80P1VM/61: Glaciar Franz Josef
#post_80P1VM/61 de 80 en 1 vuelta al mundo, de Humberto Bedolla
UN GLACIAR SON palabras mayores. Es hielo que ha sobrevivido desde las glaciaciones hasta nuestros días. Hielo que, increíblemente, aguanta el calentamiento global. Hay varios en Nueva Zelanda, todos bajo la sombra del Monte Cook. El Glaciar Tasman es accesible por la Highway 01, mientras que los más famosos, el Fox y el Franz Josef lo son desde la Highway 06, que sale desde Queenstown.
–¿Podremos caminar por el glaciar, no? –preguntó Arancha mientras llegábamos al hostal.
–Sí, sí. Nos darán crampones.
Y salimos temprano del hostal, donde conocimos a una chica chilena que estaba ahí, como nosotros, deseosa de ver el hielo. A medio día pronosticaban lluvias fuertes, por lo que ni cortos ni perezosos salimos pronto. Al llegar al límite para contemplar el
Franz Josef estaba nubladísimo, y en menos de un minuto se soltó a llover fuerte. Corrimos al auto, a unos 3 o 4 kilómetros, resignados de no poderlo ver bien. Pero a medio camino dejó de llover y se despejó en un minuto. Resolvimos regresar a verlo mejor. Pero a medio camino volvió a llover. Regresamos. Se despejó. Caminamos por tercera vez para, finalmente, contemplarlo mejor.
Era triste verlo. Un espectro de lo que antes fue. Aún así el glaciar impone. Es monumental su presencia. Recordé, que 9 años atrás, había cruzado la selva tropical que precede al glaciar, y después de muy pocos kilómetros llegamos al glaciar y caminamos sobre él. Ahora no es posible caminar por el hielo, solo contemplarlo desde la lejanía. No se puede andar sobre él a menos que llegues en helicóptero a los más alto y estable. Por el calentamiento global el hielo ha retrocedido bastante, kilómetros, y se ha vuelto débil, inestable. Ahora es muy probable que se desprendan trozos de hielo.
Regresamos, al hostal, nos despedimos de la chilena y emprendimos el viaje. A medio camino nos enteramos que la chica dejó su monedero con tarjetas, dinero y pasaporte en el auto. Lo peor que le puede pasar a uno, perder el pasaporte. Yo ya había hecho planes para gastarme el dinero y vender el pasaporte en el mercado negro pero con la mensajería instantánea arreglamos enviarle su bolso a un lugar exacto. Hace 9 años habríamos tardado días en coordinarnos, hoy sólo horas. Hace 9 años podríamos caminar por el glaciar, hoy esperamos con incertidumbre que dure, que dure mucho; sería genial que más de 9 años.~
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