BEBER POR NO LLORAR | Si fuese gato

DE TODOS LOS placeres que nos ofrece la vida, si tuviese que escoger uno, me quedaría sin duda con el de dormir.
gato durmiendoLa gente suele preferir comer, beber o practicar sexo, que tampoco están mal, pero en mi opinión conllevan ciertos inconvenientes que tendemos a obviar. Para empezar, comer y beber es caro y, si te excedes, al día siguiente tu cuerpo se resiente y acabas arrepintiéndote. O eso he oído. Respecto al sexo, aunque nadie duda del gozo que proporciona, es algo que requiere mucho trabajo conseguir. Y, aunque lo consigas, la recompensa se reduce a un instante que, en proporción al tiempo empleado para llegar a él, dura más bien poco. Es más, tengo amigos que se han pasado toda una noche a pico y pala, trabajando concienzudamente, sin lograr ningún resultado. Puede llegar a ser frustrante. O eso he oído.

Dormir, en cambio, es gratis, y nadie se siente mal al despertarse después de una noche de buen sueño. Además de que se consigue sin apenas esfuerzo. Básicamente, con cerrar los ojos y ponerse a contar ovejas lo tienes todo hecho. Estar tumbado es lo más recomendable, aunque no imprescindible. Hay personas que, al igual que los caballos o los patos, pueden dormir de pie. Una habilidad que realmente envidio. Y es que el reino animal es una fuente inmensa de sabiduría de la que deberíamos empaparnos más a menudo. Al fin y al cabo, sus placeres de la vida son los mismos que los nuestros: comer, beber, procrear y dormir. Yo, por ejemplo, admiro especialmente a los gatos, quienes ostentan el primer lugar de las estadísticas en términos de sueño. De media, se pasan el 70% de su vida durmiendo. No está mal. Si a eso le sumas que puedes ignorar a tu dueño, siempre caes de pie y te duchas utilizando tu propia lengua, está claro que si se pudiese elegir, me reencarnaría en gato.

[pullquote]Dormir, en cambio, es gratis, y nadie se siente mal al despertarse después de una noche de buen sueño.[/pullquote]

No soy el único que tiene en tan alta estima esto del dormir. De hecho, es tan popular que incluso existe «El Día Mundial del Sueño». Así, en mayúsculas. Cae el 13 de Marzo, y no tengo muy claro quién lo organiza ni lo que hacen, pero tienen todo mi apoyo. También hay varias revistas científicas dedicadas exclusivamente al estudio del sueño. Me imagino que su labor es la de publicar de vez en cuando artículos que dicen que hay que dormir de seis a ocho horas diarias. O que es malo ver la televisión justo antes de dormir. Y es que es un tema más serio de lo que nos creemos eso de tener unos buenos hábitos de sueño. Un estudio publicado por la «Journal Sleep» asegura que quienes duermen menos de siete horas por noche mueren más jóvenes. Así que ojo. Yo, para curarme en salud, intento dormir diez horas diarias. Además de disfrutarlo, tengo la sensación de que estoy haciendo algo bueno para mi cuerpo. Igual que cuando me tomo la cervecita diaria.

Una de mis virtudes de las que me siento más orgulloso es que puedo dormirme casi en cualquier lugar. Ya sea en una tienda de campaña sobre un suelo lleno de raíces, en una estación de trenes o apoyado en un altavoz de un bar. Si tengo sueño, no tengo más que cerrar los ojos y dejarme llevar. Claro que esto también me ha dado algún que otro susto. Una vez, volvía a casa a altas horas de la madrugada con un amigo y nos quedamos dormidos en el metro. No era la primera vez, pero en aquella ocasión, alguien perturbó mi descanso intentando robarme el teléfono móvil. Por suerte, al notar una mano ajena hurgando en mi bolsillo, desperté. Entonces, el individuo apartó rápidamente la mano y se hizo el dormido. Un movimiento genial. El aspirante a ladrón estaba acompañado por otros amigos de dudosa caballerosidad, así que decidí que lo mejor sería salir de allí. Desperté a mi amigo y, al levantarnos, rocé sin querer la mano del que había intentado robarme. Entonces hace como que se despierta, va y dice: «¿Qué haces? ¿Me estás intentando robar?».

Fue un golpe maestro, hay que admitirlo. Sus amigos se levantaron y empezaron a intimidarnos con la mirada, así que no tuvimos más remedio que pedir perdón al tipo que nos había intentado robar, asegurarle que no habíamos intentado robarle nosotros a él, y salir de allí cagando leches. Fue humillante, pero salimos ilesos. Si fuese gato, le habría arrancado un ojo con mis uñas.~