80P1VM/69: Kauris y Cabo Reinga
#post_80P1VM/69 de 80 en 1 vuelta al mundo, de Humberto Bedolla
VISITAMOS LOS KAURIS, los arboles más viejos y grandes de Nueva Zelanda. Uno de ellos, Tane Mahuta, el dios del bosque, hijo del cielo y la naturaleza, y -según los maorís- padre de todos los seres vivos. Es un árbol solitario, enorme, de unos 2000 años de antigüedad. Único.
Al caminar por el bosque de Waipoua, donde se encuentran los kauris, no puedo evitar sentir tristeza, o melancolía. ¿A dónde vamos ir parar haciendo desaparecer más y más especies? Hay pocos kauris porque hace un siglo fueron apreciados por su madera, y casi fueron llevados a la extinción. Uno ha sobrevivido 2,000 años… ¿llegaremos a, por lo menos, otros dos mil años más? ¿Tane Mahuta llegará a 4,000?
Seguir un camino imaginario que forman los kauris nos lleva hacía el norte, para terminar en Cabo Reinga. De alguna forma el viaje en Nueva Zelanda llega a su camino. El roadtrip que estamos haciendo tiene muchos días de muchos kilómetros por paisajes preciosos, largos valles salpicados de pequeñas colinas y bosques: tropicales, de pinos, de helechos,… que nos hacen olvidarnos del cemento. Vamos por la Highway 1, la que va al norte de la isla norte, la que llega a los confines, se supone, más cercanos al mundo conocido. Vamos a Cabo Reinga.
Cabo Reinga es el punto más al norte de Nueva Zelanda. Al pisarlo hemos recorrido todo el país, al menos las dos principales islas: pisamos también el punto más al sur: El faro de Waipapa, en The Catlins. En Reinga nos recibe el encuentro del Mar de Tasmania y el Océano Pacifico. No siempre el encuentro es tranquilo, más bien, con frecuencia estas aguas son revueltas. A lo lejos se observa la diferencia de color entre uno y otro, y la línea perfectamente marcada del encuentro. El punto es también sagrado para los maorís. Si Tane Mahuta habla del origen y es padre de todos los seres vivos, Cabo Reinga es el punto en el cual las almas de los muertos comienzan su camino al otro mundo. Desde aquí se baja al mar para llegar a Hawaiki, la isla donde todos los polinesios sitúan su origen.
Deshacemos nuestros pasos, retomamos el camino para en unos días llegar a Auckland y fijar la flecha en el siguiente punto que aún no sabemos…~
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