfrutar de esa soledad que Dios me concedió y mirar la película a mis anchas. Al llegar a mi casa leí algunas críticas que se le han hecho de especialista que yo respeto y escuché en la radio una pequeña reseña nada trascendente. Como yo salí bastante complacido de verla, supuse que sería así para casi todos lo que la vieron y que el veredicto final de la audiencia sería unánime. Cuál fue mi sorpresa al enterarme de que para muchos, Madre es una película incomprensible, carente de lógica y completamente inverosímil, tachándola de aburrida y pretensiosa. No es la primera vez que no coincido con la decisión de la vox populi, pero creo que en esta ocasión, hay una razón de peso para creer que no se habla de esta película con objetividad, que se entiende como tibia y sin sentido y está siendo muy menospreciada. Yo les aseguro, sin el menor temor a equivocarme, que aquellos que afirman que es una mala película y prefieren volver a ver It, esta vez en 3D, no conocen (o no se acuerdan) que Mother es dirigida por el mismo cabrón que dirigió Pi, faith in chaos, una obra de culto que por más cinéfilo que uno sea, resulta igualmente incomprensible. Sin embargo, la crítica especializada, los que se dicen conocedores o expertos, alaban mucho el trabajo tanto técnico como actoral que hizo Aronowsky en esta última obra, el problema en este asunto, es que los “especialistas” sólo representan un muy pequeño porcentaje de toda la audiencia, por lo tanto, si la mayoría (no necesariamente la mayoría objetiva) dice que es mala e incomprensible, automáticamente se catalogará de esa forma, no va a durar más de un par de semanas en salas y muy pocos se van a acercar a ella; será c un fracaso tanto para el director, como para la casa productora que dio su nombre.
Y no tiene nada de malo que la gente prefiera la última gran adaptación de Stephen King (autor que no es santo de mi devoción), porque, aunque no la he visto (ni planeo hacerlo), tengo entendido que es una adaptación más que decente. El problema radica en la audiencia denominada “mayoría”, porque este sector de la audiencia tiene una necesidad enorme de querer todo “peladito y en la boca”, como diría mi abuela. No entiende que el cine debe cruzar fronteras, atreverse a experimentar, debe decir lo que otros no dicen, necesita pararse frente al espectador y decirle en la cara: no pienso que seas un imbécil, te pongo un reto, descífralo, usa esa masa encefálica que Dios te dio para sacar tus propias conclusiones, no te puedo dar todas las respuestas, pero te planteo las preguntas.
Yo podría tomar el camino fácil y decirles cuál fue mi interpretación de la cinta, pero estoy seguro que mancillaría las verdaderas buenas ideas que cualquiera de ustedes podría tener, además ya existen cientos de videos en internet que están haciendo exactamente ese trabajo. El mismo Aronowsky ya salió a “revelar” la explicación “canon”, todo debido a la presión de la casa productora y la baja taquilla que tuvo (en relación a los otros grandes estrenos). Esto a mí se me hace triste, porque es una bofetada no nada más al autor y su obra sino a la audiencia misma, nos están llamando de una forma muy sutil, palurdos, espectadores lentos que necesitan de un traductor para dar una opinión. Lo peor es que este sólo es uno de muchos ejemplos; la magia en Birdman de Iñárritu era precisamente lo ambiguo de sus secuencias y lo incomprensible de su final, pero el afán de buscar una respuesta universal que diera interpretación a todo lo incomprensible, no dejó volar la imaginación de muchos y se quedó en una sola idea. En el caso de Mother el mal ya está hecho, porque ahora todo mundo va a pensar que la película significaba esto y aquello y el bello ejercicio de la interpretación se desperdicia.
Alguien me dijo que uno va al cine a entretenerse y no a pensar, no puedo estar más en desacuerdo con esta declaración, porque hasta el cine para “niños” que tiene cierto nivel de profundidad, nos hace reflexionar. De no ser así, no les habría fascinado tanto la película de Intensamente a los especialistas, porque no importa el género, el cine nos obliga a ejercer nuestro pensamiento crítico, esa parte de nosotros que nos hace ser analíticos, interpretativos y sobre todo, nos hace desarrollar el sentido común. ¿Qué pasa cuando uno no es crítico en las noticias que lee todos los días? Termina compartiendo entre sus amistades notas amarillistas que rayan en lo ridículo y peor aún, se creen todos unos eruditos por desentrañar los secretos del gobierno, de la NASA y de los Iluminati. El cine -creo- es un excelente medio para lograr ser reflexivo, pero para ello el primer paso es dar un salto al abismo y dejar a un lado la pereza.
Mother probablemente no sea una obra maestra de Aronowsky, pero si es una maravillosa película cuyos elementos hacen que brille por sí misma. Exige al espectador estar atento, entrecerrar los ojos y buscar pequeñas referencias entre los personajes, ¿a qué te recuerda la relación entre los hermanos? ¿Por qué ningún personaje tiene nombre? ¿Por qué eligieron esa canción para los créditos?… todo exige reflexión. El contexto en el que se desenvuelve la historia exige reparar en los gestos y en los simbolismos, cosa que no es tan difícil como uno podría suponerse, platicando entre amigos coincidimos con muchas de las teorías que lanzamos, y si yo que soy un palurdo antisocial cualquiera puede hacerlo, es cuestión de usar sólo un poco más la cabeza.
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